Recuperando materiales de la lucha de las y los presos políticos: Número especial, año 1991, tras finalizar la huelga de hambre de 435 días de duración. “La lucha de los presos políticos no ha terminado”.

Portada número especial AFAPP 1991 (Sevi).

Recuperando materiales históricos:

-Cuaderno, número especial, publicado por AFAPP, 1991.

“La lucha de los presos políticos no ha terminado”

En el 1.er aniversario de la muerte en huelga de hambre de José Manuel Sevillano “Sevi”.

Publicación de 24 páginas editada en 1991 tras la huelga de hambre de las y los presos políticos del PCE(r) y de los GRAPO que duró 435 días y en la que murió “Sevi” el 25 de mayo de 1990.

Rescatamos una de las entrevistas publicadas.

Página 2. Dibujos de Sánchez Casas terror en prisión.

*Entrevista con Mercedes Herranz, ex-presa política de los GRAPO y activista de la solidaridad con los presos en lucha.

«EL FIN DE LA HUELGA NO ES UNA DERROTA»

Entrevista realizada por un grupo de apoyo internacionalista a Mercedes Herranz, militante del P.C.E.(r) que más de cerca siguió la huelga de hambre y la actividad desarrollada en su apoyo. Por abordar en ella temas de interés, que han suscitado la discusión entre mucha gente allegada al Movimiento de Solidaridad con los presos políticos es por lo que la publicamos en este número especial.

Pregunta: Transcurridos ya más de dos meses desde que terminó la huelga de hambre (en febrero de 1991) ¿Cómo se encuentran los presos física y psíquicamente?

Mercedes: Después de tan prolongada huelga de hambre es indudable que los presos se encuentran en la mayoría de los casos físicamente mal, algunos con lesiones irreversibles o de las que tardarán años en curar. Se puede decir que un número importante de ellos serán enfermos crónicos y no sólo por las secuelas de la huelga de hambre, sino porque, en algunos casos, el tratamiento médico ha sido y es nefasto, a lo que se le unen unas condiciones de vida y reclusión que no favorecen su recuperación. En cuanto a su estado psíquico, podemos asegurar que por lo general es bueno, al menos eso es lo que manifiestan sus mensajes, cartas u otras formas de comunicación, en las que se han expresado después de finalizada la huelga.

P.: Una vez que ha; finalizado la huelga ¿continúan los presos sufriendo malos tratos o torturas?

M.: Desde luego que una vez terminada la huelga, los presos han dejado de sufrir la tortura de la alimentación forzosa, pero a ésta le ha sustituido, en algunos casos el mayor desinterés por la salud de los compañeros y la brutalidad de quien se considera «vencedor» sobre el «vencido». Todo el empeño por «salvar la vida y la integridad de los presos», que manifestaron nuestros gobernantes para justificar la tortura de la alimentación forzosa, ha quedado desvelado ahora como lo que realmente era: el recurso más canalla para romper la resistencia de los presos. Su «humanidad» se ha traducido en qué muchos compañeros han cambiado las enfermerías, donde estaban atados a las camas, por las celdas de aislamiento. Sin embargo, no en todas las prisiones la respuesta ha sido ésta, incluso se dan casos de que en una misma cárcel el trato a los militantes de la misma organización es distinto y no precisamente por casualidad. Mientras que unos son «clasificados» como muy «peligrosos», lo que supone el régimen más duro, otros son objeto de chantajes y ofrecimientos de un régimen de vida más «suave», todo con el claro fin de dividir y enfrentar a los presos. Pero como han manifestado claramente, si no lo han conseguido por las malas, menos lo van a conseguir con «caramelos envenenados».

P.: ¿Ha cambiado la situación en cuanto a las visitas de los familiares y abogados? ¿Resulta más fácil volver a tener contacto con los presos?

M.: En este terreno la situación no sólo no ha cambiado sino que en muchos casos ha empeorado. Hay presos a los que se les ha limitado las visitas a los familiares directos, es decir, padres y hermanos, las comunicaciones con otro tipo de familiares o con amigos, o bien no las permiten tajantemente, o es necesaria una previa autorización de Instituciones Penitenciarias, para lo cual solicitan la identificación del visitante por adelantado. Las autoridades «competentes» se encargan de estudiar si éste es persona apta o no para conceder esa visita. Pero aún así, el mayor problema para las vistas a los presos ha sido y sigue siendo la dispersión, porque lo que no consiguen con todas sus trabas jurídicas, lo consiguen distanciando a los presos de los lugares donde reside su familia de forma que, en la mayoría de los casos, es un auténtico sacrificio que no pueden soportar las modestas economías de sus familias.

En cuanto a la comunicación con los abogados, también se han restringido. y de varias formas: una por la vía judicial de negar el permiso de visita a los abogados con aquellos presos que, según la ley, al estar ya juzgados y condenados, no precisan de la asistencia de un abogado, y en otros casos han recurrido al método sencillo de la intervención de esas comunicaciones, intervención que, tanto los abogados como los presos se niegan a aceptar.

Dibujo. 365 días en h.h.

*El fin de la Huelga de Hambre

P.: El fin de la huelga sin conseguir la Reunificación ¿lo entendéis como un fracaso, como una derrota? ¿Ha tenido algún sentido la muerte de José Manuel Sevillano?

M.: Nosotros no podemos calificar el final de la huelga de hambre como una derrota porque, si bien el objetivo de la Reunificación no se ha conseguido, sí se han frenado los planes de exterminio que el gobierno se proponía llevar con los presos políticos, Y no sólo se les ha frenado, sino que en una parte considerable se les ha vencido. Porque detrás de esta batalla no estaba sólo el objetivo de la Reunificación. El gobierno con la dispersión y su intransigencia ante la huelga, buscaba el que los presos, impotentes, se apuntaran uno tras otro a la reinserción, además de utilizarlos como rehenes con los que chantajear a sus organizaciones en la calle, para que éstas, o bien se quedaran quietas o bien se lanzaran a una lucha suicida. Y ninguno de estos objetivos los ha conseguido Pero la lucha no ha terminado, por lo que en estos momentos el cese de la huelga de hambre no puede considerarse más que como un paso atrás, un repliegue necesario, que permita volver, en mejores condiciones, a emprender la batalla en el futuro.

Y sobre si ha tenido algún sentido lo muerte de Sevi, sólo puedo decir una cosa: el simple planteamiento de esta duda es un indicio de miopía política. Toda nuestra historia de lucha por el socialismo está jalonada de batallas parciales y de mártires. Cada uno ha entregado la vida en un momento y batallas concretos y ¿somos por ello un Movimiento derrotado? Por el contrario, ¿no hemos derrotado políticamente al enemigo con nuestra Resistencia?. Manuel Sevillano es hoy una bandera de lucha, de resistencia, de dignidad humana y no sólo para nuestro pueblo, sino para todas las fuerzas progresistas de este mundo, que como él, se enfrentan a la sinrazón de la tortura, del exterminio, del sometimiento inhumano con que la burguesía imperialista de nuestros días quiere doblegar a media humanidad. ¿Hay que buscarle otro sentido a la muerte de Sevi?

P.: ¿Cual ha sido el motivo principal para poner fin a la huelga, la preocupación por la vida de los presos o el pensar que la lucha en esta fase no ha tenido ningún sentido?

M.: El Partido ha dado respuesta a esta pregunta en el comunicado que emitió al finalizar la huelga en el que dice textualmete: “Con fecha 8 de febrero (de 1991) enviamos un telegrama a distintas prisiones del Estado pidiendo a los militantes de nuestro Partido, que mantenían una huelga de hambre desde el 30 de Noviembre de 1.989, que pusieran fin a la misma. Como se podrá comprender no ha sido fácil de tomar esta decisión. Antes de hacerlo hemos sopesado todos los factores que confluyen en la actual situación, pero particularmente, se ha tenido muy en cuenta el acelerado deterioro en la salud física en que se encuentran nuestros camaradas presos. No era posible prolongar por más tiempo esta huelga sin que un buen número de ellos se viera abocado a una muerte segura, en un plazo no muy lejano.

Nosotros consideramos que no se puede pedir más de lo que ya han entregado estos hombres y mujeres en aras de la causa obrera y popular; que ha sido justo y necesario emprender y prolongar la huelga de hambre, sacrificar la salud, incluso arriesgar la vida para poder denunciar la política criminal del gobierno y luchar por la reunificación. Pero hay un límite que no se debe rebasar: el sacrificio no se puede convertir en algo inútil y hasta contrario a los fines que se perseguían desde el principio de la huelga; no puede conducir a una muerte asegurada de antemano.

Creemos que está suficientemente demostrado que el gobierno sólo cedería a las justas reivindicaciones de los presos en el caso de que se produjera la muerte de varios de ellos; precio que no estamos dispuestos a pagar. Además consideramos que la situación de los presos es un asunto que compete a todos los trabajadores y a la sociedad española en su conjunto, y que deberá ser ésta la que en el futuro impida la tortura en las cárceles, la política de aislamiento y exterminio y logre su total liberación. Mientras tanto habrá que seguir luchando y oponiendo resistencia en todas las formas posibles, tanto dentro como fuera de las cárceles, pero evitando tener que pagar tan alto precio como el que nos están exigiendo. Este es el motivo principal que nos ha llevado a pedir que se ponga fin a la huelga.»

Lámina. Sin amnistía no hay cambio.

P.: Los presos comentaron que el Estado Español no tenía suficiente firmeza y que en caso de fallecimiento de los presos, este cedería fácilmente. ¿No refutan los hechos esta opinión?

M.: No. Nosotros consideramos que eso es así. La «intransigencia» no siempre es manifestación de «fortaleza», y en este caso en concreto, es más bien al contrario. La huelga de hambre era un reto, no sólo a la política Penitenciaria del gobierno, sino a la política terrorista y más imperialista de la oligarquía española en la que, acabar con el ejemplo de resistencia de los presos políticos, era un paso preliminar y fundamental para hacer extensivo a todo el pueblo el ejemplo contrario: el del sometimiento y la resignación. ¿ Y es éste un indicio de fortaleza? ¿No es, por el contrario, el temor a la extensión de ese ejemplo de resistencia, lo que le ha conducido a emplear todos los métodos imaginables para neutralizar la lucha de los presos? Pero esta debilidad no significa que nuestros gobernantes fuesen a ceder a los primeros «empujes” de la lucha, ni ante su primera víctima. Los presos sabían que el precio de la Reunificación iba a ser muy caro, precisamente por la batalla política que se libraba, y era de esperar que antes de ceder, el gobierno maniobrara de mil formas y tratara de impedir ese desenlace. ¿Y que ha demostrado la experiencia? Pues que sólo la vida de varios huelguistas les hubiera obligado a ceder. De ahí su empeño en la alimentación forzosa, prefiriendo el desgaste político que ésta les ha acarreado al que hubieran sufrido con varias víctimas sobre la mesa.

P.: Cómo es que las organizaciones GRAPO y P.C.E.(r) en la calle les comunique a los presos cuando deben de terminar?

M.: Ya se ha dado también una explicación pública a esta pregunta en la que se dice, en relación al papel jugado por la dirección del Partido en esta lucha: la voluntad de iniciar y mantener esta lucha ha sido siempre, como no podía ser de otra forma, de los camaradas presos y sólo a ellos correspondía tomar las decisiones que creyeran convenientes. La dirección del Partido se ha limitado a apoyarles. Si optaron por resistir hasta el final, aún sabiendo que esto significaba una prolongación desmedida de la huelga, con ellos hemos estado, tratando en la medida de nuestras fuerzas, de prestarles todo el apoyo que nos ha sido posible.

Esta posición no puede suponer en ningún momento, ni bajo ninguna circunstancia, el abandono por parte de la dirección del Partido, de su responsabilidad en la orientación y en la adopción de todas aquellas decisiones que considere más justas para el conjunto del movimiento y para los mismos presos. No hay que perder de vista la situación de absoluto aislamiento en que éstos se encuentran en muchos casos, por lo que malamente podían determinar por sí mismos la necesidad de un «repliegue» o de un cambio de orientación en el combate. Por lo mismo, es justo considerar lógicos los desacuerdos surgidos en cuanto a la conveniencia de poner término a la huelga. La dirección del Partido respeta la opinión de los camaradas y no tiene inconveniente en que se hagan públicas, ya que de esa manera se contribuye a aclarar mucho mejor la situación y toda esta importante experiencia.

Dibujo. En H.H. «Resistencia».

*El Movimiento de Solidaridad.

P.: ¿Cómo ha transcurrido la situación afuera? Hacía ya tiempo que no había manifestaciones, acciones de solidaridad con los presos…

M.: Es cierto que últimamente las acciones de solidaridad habían descendido en gran parte y esta tendencia a decrecer comenzó a manifestarse hace algunos meses, cuando la alimentación forzosa, el silencio informativo y la represión contra el movimiento de solidaridad, comenzaron a surtir los efectos deseados por el gobierno: Prolongar la lucha no buscaba sólo la rendición de los presos sino también agotar al Movimiento, desorientarle y finalmente paralizarle. Y hay que reconocer que en parte lo han conseguido. Pero sólo en parte. Porque en una lucha tan prolongada es imposible, hoy por hoy, mantener un nivel de movilización permanente. Al contrario, es lógico que se «resienta» por momentos para volver más tarde «a levantar cabeza».

P.: ¿Cual es el motivo en vuestra opinión, de que la gente y otros grupos en la calle, no respondieran con suficiente solidaridad?

M.: A eso tenemos que decir, que la respuesta que hemos alcanzado de mucha gente, ha sido mayor incluso de la que nos podíamos esperar al comienzo de la lucha. Lo que no quiere decir que tuviésemos una predisposición al pesimismo. Sencillamente, éramos realistas y sabíamos que movilizar «ampliamente» en apoyo de unos presos calificados hasta ahora como lo «peor», denigrados hasta el límite por la propaganda oficial y reformista, defender en la calle y frente a la amenaza estatal la bandera de los presos políticos, eso es algo que no lo iban a hacer «millones» de personas, pero no por ello vamos a quedarnos de brazos cruzados.

Cuando comenzó la huelga de hambre, las fuerzas del Movimiento de solidaridad eran escasas, y hubo que centrarlas en acciones de denuncia, como el encierro de los familiares en la Cruz Roja, de forma que se rompiera el silencio impuesto sobre esa lucha. Y otro núcleo de activistas allegados a los presos en huelga, centró su actividad en la creación de círculos de apoyo y al acercamiento con otros movimientos u organizaciones, que de una u otra forma, mostraron su solidaridad con la lucha de los presos. Y fueron muchas las acciones y manifestaciones que se realizaron conjuntamente en el periodo más crítico de la lucha. Pero, como decíamos, la prolongación de la huelga fue redudiendo, poco a poco, el nivel de participación y movilización, alejando primero a los más dudosos, hasta volver al estado de fuerzas con que nos encontrábamos al principio.

Pero esto no inutiliza para nada la lucha que hemos mantenido, porque ha favorecido el acercamiento a otros muchos sectores en lucha, al conocimiento y apoyo mutuo.

Y este es un paso muy importante, porque sólo en la medida que nos acerquemos a todo el movimiento, conseguiremos que haga suya la lucha de los presos, que asuma como una de sus principales reivindicaciones, no sólo que no se les torture ni se les aniquile en las prisiones, sino el que es nuestro objetivo fundamental: su completa liberación

Dibujo. Presa política puño en alto.

*Futuro

P.: Los presos dicen que ellos quieren seguir luchando. ¿Qué medios y caminos veis vosotros? ¿Cómo se puede, en un estado como en el que se encuentran, conseguir algo?

M.: En la actual situación, se impone una lucha individual de cada preso, de acuerdo a las condiciones concretas con las que se enfrente, pero una lucha de resistencia tendente, sobre todo, a mantener en alto la bandera de la dignidad y su integridad como presos políticos. Y esto a nivel de colectivo, no como individuos aislados. Esto se concreta en rechazar los chantajes que les están ofreciendo, el trato humillante que tratan de imponerles, lo que supone, está suponiendo ya para muchos presos, hacer frente al aislamiento total, a los malos tratos, al recorte de sus derechos más elementales, como es el de la comunicación con el exterior en todas sus formas…

Pero esta situación, no cabe duda de que no durará mucho tiempo, el necesario hasta que las condiciones cambien y vuelvan a la huelga de hambre, arma que, a pesar de la alimentación forzosa, sigue siendo la más fuerte en manos de los presos políticos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.