Más de siete décadas de intervención y dominio USA en Colombia. (I de III)

Estados Unidos contra Colombia, 1 de 3.

Estados Unidos: Así expolia y masacra

Agenda

Colombia – desde 1846

Más de Siete Décadas de Intervención y Dominio

-I de III-

Cartel. El bogotazo y Gaitán.

La injerencia de Estados Unidos en Colombia comenzó en 1846, al imponer sus intereses sobre el Istmo y el posterior canal de Panamá, situado en lo que entonces era territorio de la Gran Colombia. Además de amplios privilegios sobre el uso del Istmo, Estados Unidos se otorgaba la potestad para reprimir los conflictos sociales en esa parte del territorio. Entre 1850 y 1902 sus tropas desembarcaron e invadieron este Istmo en catorce ocasiones. Desde entonces las clases dominantes de Colombia no han dejado de estar subordinadas a los imperialistas yanquis. Esta subordinación estratégica, con una autonomía restringida, son claves para entender la historia contemporánea de este país; porque han sido y son los Estados Unidos los que definen las líneas políticas que adoptan las élites de Colombia; del anticomunismo a la “guerra a las drogas” y a la “guerra global al terrorismo”, Washington le proporciona los argumentos y la agenda. Esa subordinación va de la mano de la modernización política y militar de Colombia y de una permanente influencia económica sobre las empresas claves de ese país. En la década de 1920 se incrementó dicha influencia en los sectores petroleros, bananero y financiero, mediante préstamos ligados al financiamiento de obras públicas e infraestructura, mientras que el 72 % de las exportaciones colombianas se consumían en EEUU.

A comienzos de 1918 se desencadenó una oleada de huelgas en la Costa Atlántica por parte de los trabajadores de los puertos, del ferrocarril y de algunas fábricas. La policía mató a varios trabajadores y se implantó por vez primera el Estado de Sitio para contrarrestar una protesta obrera. En 1928 se aprobó una ley que prohibía las organizaciones que promovieran huelgas y penas de cárcel para quien difundiera impresos y publicaciones prohibidas. Una huelga de los trabajadores del banano fue brutalmente reprimida con el saldo de más de mil muertos.

El comunismo era el adversario a destruir; a los manifestantes “comunistas y anarquistas” se les aplicaba la pena de muerte –que legalmente no existía– a la vez que se autorizaba a “…los miembros de la fuerza pública para castigar con las armas a aquellos que se prendan in fraganti delito de incendio y saqueo.”

En 1948, surgió en Bogotá un movimiento popular que aglutinaba a los sectores más empobrecidos del país, impulsado por el político liberal Gaitán; este planteaba una democratización de la política y la participación de los marginados de la vida pública. Esta movilización estremecía a los clanes oligárquicos, a los grandes industriales y las cúpulas corruptas de los partidos históricos que temían una “insurrección revolucionaria”. En abril fue asesinado Gaitán y se culpó al “comunismo internacional”. Una revuelta popular estalló entonces, conocida como El Bogotazo. El Ejército, la policía y cuadrillas de clericales y mercenarios asesinos se lanzaron contra los manifestantes. La persecución sanguinaria de los sublevados fue implacable, tanto en las ciudades, pueblos o zonas agrarias, produciendo un importante exilio interno, lo que llevó a los perseguidos y sus familias a organizar autodefensas campesinas armadas, tanto del Partido Liberal como del Partido Comunista.

La violencia represiva desatada desde entonces, durante los diez años siguientes, acabó asesinando, por lo menos, a 170.000 colombianos; la tortura con métodos sanguinarios se generalizó. Al tiempo, se producían la expropiación de 394.000 parcelas de pequeños y medianos campesinos y la consiguiente expulsión de varios millones de ellos a las ciudades. En esa carnicería se emplearon los medios militares proporcionados por Estados Unidos y la experiencia adquirida por el Batallón Colombia durante su participación en la guerra de Corea.

Para entonces, la asistencia militar de Estados Unidos buscaba desarrollar las fuerzas militares nacionales cuyo objetivo principal era combatir la “subversión comunista”, en la que se incluían intelectuales, sindicatos y movimientos sociales … /…

Continúa el 4 de febrero

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