Sobre la Asociación de Mujeres Antifascistas (AMA) y Mujeres Libres / Abusos sexuales de la Iglesia, entrevista con una víctima / El día en que Franco lloró, en 1974.

Foto. Mujeres del Partido Sindicalista.

Memoria histórica imprescindible:

-La mujer en la Guerra Civil española contra el fascismo.

Sobre la Asociación de Mujeres Antifascistas (AMA) y Mujeres Libres.

Un caluroso día 18 de julio de 1936, un grupo de militares africanistas se sublevó contra la Segunda República española, elegida democráticamente cinco años atrás. La rebelión triunfó en Galicia, León y zonas de Andalucía. España quedó dividida en dos sectores militares, el republicano y el fascista. Para todos los españoles comenzaron tres años de fuego, dolor y sangre, ¡tres años de agonía! ¿Y para las mujeres españolas? ¿Qué supuso la guerra civil para las mujeres de ambos bandos? Recordemos la organización y la movilización que ellas llevaron a cabo en muchos casos y lugares insólitos. Revivamos la violencia que se ejerció contra las mujeres. ¡Las violaciones fueron pan de cada día en aquella guerra fratricida! Si lo olvidamos, corremos el peligro de mutilar la memoria sobre su iniciativa, sobre sus capacidades y sobre sus propias posibilidades como mujeres…

https://serhistorico.net/2021/02/24/la-mujer-en-la-guerra-civil-espanola-soledad-bengoechea/

Foto montaje. Niña acurrucada ante cura con crucifijo.

-Abusos sexuales de la Iglesia.

Entrevista con Leonor Paqué, víctima de abusos.

Escritora y periodista ha grabado el documental ‘Hermana Leonor: 20.000 kilómetros de confesión’, en el que se entrevista con doce personas que sufrieron abusos de sacerdotes siendo niños, igual que ella.

Escuchar a Leonor Paqué (Bilbao, 1963) es como asistir a una lección de vida sobre el dolor y la vulnerabilidad de la infancia masacrada por un hombre vestido con sotana al que todo el mundo llamaba, con veneración, padre. Un sacerdote que entraba por la noche en la habitación de las niñas, en el Sanatorio de Santa Marina, en Bilbao, y abusaba sexualmente de aquellas criaturas enfermas.

Leonor contó en su libro En sus tibias manos esos abusos y los malos tratos de las monjas que regentaban el sanatorio. Ahora, coincidiendo con la publicación del informe del Defensor del Pueblo sobre la pederastia en la Iglesia, ahonda en este drama aún impune, con el documental Hermana Leonor: 20.000 kilómetros de confesión, en el que se entrevista con doce personas, cada una en una punta del Estado español, que fueron agredidas sexualmente por sacerdotes.

Foto. Leonor Paqué.

-En Hermana Leonor: 20.000 kilómetros de confesión, ¿qué podemos ver?

Yo soy periodista y también escritora y en mi imaginación no se me habría ocurrido las cosas que yo he tenido que escuchar de estos compañeros y compañeras, que les han hecho verdaderas aberraciones. Entonces podemos ver a gente, a grandes hombres como castillos que te dicen: “Mi padre se ríe porque no puedo dormir con la luz apagada”. O mujeres que te dicen: “Duermo con un bate de béisbol al lado de mi cama, porque como me pasaba por la noche, yo veía una luz en el pasillo, se abría la puerta…”, y entonces duerme con un bate de béisbol. Estamos viendo a adultos que una parte de ellos está prendida y siguen siendo niños, estamos viendo cómo lo cuentan, cómo se lo cuentan a su hermana en este caso.

Me lo cuentan a mí, que no dudo de que lo que me están contando es verdad, cosa que les pasa a menudo, que dudan de ellos, les insultan por las redes, por las calles. Una de las personas que salen en el documental me dijo “Gracias por haber venido a pasar el día conmigo”, porque está muy sola.

-Leonor, ¿es importante ponerle nombre al agresor, en su caso, un sacerdote?

Me gusta decirlo porque me ha costado mucho conseguir su nombre. Fíjate qué ironía: yo escribí una novela que se publicó en el 2015 que se llama En sus tibias manos, porque las manos de las monjas y las del cura eran tibias, a diferencia de las de nuestras madres, que eran lavanderas; y también porque la respuesta social es aún muy tibia. En la novela le puse un nombre ficticio al agresor, el padre Martín. No sabía su nombre real. Lo tremendo es que cuando he conseguido que abran los archivos es el mismo nombre que efectivamente mi cerebro había registrado. Se llama Martín Valle García.

-¿Qué ha podido averiguar sobre él?

Desde principios de los años 60 estuvo en el sanatorio prácticamente hasta su muerte. A pesar de que nosotras, las niñas, alertamos a los adultos de lo que estaba pasando, estuvo 25 años en aquel lugar. Seríamos 12 niñas, multipliquemos esas niñas por esos años, un solo agresor…

-El informe del Defensor del Pueblo arroja datos espeluznantes. Apunta a 440.000 víctimas españolas de la pederastia eclesial.

A nosotros nos sitúa en el primer puesto y no es de extrañar porque los que hemos vivido la historia sabemos que aquí un cura decidía en tu familia, incluso si tenías trabajo, si no tenías trabajo; eran los amos. Cómo no va a haber esta pederastia en nuestra iglesia, si eran los amos de la sociedad, de la educación, de nuestras almas, de nuestras celebraciones, de todo.

-¿Pero se esperaban estas cifras?

El sentido común nos decía que si en Francia hay 300 y pico mil y España tiene esta historia, va a haber más. Pero el hecho de verlo en titulares… Nosotros no creíamos que a lo largo de nuestra vida íbamos a ver esto. Cómo íbamos a imaginar, si no le importamos a nadie; cómo íbamos a pensar que iban a invertir dinero público en esto. Es una alegría. Esto es ya una conquista. No sé lo que ocurrirá a partir de ahora.

Mira, ha dicho el jefe de la Iglesia, Omella, con un tono muy jocoso y burlón: “Ustedes además de letras sabrán matemáticas. Jajaja. No es posible que estas estas cifras se extrapolen, bla, bla, bla”. Yo le digo: “No hable usted en ese tono, señor, que todos mis compañeros están diciendo que en mi habitación pasó; éramos tantos una noche; me pasaba a mí; y luego mirábamos por dónde iba la linterna para saber a qué otro le había tocado”.

A Omella le digo: “Ustedes saben que son muchísimos más. No nos insulte de esa manera. Ustedes son responsables; tienen un patrimonio maravilloso y tienen un concordato con nuestro Gobierno”.

-Sobre el fondo de indemnizaciones para las víctimas de la pederastia eclesial, ¿qué opina de la polémica: debe pagar el Estado o la Iglesia o ambos?

Nos hacen parecer víctimas muy feas cuando decimos que sí queremos que la Iglesia pague económicamente. Yo he venido en mi coche y si golpeo a alguien en un paso de peatones y le hago daño en un brazo, yo soy responsable. Tengo una responsabilidad y tengo un seguro para responder de eso. ¿Por qué la Iglesia no es responsable ante lo civil?

Dicho esto, yo creo que la sociedad civil también fue responsable y estoy de acuerdo con el Defensor del Pueblo en que el fondo tiene que ser compartido, porque el sanatorio en el que yo estaba pertenecía a la sociedad civil, era un lugar de salud, igual que ocurrió en muchas escuelas. Entonces creo que el Estado también es responsable y que ese fondo tiene que ser compartido.

-¿Qué consecuencias ha tenido en su vida aquella experiencia traumática?

Yo tenía ocho años cuando este cura abusó de mí y de las otras niñas. Yo digo que nos curaron una mancha en el pulmón, es cierto, pero ¿qué nos dejaron? No eres consciente hasta mucho después. Nos dejaron una vulnerabilidad. Era como si nos hubieran dicho: “Podemos hacer con vosotros lo que queramos y no va a pasar nada”. Yo creo que, por eso, viniendo de dónde venía, de padres tan humildes, pensé que tenía que formarme, que la formación es el parapeto de defensa contra los que te quieren machacar.

Entrevista completa:

https://www.publico.es/es/politica/leonor-paque-victima-de-abusos-estoy-de-acuerdo-con-el-defensor-del-pueblo-tienen-que-pagar-el-estado-y-la-iglesia/

Foto. Tarancón dando la comunión a Franco.

-El día en que Franco lloró.

La inteligente, creciente y oportunista separación de la Iglesia y la dictadura franquista culminó con la amenaza del cardenal Tarancón de excomulgar al dictador Francisco Franco.

Era una mañana fría de 1974, vísperas de la primavera, cuando el dictador recibió al cardenal, a petición de éste. Tras los saludos protocolarios, Franco se echó a llorar cuando el cardenal primado Vicente Enrique y Tarancón le comunicó que se vería obligado a excomulgarlo si expulsaba de España a Antonio Añoveros, obispo de Bilbao.

El 24 de febrero de 1974, el obispo Añoveros publicó la pastoral El Cristianismo, mensaje de salvación para los pueblos –escrita por sus vicarios y suscrita por él–, que hacía un llamamiento al reconocimiento de la identidad cultural y lingüística del pueblo vasco.

Casi dos semanas antes, Carlos Arias Navarro –apodado como Carnicerito de Málaga por su criminal pasado- había leído ante las Cortes un discurso que fue llamado “de la apertura” o del “espíritu del 12 de febrero”.

Creían que anunciaba una liberalización de las férreas estructuras del régimen franquista, lo que había introducido un aire político renovador y al que numerosos estamentos de la sociedad –de la prensa al clero ‘progresista’– decidieron acogerse a su letra para poder actuar en consecuencia, con relativa libertad, como si las palabras de Arias constituyeran verdaderamente el compromiso que anunciaban. Pero Arias, que preconizaba esa apertura controlada sólo como estrategia continuista del franquismo, acusó al obispo Añoveros de atacar gravemente a la unidad de España y ordenó su arresto domiciliario antes de su inmediata expulsión de España.

Arias dispuso un avión especial en el aeropuerto bilbaíno de Sondika para trasladar a Añoveros a la Ciudad del Vaticano, pero el obispo anunció que no abandonaría su diócesis si no era por orden de la Santa Sede y que si se le obligaba a hacerlo por la fuerza, contra lo dispuesto en el concordato entre España y el papado de 1953, los ejecutores y la cadena superior de mando, lo que suponía llegar a Franco, incurrirían automáticamente en la pena de excomunión.

El Gobierno Arias no tuvo más remedio que retirar la orden de expulsión tras el extremado planteamiento que Tarancón le hizo a Franco en su despacho de El Pardo, que terminó con el dictador desolado y bañado en lágrimas. Añoveros continuó al frente del obispado bilbaíno hasta su retiro en 1978.

Cosas del nacional-catolicismo… Así, Tarancón pasó a la historia como ‘primado anti-franquista’ jajajaja.

En: eldiario.es

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