MPM ‘Arenas’: Me considero un representante de la Democracia Española masacrada, perseguida, humillada… Soy comunista y republicano, como aquellos tantos otros que combatieron en España al fascismo.

Portada y contra, del libro de cartas de Arenas.

Catálogo de materiales:

-Hoy, recomendamos:

De Dentro Afuera

Cartas desde la cárcel

MANUEL PÉREZ MARTÍNEZ. ARENAS

Principios de lucha de por vida:

Prisión de Fresnes (Francia), 23 – 11 – 2000

Queridos camaradas:

Hoy he recibido la primera carta, me la ha enviado M. J. B. desde A Coruña, junto a un comunicado de la Organización del Partido de Galicia que denuncia nuestra detención y una página fotocopiada de El Mundo, el diario del Sindicato del crimen. Inmediatamente he pedido prestado papel y boli, pues carezco de dinero para comprarlos en el economato, y gracias a ese préstamo he podido ponerme a escribir esta carta. No sé cuándo podré entregarla. Me han aislado, y desde que estuvieron aquí los abogados al día siguiente de mi ingreso, no he vuelto a hablar con nadie. Ya sabéis que mi francés es más que lamentable, y como el castellano tampoco tengo la posibilidad de hablarlo con nadie, lo más probable es que, si se prolonga mucho esta situación, me quedaré «mudo».

Sobre mi detención y la de I. ¿qué os puedo contar que no sepáis? Buscaban armas y explosivos (un arsenal) en nuestro domicilio, pero solo encontraron libros, papeles, un ordenador y máquinas de escribir. También han requisado una pequeña suma de dinero procedente de las cuotas y otras ayudas de los militantes y simpatizantes del Partido.

Las 72 horas que he permanecido en las dependencias policiales han sido muy duras para mí… No interpretéis esto que acabo de decir como una «denuncia». La verdad es que la policía judicial francesa no me ha maltratado ni de palabra ni de obra (¡En algo se tenía que notar la diferencia! ¿No os parece?). Lo que más me preocupaba, y me sigue preocupando, es la situación que se nos ha creado, pero en fin… ¿cuál ha sido la causa que ha motivado esta nueva redada? Pienso que, el hecho de que hayan seguido a T. desde Madrid hasta su casa, aquí en París, y que fuera él quien nos los «pegara», no lo explica todo, ni siquiera considero que eso sea lo más importante. Lo verdaderamente determinante a todos los efectos ha sido el tiempo que hemos perdido con los Papones (Los “fraccionalistas”) y con otros problemillas que hemos tenido últimamente, de manera que, cuando al fin nos habíamos desprendido de ese pesado fardo que llevábamos encima y comenzábamos a poner orden en el trabajo, era ya demasiado tarde. Se puede asegurar que esta vez nos han ganado la partida «por la mano». Una verdadera pena, pero así son las cosas también en este «juego». Parece que solo aprendemos dándonos batacazos contra el duro suelo de los calabozos.

De todo esto yo soy el principal responsable por no haber sabido convencer a los camaradas de la necesidad de actuar con más celeridad y mucha más energía. Claro ¡somos tan buenas personas, nos amamos tanto, que al final vienen los otros y nos dan por «ahí» a todos! Es muy revelador a este respecto que, aun en las últimas reuniones de la Comisión Política que hemos tenido, T. no terminara de «creerse» lo que podía ocurrir y que ya estaba ocurriendo con la organización del interior. No es de extrañar, pues, que haya sido este mismo colega el que nos ha traído a la pasma pegada en su culo.

Ahora no cabe duda que las cosas se nos han puesto muy duras, sobre todo desde el punto de vista de la organización, pero no tan crudas como las hemos tenido otras veces. Lo más urgente en estos momentos es recomponer la Dirección del Partido. Para ello contamos con militantes suficientemente preparados y con experiencia que pueden coger firmemente las cosas en sus manos. Además, tenemos abiertas unas cuantas «canteras» de lo más prometedoras. Los «viejos» pueden ayudar mucho en ese trabajo. En eso estábamos. Ahora se trata de acelerar audazmente ese proceso. Por lo demás, pienso que lo ocurrido va a suponer un revulsivo para mucha gente, pues confirma cabalmente la denuncia que hemos hecho sobre los derroteros políticos que ha tomado el régimen: efectivamente, ¡este vuelve a sus orígenes! En realidad, no le queda ya ninguna otra salida.

Cartel. Arenas. SG del PCE(r) y preso político.

Con relación al interrogatorio ¿qué os puedo decir?, no es prudente entrar en detalles. Ya he dicho que la policía francesa no nos ha maltratado. Nuestra única «queja» fue que no pudimos pegar ojo en todo ese tiempo, pues resulta que tras la sesión de cada día éramos conducidos a distintas comisarías a pasar la noche y eso, en París, es una verdadera locura… Me sentía como un zombi cada vez que me llevaban a interrogar. Pero, bueno, creo que todo fue bien. Los camaradas, desde luego, se han comportado como debían. En lo que respecta a mi sumario, no digo que recoja «toda la verdad» porque, ciertamente, aún queda mucha tela que cortar, pero sí contiene buena parte de ella, particularmente en lo que se refiere a las relaciones del Partido con los GRAPO. Esperemos que, cuando se celebre el juicio, me dejen aclarar lo que falta.

Otra cosa muy distinta es lo que el juez instructor, un tal Bruguière (versión francesa del juez Garzón español), ha querido atribuirme para tratar de justificar mi detención y encarcelamiento (al igual que el de I. y el de los demás camaradas). Ya desde el primer momento de mi comparecencia ante este juez se pusieron de manifiesto tanto sus «formas» como su talante, digamos, «democrático». Intentaré resumir cuanto ahí se dijo:

Entré en el despacho del juez junto a mis tres abogados (dos españoles y una ciudadana francesa); en él se encontraban ya la traductora y la secretaria del juez. Al poco llegó el fiscal y se situó detrás de nosotros, y por último, como manda el reglamento, hizo su entrada triunfal el señor Bruguière. Y digo «triunfal» no solo por el modo en que lo hizo (marcando el paso, pisando fuerte), sino, sobre todo, por el tipo de pregunta que me hizo nada más entrar:

¿No me reconoce? (Podéis imaginar mi sorpresa y la de todos los demás ante este golpe de efecto).

Pues no, señor, -le respondí- no le reconozco.

Yo a usted, sí; estuve presente en su detención… ¿cómo no me va a reconocer? -volvió a preguntarme.

Hombre -le dije- en aquellas circunstancias, como podrá comprender… Fue todo tan rápido, tan sorpresivo para mí… Yo suponía que Francia era un país democrático…

Francia -me interrumpió el juez- no acoge terroristas.

Eso tendrá que ser probado -le respondí.

Por ese motivo le hemos detenido.

La policía me comunicó que se trataba tan solo de una «encuesta», pero usted ya me ha sentenciado… ¿Dónde está la «presunción de inocencia» a la que creo tengo derecho?

España es un Estado democrático -dijo el juez por toda respuesta.

El mismo Estado que fue creado por los militares fascistas que se sublevaron contra la República Popular -le respondí.

Pero ahora tiene una monarquía constitucional -volvió a insistir el juez.

Sí, la que nos impuso Franco a los españolitos antes de morir.

El despacho se estaba caldeando. Habíamos convenido con los abogados que no haríamos declaraciones antes de que ellos pudieran estudiar los sumarios. Así que nos esforzamos a más no poder para «enfriar» un poco el ambiente. Después de ese intercambio de impresiones entre el juez y un servidor, me tomaron los datos personales e intervino el fiscal. De lo que este dijo poco os puedo comentar, pues el pobre hombre se limitó a leer el papelito que llevaba escrito (copia, seguramente, del «informe» que le habría enviado la policía española) y no dijo ni una sola palabra más. Eso sí, con lo que largó ya era suficiente… No me atribuyó la paternidad de la bomba atómica por un descuido. Seguidamente le tocó el turno a mi abogada francesa, que lo empleó tan solo para pedir que me pusieran en libertad inmediatamente, ya que, dijo: «Este hombre es un pensador y el pensamiento, señor juez, no puede ser encarcelado»

En fin, una formalidad, pues de sobra sabe esta abogada que el juez Bruguière es capaz de meter en la cárcel hasta al mismísimo Espíritu Santo. No voy a comentar el discurso final que pronunció este señor, solo decir que ni el juez español más facha se hubiera atrevido a decir las barbaridades que se le ocurrieron al juez Bruguière. Esto es, sin duda, lo que buscan los Aznares, Orejas y demás calaña: un juez ultrarreaccionario de un país «democrático», que nos acusa en nombre de una democracia que en España jamás ha existido. Se nos quiere procesar, además, en Francia por unos «delitos» cometidos en España.

Bien, cuando hubo terminado el juez su «terrible» discurso, pedí la palabra:

Me ha dejado usted perplejo, señor juez. Todo lo que acaba de decir demuestra que ni tan siquiera se ha tomado la molestia de ojear el sumario. Es evidente que sus acusaciones no están basadas en la «encuesta» policial, sino que son resultado de un prejuicio establecido de acuerdo con la versión política de las autoridades españolas… Al oírle hablar, señor Bruguière, me he sentido trasladado a un periodo triste y vergonzoso de la historia reciente de Francia: a la época del régimen de Vichy ¿Es que ha resucitado el Mariscal Petain?

Podéis imaginar, queridos hermanos y hermanas, la tensión que se había generado allí dentro. Casi no se podía respirar. El rostro del juez se había demudado. Yo pensé que le podía dar un infarto. Tuve que plegar velas y pedir disculpas a mis abogados por el incumplimiento, por mi parte, del acuerdo a que habíamos llegado. Alegué, no obstante, en mi descargo, que nada de lo que había dicho fue premeditado, sino la expresión espontánea de mi corazón apasionado… Inmediatamente aceptaron todas mis explicaciones. Al señor Bruguière se le puso mejor cara, incluso, en un arrebato de generosidad que le «honra», me alentó a continuar siendo tan «apasionado»… ¿Qué más podía yo desear? Ante la consternación de mis abogados (en aquel preciso momento, E., mi abogada francesa, indignada, llamó al orden al juez, conminándole a que cesara en su «provocación») pedí de nuevo la palabra para hacer una petita declaración. Estas fueron mis últimas palabras:

Me considero un representante de la Democracia Española masacrada, perseguida, humillada… Soy comunista y republicano, como aquellos tantos otros que combatieron en España al fascismo y que después contribuyeron con su sangre, e incluso con sus vidas,a la liberación de la Francia ocupada… Me he refugiado en este país porque en el mío no hay justicia ni hay libertad, porque continúa dominando en él un régimen fascista, tiránico… Nuestra lucha de hoy contra este régimen es la continuación de aquella otra que libraron los obreros, los campesinos y todos los pueblos de España contra los sublevados fascistas, y esta lucha no va a cesar con mi encarcelamiento y el de mis camaradas; al contrario, tengo el profundo convencimiento de que se va a incrementar en todas sus formas porque se trata de una lucha legítima y justa…

No pude proseguir. El gendarme que tenía pegado a mis espaldas comenzó a darme golpecitos con las esposas en la nuca.

Desde el Palacio de Justicia nos trasladaron a las cárceles. Y aquí me encuentro solo en una celda, en régimen especial de vigilancia y aislamiento.

La prisión de Fresnes es famosa por la frialdad de sus muros. Pero esta misma tarde he comenzado a percibir cierto calorcito… Unos compañeros, presos comunes, a los que ni siquiera he podido ver, me han hecho llegar un infiernillo para calentar la sopa, jabón, tabaco y otras chucherías… la Francia más profunda, que me saluda.

¡Buenos chicos!

Un abrazo fraternal para todos.

Foto. Portando cartel de mano con foto de Arenas.

El libro y otro buen puñado de materiales, en el catálogo de la web, en etiqueta de portada

Foto. Cartel a mano, frase de Arenas.

*»RESISTIR significa estar dispuesto a organizarse y a luchar decididamente para derrocar el poder de la clase capitalista y crear un sistema económico y social enteramente nuevo».

-CAMARADA ARENAS.

Pegatina «Arenas es uno de los nuestros».

*Pegatina 1º de Mayo, libertad Arenas.

Arenas es uno de los nuestros.

¡Hay que arrancarle de las garras del fascismo!

«Me siento culpable del delito de ser comunista desde los 14 años y de haber combatido desde entonces, junto a mis camaradas, el orden injusto de la burguesía»

Manuel Pérez Martínez, Arenas.

Cartel en una fachada.

*Cartelada en Bizkaia. Arenas Kamarada askatu. Amnistia.

Ia 30 urte daramatza kartzelan:

Por defender el derecho de autodeterminación, la territorialidad y la cultura nacional.

Por trabajar por la unidad popular con los movimientos de liberación nacional en la lucha contra el régimen fascista.

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