40 aniversario de la muerte en huelga de hambre de Kepa Crespo Galende, militante comunista, el 19 junio de 1981. Memoria en ‘El Otro País’.

Cartel homenaje a Kepa Crespo, de La Cheka.

40 aniversario de la muerte en huelga de hambre de Kepa

Artículo publicado en “El Otro País” n.º 99, sep-oct de 2021.

La muerte de Juan José Crespo Galende “Kepa” destapó la ‘Reforma Penitenciaria’, en sintonía con la Reforma del régimen fascista, en la llamada ‘Transición’.

El 19 de junio de 1981 moría en el Hospital La Paz de Madrid Juan José Crespo Galende, “Kepa”, militante vasco del Partido Comunista de España (reconstituido), PCE(r), después de 3 meses en huelga de hambre contra la política de exterminio aplicada contra los presos políticos del PCE(r) y de los GRAPO en la prisión de Herrera de la Mancha.

A esa prisión fueron dispersados una parte de los presos de este colectivo tras la fuga de la prisión de Zamora de cinco dirigentes de los GRAPO, el 17 de diciembre de 1979. Herrera era ya una prisión de castigo para los presos sociales más reivindicativos de la COPEL. Los recién llegados son desnudados y encerrados en celdas de aislamiento. Luego les visten con un mono para apalearles sin dejar huellas de sangre en su ropa. A uno de ellos le dejan sin conocimiento y tienen que darle varios puntos de sutura.

Para los presos políticos del PCE(r) y de los GRAPO comienza una dura batalla contra el intento de imponerles un régimen de aniquilamiento “novedoso” en España. La “tortura blanca” de las prisiones alemanas o inglesas se combina con el garrotazo y tentetieso genuinamente hispano. Era la “Reforma Penitenciaria”, en sintonía con la Reforma del régimen fascista, la llamada “Transición democrática”.

Pese al aislamiento más absoluto entre los presos y el exterior, poco a poco se va conociendo en la calle la clase de “tratamiento” que reciben los presos en aquella nueva prisión. Cobra cierta fuerza un movimiento popular, impulsado por familiares, abogados, periodistas, organizaciones políticas extraparlamentarias y de derechos humanos que ponen en la picota las torturas y los malos tratos en esta prisión.

El gobierno de la UCD, presidido por el falangista Adolf Suárez, se ve obligado a parecer interesado por el tema y recurre al modo típico de la época: “si quieres tapar algo, crea una comisión parlamentaria…” Esta Comisión llegó a entrar de visita en Herrera y de ella formaban parte tantocentristas” de la UCD, como “izquierdistas” del PSOE, el PCE o Euskadiko Ezkerra. (Lo más parecido al arco parlamentario actual: PP-PSOE-UNIDAS PODEMOS y BILDU…)

Como era de esperar, la Comisión sentenció que no había pruebas de la existencia de torturas ni malos tratos en esa prisión y dio carpetazo al asunto, Pero sus representantes “de izquierda” tuvieron que pasar por el trago de ser abucheados y tratados de “traidores y vendidos” por los presos políticos allí encerrados en las celdas de castigo.

La represión en Herrera de la Mancha sigue su curso y los presos políticos se ven nuevamente obligados a defenderse con el único arma que disponen: la huelga de hambre. Durante 1980 protagonizan tres, con un total de 50 días de ayuno. En todas ellas consiguen pequeñas mejoras que enseguida son arrebatadas por nuevas provocaciones e incumplimientos de lo acordado por parte de los carceleros que actuaban a las órdenes directas de “Madrid”.

En un comunicado los presos cuentan cómo después de 38 días de huelga de hambre “la Dirección vino a negociar con nosotros una serie de mejoras (…) y arrancamos un régimen de vida algo más humano del que entonces teníamos”. Pero duró poco. “Un mes después nos montaron otra provocación consistente en hacernos medir la pared con los codos y recoger las colillas de los pasillos, al mismo tiempo que nos quitaban todo lo que habíamos conseguido”.

“No voy a volver a Herrera a recoger colillas”, afirmaba Juan José Crespa, ‘Kepa’, cuando avanzada la huelga estaba ya ingresado en el Hospital Penitenciario de Carabanchel. A esta huelga se irían incorporando escalonadamente otros camaradas, en Herrera y en otras prisiones, como la de mujeres de Yeserías, en lo que fue considerado como “un pulso” entre el gobierno y los GRAPO.

Sobre este “pulso” y la situación en la que ya se encuentra Crespo Galende se establece, por parte de la prensa y los demás medios un muro de silencio y una represión feroz contra los familiares de los presos políticos y las organizaciones de solidaridad que pretenden denunciar la situación en Herrera de la Mancha.

Kepa”, a pesar de su estado de salud es trasladado a Carabanchel para someterle a juicios y a los 40 días en huelga es encerrado en una celda de castigo del Hospital Penitenciario. Allí es sometido a todo tipo de chantajes para que abandone la huelga. El 24 de Mayo reitera su intención de llegar hasta el final, a lo que el entonces ministro de justicia, Fernández Ordoñez, responde que “si hace falta se alimentará a la fuerza a los huelguistas”. Ante la sospecha de que el agua que les dan está tratada y contiene vitaminas, ‘Kepa’ inicia una huelga de sed el 5 de junio. 3 días después es trasladado a la UVI de la Paz donde le inyectan suero a la fuerza y los médicos que no obedecen a las autoridades son amenazados con procesos por “colaboración con los terroristas”.

La tensión y el malestar entre los sanitarios es enorme; en el hospital se está practicando un novedoso tipo de tortura en España: alimentar a un preso político contra su voluntad, alargando así su agonía. Ellos aseguran que está al borde de la muerte mientras que el gobierno dice que no teme por su vida y que incluso se está recuperando…

Portada «Morir para sobrevivir».

El viernes 19 de junio de 1981 Juan José Crespo Galende, «cae asesinado por un gobierno que no ha dudado en torturarlo mientras agonizaba, un gobierno que ha prohibido incluso a familiares y abogados acompañarle en sus últimas horas», decía en un escrito la Asociación de Familiares y Amigos de los Presos Políticos, AFAPP, publicado en el libro “Morir para sobrevivir».

En cuanto se supo la noticia, una ola de manifestaciones recrre el Estado español, pero sobre todo en su localidad natal, Las Karreras, Bizkaia, y en el resto de Euskal Herria. También fuera de las fronteras del Estado español.

En Madrid fue convocada una concentración en el Instituto Anatómico Forense, donde había sido depositado el cuerpo de Kepa. Pero apenas unos pocos familiares y amigos pudieron despedirle, en medio de las risotadas e intimidaciones de los policías, la mayoría de paisano, miembros de las Brigadas Regional y Operativa de Madrid, entre ellos “Billy el Niño”. No quería perderse ver muerto al enemigo al que había torturado hasta el límite y que pudimos conocer gracias a las fotos filtradas a un medio de comunicación de la época.

Como colofón a esta barbarie, recordemos que los familiares de «Kepa» recibieron tiempo después, una elevada factura de la SS pretendiendo cobrar el coste del «tratamiento», la alimentación forzosa a la que había sido sometido durante su estancia en el Hospital de La Paz de Madrid…

40 años después, creemos que recordar a «Kepa», rendir homenaje a su entrega infinita, no puede desligarse ni de su militancia política ni de la causa colectiva en la que se implicó «hasta las últimas consecuencias». Ni podemos olvidarnos de sus camaradas, muchos de los cuales sufrieron graves secuelas físicas y síquicas al tomar parte en aquella lucha y en otras posteriores. Algunos aún siguen dentro de esas cárceles de extermino cuya experiencia piloto fue Herrera de la Mancha.

Placa en honor de Kepa, en Las Karreras.

DATOS DE LA ÉPOCA QUE NO RECUERDA LA ACTUAL «LEY DE MEMORIA DEMOCRÁTICA”

1981. -“(…) En la cárcel hay actualmente alrededor de 200 militantes de ETA militar, 50 de ETA(pm) y otros 50 pertenecientes a grupos autónomos. Los GRAPO tienen en prisión unos 100 militantes. El resto de los presos que están encarcelados pertenecen a grupos anarquistas, unos treinta, el FRAP, siete, y el resto, más de 70, están sin clasificar, pero en su mayor parte son vascos y gallegos”, escribía Rafael Gómez Parra en el semanario la ‘Gaceta Ilustrada’ el 14 de junio de 1981, añadiendo que “no llegan a la docena los presos de extrema derecha”.

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