Cómo la República protegió las obras de arte. Pluma Pincel Palabra. 1931-1939. Al servicio de la Cultura

Foto. Protección con sacos terreros y andamiaje en un museo.

Pluma Pincel Palabra. 1931-1939. Al servicio de la Cultura Popular

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La protección de las obras de arte

Juan Vicens

«España viva. El pueblo a la conquista de la cultura”

«Miliciano de Madrid, tú, que exponiendo tu vida, con una bomba en la mano destruyes un tanque enemigo, mientras con la otra salvas un cuadro, un libro, pedazos de nuestra Historia, eres el símbolo de la nueva vida que emerge de entre tanta sangre derramada, ahora, en la víspera de la victoria definitiva contra el fascismo, eres la vanguardia del mundo civilizado, millones de hombres te miran, no renuncies al honor de esa admiración, aunque te cueste la vida” (Josep Renau).

«Esta cuestión ha suscitado vivos debates en el mundo entero. Se ha realizado una vasta campaña contra los pretendidos horrores de los rojos. Los rojos, decía esta falsa propaganda, son unos bandidos, unos sádicos, vándalos que destruyen por placer monumentos y las obras de arte”.

Foto. Camiones descargan cajas protegidas de obras de arte ante un museo.

La realidad fue exactamente la contraria.

Una de las primeras medidas fue crear una junta encargada de salvar el patrimonio artístico. Su tarea fue poner a salvo las obras de arte de los palacios e iglesias tomados por los sindicatos y asociaciones políticas, a la vez que se ponía en marcha un sistema de propaganda, estudiantes de bellas artes crearon carteles que colgaban por todas partes alentando al pueblo a la defensa de su patrimonio. Las obras más importantes de este patrimonio se encontraban en el museo del Prado, primero fueron trasladadas a los sótanos del museo y proteger el edificio con andamios y sacos terreros, pero el 10 de noviembre de 1936, con el enemigo a las puertas de la ciudad, salió del museo el primer convoy hacia Valencia cargado con 18 obras maestras de artistas como Tiziano, Goya, El Greco o Velázquez. Seis días después un ataque aéreo alcanzó, entre otros edificios, al museo del Prado y ante el aumento de los bombardeos sobre Madrid se decidió acelerar la evacuación del tesoro artístico a Valencia. Este fue un aspecto, el más conocido, pero hay otro, el que señala Juan Vicens, el que fue realizado por todo el pueblo y su esfuerzo y preocupación por salvaguardar la herencia del pasado.

«¿No es conmovedor pensar que muchos de estos milicianos que salvaban estas riquezas eran analfabetos, pobres campesinos, desheredados, que siempre habían estado ignorantes de los tesoros artísticos de la historia española y a los que nadie había enseñado a apreciar su valor y su belleza? Ellos sintieron instintivamente que, en lo sucesivo, estas riquezas ya no serían propiedad personal de ricos coleccionistas, sino del pueblo entero al que este magnífico patrimonio revertía por derecho y, desde ese momento, lo han asumido con celoso cuidado”.

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