Ante la desorientación: ¡Fórmate, organízate y lucha en las calles!
-Comité d’Asturies Pola Amnistía
En estos momentos de incertidumbre, es evidente la desorientación en la que estamos inmersos la clase obrera y el movimiento popular. Parece como si esta situación pandémica nos hubiese caído del cielo para desmoronar toda nuestra realidad. Es habitual notar la sensación de cansancio, de preocupación y de desidia de buena parte de la población. La sensación de estar dentro de un barco que se está hundiendo poco a poco, y del que no saber cómo salir a flote.
No pretendemos dar a entender la existencia de no se qué receta mágica que nos venga a resolver problemas estructurales y tan profundos como los que tenemos encima que, por otra parte y en buena medida, ni son tan nuevos ni tan actuales.
Necesitamos dotarnos de herramientas para dar una respuesta a la ofensiva ultrarreaccionaria del capital que está trayendo consigo el sistema capitalista: la unidad de las fuerzas populares y la organización de la clase obrera en una misma dirección. Tenemos que tener claro que sin un análisis correcto no se puede articular ninguna respuesta ni ningún proyecto revolucionario. A lo que nos enfrentamos es a un sistema en decadencia, en una crisis permanente de la que la pandemia es solo una consecuencia. Su origen, se halla en las dinámicas internas de funcionamiento del capitalismo imperialista. En la llamada “globalización” que ha exacerbado hasta el extremo sus contradicciones internas.
La pandemia se está utilizando como una cortina de humo para ocultar las verdaderas causas de la crisis económica (para dar pasos en falso) e intentar neutralizar el incremento de la lucha de clases que se va a dar en todo el mundo.
Por eso debemos tener cuidado a la hora de interiorizar la información que recibimos, saber separar lo fundamental de los accesorio y no caer en visiones apocalípticas e idealistas que solo sirven para desarmar a la clase obrera y fortalecer posturas reaccionarias.
El coronavirus no ha traído la crisis ni la represión y el control social, sino una aceleración de la capacidad tecnológica, pero no los elementos de base de las políticas represivas, que son cuestiones de Estado.
Si para algo debe servir lo vivido durante todos estos meses, es para abrir los ojos de una vez y empezar a organizarnos y actuar. Lo que está claro es que de la pandemia vamos a salir más empobrecidos, más precarizados y más controlados. La criminal gestión por parte de este gobierno hace que tengamos una de las mayores tasas de mortalidad del mundo, que no se estén implementando las medidas sanitarias necesarias y que la pobreza aumente. Por no hablar de que no han derogado (ni piensan hacerlo) la ley mordaza, la reforma laboral, etc. Están mimando y reforzando a los cuerpos represivos y aumentando el gasto militar. Además, se esperan cientos de miles de despidos, el cierre masivo de pequeños negocios, el aumento de los precios en gas, luz y productos básicos, etc.
La precariedad laboral que tenemos en España es fruto de la terciarización de la economía, y eso no lo va a cambiar ningún gobierno como este, que actúe en beneficio de los intereses del capital financiero y de los grandes monopolios. Las ayudas de la UE establecen que un 25% de los presupuestos irán destinados al turismo, lo que indica que seguiremos en la senda de ser un país de sol y playa, con trabajadores sumidos en la miseria, sin tejido productivo y sin horizonte de cambio alguno. Únicamente una ruptura con la EU y la nacionalización de la banca, de las grandes empresas y de los sectores estratégicos pueden hacer mejorar esta situación, poniendo de esa manera todos los recursos al servicio del pueblo. Para ello necesitamos cambiar el modo de producción en aras de una economía planificada con una perspectiva socialista.
Los efectos de la pandemia van en todas direcciones. Por un lado pueden llevarse por delante a medio plazo a este gobierno del PSOE-UP. Por otro, pueden dejar tocada a la población psicológica y moralmente, y es ahí donde queremos incidir ahora principalmente.
La dependencia de las móviles y las nuevas tecnologías están jugando un papel muy importante. El bombardeo de noticias es constante, por todas partes. No hay lugar donde no nos hablen de lo mal que está todo, de que tenemos que hacer esfuerzos “entre todos” (entre la clase obrera y la burguesía) para salir adelante. Pero, si algo está poniendo al descubierto esta situación son los intereses irreconciliables entre la clase dominante y las masas populares, la falacia del llamado “Estado del bienestar” y los discursos neoliberales sobre privatizaciones y el nulo papel de los Estados.
Si no queremos ser inducidos por nuestra propia dependencia hacia los móviles y las nuevas tecnologías, debemos hacer un uso más limitado de ellas. Por nuestra privacidad y seguridad, pero también por el bien de nuestra propia capacidad militante. Dedicarles el tiempo imprescindible para la difusión de ideas, de agitación y de nuestras propias acciones. Son una buena herramienta para ello, pero no para desarrollar nuestra militancia. En cuanto al tema de la formación, también debemos aprovechar ese espacio, pero no limitarnos a él. La capacidad de reflexión, interiorización y compresión es mucho mayor si nos volcamos en la formación clásica mediante papel, en la unión de la teoría y la práctica. Las pantallas agotan y merman nuestra concentración. No nos podemos limitar a desahogarnos detrás de un teclado, evadirnos de la realidad y esquivar los problemas pensando que llegarán días mejores. Esto conduce a la inacción y al inmovilismo de la gente, y eso es lo que no podemos consentir. Todos utilizamos las redes sociales, el ordenador y el teléfono móvil, pero eso no puede ser el eje central de nuestra vida, nuestras relaciones sociales y por supuesto, de nuestra lucha contra el sistema.
Se acerca un nuevo ciclo de movilizaciones y luchas populares, y tenemos que retomar la iniciativa y la motivación. Salir a las calles con actitud. Combatir los efectos psicológicos que están trayendo consigo los confinamientos, las cuarentenas y el bombardeo constante de los medios. Combatir los efectos prácticos del empobrecimiento de la clase obrera, de la represión y de la explotación capitalista. Extender la solidaridad con los represaliados y los sectores más golpeados.
Hemos de recuperar todos los derechos y las libertades que nos han sido arrebatados, incluso aquellos de los que nunca hemos disfrutado desde 1939. Tenemos que organizarnos y plantar cara a este régimen fascista que solo aspira a tenernos sometidos y alienados, y a un sistema capitalista que se encuentra muy tocado. Ni esta situación les viene tan bien a los grandes capitalistas (que por otra parte se están forrando más que nunca), ni nos viene tan mal a los movimientos populares para desarrollar una lucha definitiva que vaya encaminada hacia un proceso revolucionario. Avancemos con determinación.
Ante la desorientación, actitud, formación y disciplina. En los momentos difíciles es donde se conoce a las personas realmente válidas y donde se forjan los verdaderos revolucionarios que harán caer al sistema para dar paso al establecimiento del poder obrero y popular. Está en nuestras manos ganarnos la confianza de los trabajadores, movilizarnos codo con codo e intentar actuar en todos los frentes que podamos y perder el miedo que tantas veces nos atenaza. Elevemos la conciencia de clase para fortalecernos y poder hacer frente a todas las batallas que se avecinan.
Ante el caos, la miseria y la barbarie capitalista, la revolución socialista es la única salida. Esa es nuestra receta.
¡Pongámonos manos a la obra!