Novela «La condición humana», de André Malraux, basada en la insurrección en 1927 en Shanghái contra los ‘señores de la guerra’ que gobernaban China con el respaldo del imperialismo.

Portada libro «La condición humana».

Alientos de lucha

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La condición humana

André Malraux

(Francia 1901 – 1976)

“Al abandonar Shanghai, Girors le había dicho que se refugiaba en casa de Kama; al llegar, le había enviado su dirección. Luego, nada…

Mientras caminaba, leía una carta de Pei, que le había sido entregada a la llegada del barco a Kobe, cuando había ido a que le visasen su pasaporte.

todos los que han podido huir de Shanghai les esperan. He recibido los folletos…

Había publicado, anónimamente, dos relatos de la muerte de Chen; uno de ellos, de acuerdo con su corazón: ”El asesinato del dictador constituye el deber del individuo ante sí mismo, y debe ser separado de la acción política determinada por las fuerzas colectivas”. El otro, para los tradicionalistas: “Del mismo modo que el deber final -la influencia que ejercen sobre nosotros nuestros antepasados- nos obliga a buscar nuestra vida más noble, así exige de cada uno el asesinato del usurpador”. Las imprentas clandestinas reimprimían folletos.

Ayer vi a Hemmelrich, que se acuerda de ustedes. Es montador en la fábrica de electricidad. Me ha dicho: «Antes, comenzaba a vivir cuando salía de la fábrica; ahora, comienzo a vivir cuanto entro en ella. Ésta es la primera vez en mi vida que trabajo sabiendo para qué, y no esperando pacientemente a que llegue el momento de reventar…». Dígale a Gisors que lo esperamos. Desde que estoy aquí pienso en el curso en que decía: «Una civilización se transforma, ¿verdad?, cuando su elemento más doloroso ─humillación en el esclavo, el trabajo en el obrero moderno─ se convierte, de pronto, en un valor; cuando ya no se trata de escapar a esa humillación, sino de esperar de ella la propia salvación;cuando no se trata de escapar de ese trabajo, sino de encontrar en él la propia razón de ser. Es preciso que la fábrica, que no es aún más que una especie de iglesia de catacumbas, se convierta en lo que fue la catedral, y que los hombres vean en ella, en lugar de los dioses, la fuerza humana en lucha contra la Tierra…».

Sí: sin duda, los hombres solo valían por lo que habían transformado. La Revolución acababa de pasar por una terrible enfermedad, pero no había muerto. Y eran Kyo y los suyos, vivos o no, quienes la habían lanzado al mundo.

Iré de nuevo a China como agitador: nunca seré un comunista puro. Nada ha terminado allá. Quizás allí volvamos a encontrarnos; me dicen que su solicitud está aceptada…

Un recorte de periódico cayó de la carta, doblado. May lo recogió: “El trabajo debe ser el arma principal de la lucha de clases. El plan de industrialización más importante del mundo está actualmente en estudio: se trata de transformar en cinco años toda la URSS; de hacer de ella una de las primeras potencias industriales de Europa, luego alcanzar y dejar atrás a América. Esta empresa gigantesca…”.”

Foto. André Malraux.

Sobre el autor:

Narrador, historiador y ensayista. En 1935 se incorporó al Partido Comunista. Participó en las Brigadas Internacionales. En 1939 abandonó el Partido Comunista e ingresó como voluntario en el Ejército francés. En 1944 se incorporó a la Resistencia francesa, fue capturado por la Gestapo y más tarde liberado. Formó parte del Gobierno Provisional de Charles de Gaulle como Ministro de Información, siendo uno de los artífices de las campañas contra los comunistas. Escribió novelas como L’espoir, Sierra de Teruel. La condición humana, basada en la insurrección que tuvo lugar en 1927 en Shanghái contra los “señores de la guerra”, autócratas militares que gobernaban China respaldados por las potencias imperialistas.

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