Cuando descuartizaron a Túpac Amaru y a los jefes rebeldes / El antiesclavista de EE.UU. bajo un cubo de basura / La gran mentira del «In God we trust»

Cuadro. Túpac atado a cuatro caballos.

Repaso a la historia:

De Eduardo Galeano

-Túpac Amaru

Lluvia

En la cámara de torturas, lo interrogó el enviado del rey. -¿Quiénes son tus cómplices?- le preguntó.

Y Tupac Amaru contestó: -Aquí no hay más cómplices que tú y yo. Tú por opresor y yo por libertador, merecemos la muerte.

Fue condenado a morir descuartizado. Lo ataron a cuatro caballos, brazos y piernas en cruz, y no se partió. Las espuelas desgarraban los vientres de los caballos, que en vano pujaban, y no se partió.

Hubo que recurrir al hacha del verdugo.

Era un mediodía de sol feroz, tiempo de larga sequía en el valle del Cuzco, pero el cielo fue negro de pronto y se rompió y descargó una lluvia de esas que ahogan al mundo.

También fueron descuartizados los otros jefes y jefas rebeldes, Micaela Bastidas, Tûpac Catari, Bartolina Sisa, Gregoria Apaza… Y sus pedazos fueron paseados por los pueblos que habían sublevado, y fueron quemados, y sus cenizas arrojadas al aire, para que de ellos no quede memoria.

Cuadro. Gouverneur Morris.

-Padre ausente

La Declaración de Independencia afirmó que todos los hombres son creados iguales.

Poco después, la primera Constitución nacional de los Estados Unidos aclaró el concepto: estableció que cada esclavo equivalía a las tres quintas partes de una persona.

Se opuso, en vano, el redactor de la Constitución, Gouverneur Morris. Poco antes, él había intentado, en vano, que el estado de Nueva York aboliera la esclavitud, y al menos había logrado la promesa constitucional de que en el futuro cada persona que respire el aire de este estado disfrutará los privilegios de un hombre libre.

Morris, que tanta importancia tuvo a la hora de dar rostro y alma a los Estados Unidos, fue uno de los padres fundadores que la historia olvidó.

En el año 2006, el periodista español Vicente Romero buscó su tumba. La encontró detrás de una iglesia, al sur del Bronx. La lápida, borrada por las lluvias y los soles, servía de apoyo a dos grandes tarros de basura.

Billete dolar «In god we trust»

-¿En Dios confiamos?

Los presidentes de los Estados Unidos suelen hablar en nombre de Dios, aunque ninguno ha revelado si se comunica con él por mail, por fax, por teléfono o por telepatía. Con o sin su aprobación, en el año 2006 Dios fue proclamado presidente del Partido Republicano en Texas.

Sin embargo, el Todopoderoso, que ahora figura hasta en los dólares, brillaba por su ausencia en los tiempos de la independencia. La primera Constitución ni siquiera lo mencionaba. Cuando alguien preguntó por qué, Alexander Hamilton explicó:

-No necesitamos ayuda exterior.

En su lecho de agonía, George Washington no quiso oraciones, ni sacerdote, ni pastor, ni nada.

Benjamín Franklin decía que las revelaciones divinas eran pura superstición.

Mi propia mente es mi Iglesia, afirmaba Thomas Paine, y el presidente John Adams creía que éste sería el mejor de los mundos posibles si no hubiera religión.

Según Thomas Jefferson, los sacerdotes católicos y los pastores protestantes eran adivinos y nigromantes que habían dividido a la humanidad en dos, una mitad de tontos y otra mitad de hipócritas.

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