Intervención y dominio USA en Colombia. Así expolia y masacra. Y III.

EE.UU interviene y domina en Colombia. y III.

Estados Unidos: Así expolia y masacra

Agenda

Colombia – desde 1846

Más de Siete Décadas de Intervención y Dominio

-y III-

Dibujo. Resistiendo. Frente a la desolación, puño en alto.

Viene del 4 de febrero.

… /… Durante los catorce años siguientes, las FARC-EP se desarrollaron hasta formar un ejército estimado en 20.000 combatientes. Sin embargo, a pesar de la amarga experiencia “negociadora” vivida, en 1998 aceptaron nuevos “diálogos de paz” hasta que, en 2016, en La Habana, se firmaron los “Acuerdos de Paz”; se procedió a la desmovilización, la entrega de armas y la formación de un partido para participar en las elecciones. Con esta claudicación se asumían, como un “precio a pagar”, los impunes asesinatos de más de dos centenares de desmovilizados y de activistas sociales que de nuevo han tenido lugar y que hoy en día no cesan de producirse.

Este desenlace hay que buscarlo en la naturaleza y origen de una autodefensa campesina sin objetivos revolucionarios y en el uso de la lucha armada para objetivos reformistas. De ahí la búsqueda de acuerdos solo para lograr ser aceptados en la lucha política. Que la contrainsurgencia continuara haciendo uso de tales “acuerdos” para continuar, también en la “paz”, exterminando a los exguerrilleros, desgraciadamente no hizo cambiar la concepción reformista de esta guerrilla.

Sin embargo la guerrilla del ELN, desde su nacimiento, se ha ido manteniendo al margen de esos “acuerdos”. Tienen como objetivo revolucionario el socialismo y, hasta la fecha, todos los diálogos o búsqueda de negociaciones que han mantenido, se han realizado sin dejar las armas, como ahora con la última oferta del gobierno “izquierdista” de Gustavo Petro.

Mientras que EEUU nominalmente apoyaba las “negociaciones de paz”, aumentaba la asistencia militar a Colombia hasta convertirla en el tercer país receptor de su ayuda en el mundo, después de Israel y Egipto. Para 2009 ya disponían de siete bases militares en Colombia. Bajo el manto de la lucha antinarcóticos, la insurgencia popular fue calificada de “narcoguerrilla”, tratada como delincuencia común y combatida con toda la fuerza militar estadounidense; los sicarios paramilitares siguieron asesinando a decenas de líderes populares, a cuenta de “combatir a los narcos”. Los batallones “antinarcóticos” actuaban en las zonas de la guerrilla, mientras que en los territorios en manos de los paramilitares (desde los cuales se exportaba y se exporta la cocaína) no eran molestados. Además, con la fumigación de las plantaciones de la coca, otros cultivos alimenticios legales eran destruidos, lo que forzaba a las familias al hambre y al desplazamiento, con lo que la distinción entre lucha anti-narcóticos y anti-guerrilla se esfumaba. La nueva estrategia contrainsurgente incorporó el uso de drones, bombas de napalm y de racimo, minas anti-personas y la contratación de mercenarios a través de empresas privadas. Estos sicarios llegaron a asesinar a civiles inocentes, llamados “falsos positivos”, haciéndolos pasar por guerrilleros para engrosar la cuenta a cobrar. Esto es el resultado de esa “cultura de la impunidad” que practica una casta militar que se considera intocable, porque el Ejército funciona como un Estado dentro del Estado, con el visto bueno de los gringos del norte.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.