Novedad editorial:
-Agenda SRI 2024:
ESTADOS UNIDOS: ASÍ EXPOLIA Y MASACRA
Durante decenas de años, los EEUU han justificado sus intervenciones militares y de todo tipo, en nombre de la “cruzada contra el comunismo”. Pero lo cierto es que esas intervenciones empezaron muchos años antes del nacimiento de la URSS y han continuado tras su desaparición.
Se puede decir que, a finales del siglo XVIII, cuando los EEUU declararon su independencia, comenzó su política anexionista. El mismo nombre que adoptaron responde a su pretensión de dominar todo el continente americano. Comenzaron por arrebatarles a los colonialistas europeos los territorios de Luisiana y posteriormente de La Florida, que pasaron a integrarse en los EEUU. En 1823, la llamada Doctrina Monroe oficializó el objetivo: América para los americanos. Con ese fin, en sucesivas guerras, arrebataron al pueblo mexicano más de la mitad de su territorio.
Años más tarde comenzaron sus incursiones e intervenciones en Colombia y, sobre todo en las islas: Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, Haití… Necesitaban sus puertos para atracar en ellos sus navíos de guerra desde los cuales agredir a las repúblicas latinoamericanas recién independizadas.
Hacia finales del siglo XIX y comienzos del XX, el sistema capitalista alcanzó un alto grado de desarrollo, sobre todo en Alemania y EEUU. La “libre competencia” fue sustituida por los monopolios capitalistas. La formación de los monopolios, la fusión del capital bancario con el industrial, la consiguiente aparición de las oligarquías financieras, la exportación de capitales en detrimento de la de mercancías y el reparto del mundo entre las grandes potencias llevaron al capitalismo a su fase superior: el imperialismo. Lógicamente, ese “reparto del mundo” no se llevó a cabo –ni se llevaría posteriormente– de forma pacífica. En 1914 estalló la I Guerra imperialista Mundial entre las diferentes potencias europeas.
El hecho de que EEUU no participara activamente en ella, facilitó el gran desarrollo en ese país de la última fase del capitalismo, al tiempo que le dejaba las manos libres para seguir interviniendo directa o indirectamente en toda Latinoamérica.
Los afanes imperialistas por el reparto del mundo habían sido truncados por la Revolución de Octubre en Rusia y el nacimiento de la URSS. Tanto EEUU, como los imperialistas europeos se rearmaban cara a ese reparto. En 1939 estalló la II Guerra Mundial. Tras la Victoria de la URSS y el surgimiento del campo socialista, el campo imperialista se “unió”, formando en 1949 la OTAN, cuyo principal objetivo era precisamente establecer un cerco en torno a los países socialistas, empleando para ello todos los medios de la llamada “guerra fría”.
Esto último no significa que las contradicciones entre los diferentes Estados imperialistas se eclipsaran y todavía menos que desapareciera su competencia entre ellos para subyugar a medio mundo. Vietnam es una muestra de lo que decimos. El pueblo vietnamita derrotó a los colonialistas franceses, apoyado por EEUU, que no perdió la ocasión para invadir la parte sur del país. Otro tanto sucedió en Indonesia, donde los yanquis competían con los colonialistas holandeses.
Ese tipo de alianzas entre los países que forman parte de la OTAN, se ha seguido dando en las sucesivas guerras que los imperialistas han llevado a cabo en Corea, en la antigua República Yugoslava, en Oriente Medio (Irak, Libia, Siria…). Les une el reparto del botín, del que ninguno de ellos quiere quedar excluido. EEUU que hasta hace poco no intervenía en el continente africano ha comenzado a hacerlo, con la excusa de contrarrestar la influencia que tanto China como Rusia tienen allí. Pero en realidad a quien están desplazando es a los antiguos colonialistas franceses, en teoría sus aliados.
Ahora mismo EEUU está presente en todos los países que luchan por su verdadera independencia. El genocidio que Israel está llevando a cabo contra el pueblo palestino, no podría llevarse a cabo sin que los yanquis apoyaran financieramente al Estado sionista y pertrecharan a su ejército con todo tipo de armas.
Agenda 2024, 254 páginas. 7 €:
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