El «Gran descontento obrero». 1910-1914. Reino Unido (y 2). Luchas obreras rescatadas del olvido.

Foto obreros puño en alto.

Luchas obreras rescatadas del olvido

Agenda.

Reino Unido -1910 ⁄ 14-

El “Gran descontento obrero” -y II-

(viene del domingo 12)

Esto culminó en el “DomingoSangriento”: la dispersión por la fuerza de una gran manifestación obrera pacífica por parte de la policía y el ejército. Como respuesta, los trabajadores superaron las tradicionales divisiones sectarias para defender sus barrios, teniendo lugar varios días de “guerrilla urbana” con el uso de barricadas y alambre de espino.

En 1912, el Estado se vio obligado a tomar medidas, desplegando tropas contra la amenaza que significaba el descontento y poniendo áreas enteras del país bajo la ley marcial. Para preocupación de la burguesía, pequeños pero muy activos grupos llevaron a cabo propaganda antimilitarista entre las tropas, incluyendo el famoso panfleto de 1912 “Don’t Shoot” (No disparéis), que provocó una rápida represión.

La clase obrera se enfrentaba ahora a un contraataque unificado de la clase capitalista, determinada a infligir una gran derrota al movimiento que sirviera como lección a todo el proletariado. En 1913 se produjeron alrededor de 11 millones de jornadas perdidas por huelgas, golpeando sectores hasta el momento no afectados como obreros metalúrgicos no cualificados, trabajadores de la construcción, jornaleros rurales y empleados municipales.

Realmente el estallido de la guerra en 1914 se produjo justo en el momento adecuado para la burguesía británica, cortando el desarrollo de las huelgas de masas y arrojando a la clase obrera hacia una profunda confusión. Sin embargo esta derrota duró poco tiempo, y ya en febrero de 1915 las luchas obreras en Gran Bretaña reaparecieron bajo el impacto de la austeridad provocada por la guerra, desarrollándose como parte de la oleada internacional que culminaría en 1917 con la Revolución rusa.

Las huelgas fueron una respuesta al crecimiento del capitalismo de Estado y a la integración del Partido Laborista y los sindicatos en la maquinaria estatal con el fin de controlar más eficazmente la lucha de la clase obrera. Entre los obreros existía un amplio sentimiento de desengaño hacia el socialismo parlamentario, como resultado del apoyo del Partido Laborista a los programas de carácter “benéfico” –y sobre todo represivo- del gobierno liberal y el papel activo de los sindicatos administrándolos.

De forma más destacada, por primera vez en su historia la clase obrera británica se lanzó a luchas de masas que fueron más allá e incluso en algunos casos directamente contra los sindicatos existentes. En muchos casos los sindicatos a nivel nacional y local perdieron el control del movimiento, especialmente durante las huelgas en puertos y transportes.

La afiliación sindical había ido disminuyendo, en parte por el creciente malestar de las bases con las cúpulas sindicales. Al contrario de las luchas de 1887-93, el reconocimiento de los sindicatos no fue un tema clave en estas luchas, que en cambio vio como se desarrollaban huelgas fuera del control sindical y los huelguistas se enfrentaban a las direcciones sindicales que apoyaban la “conciliación” con el gobierno o que estaban claramente en contra de la huelga.

Las huelgas de masas vieron el crecimiento de comités de huelga, al margen del control de los sindicatos. Por ejemplo, el Comité de Base por la Reforma, en Gales del Sur, reclamaba cambios en el sindicato minero local para transformarlo en “grupos decombate”. Un grupo similar apareció en el sindicato metalúrgico en 1910 que se enfrentó de forma violenta con la dirección sindical. Grupos fuera del control de la dirección sindical aparecieron también entre los trabajadores portuarios de Liverpool.

Los trabajadores británicos no fueron los primeros en lanzarse a la lucha, pero su aparición en escena como la fracción más antigua y experimentada del proletariado mundial añadió gran fuerza al movimiento, proporcionando un gran ejemplo de lucha contra una burguesía altamente preparada y sus falsificaciones democráticas. De forma inevitable las huelgas también mostraron todas las dificultades a las que debía hacer frente la clase obrera para transformar sus luchas reivindicativas en un movimiento revolucionario. Estas luchas mostraron el camino a seguir.

Gran descontento obrero -y 2-

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