Libro «Desenterrar las palabras» Transmisión generacional del trauma de la violencia política / Premio a «Los olvidados» / Manuel Alfonso Ortells, dibujando el horror nazi.

Portada del libro de Clara Valverde.

Memoria histórica imprescindible:

-Sigue la herida fresca y sigue doliendo.

«Lo que no se pudo hablar por el miedo, la represión o el desbordamiento psíquico, fue transmitido de nuestros abuelos a nuestros padres y a nosotros de forma no verbal y en gran parte a través del inconsciente. Hemos heredado, sin darnos cuenta y sin desearlo, aspectos nocivos del impacto emocional de lo que vivieron nuestros abuelos. Esta es la llamada transmisión generacional.»

Clara Valverde Gefaell, de su libro «Desenterrar las palabras. Transmisión generacional del trauma de la violencia política del siglo XX en el Estado español» (2014).

En la remota infancia se manifestaba con terrores nocturnos, miedos indefinibles, inseguridad, vergüenza a situaciones normales, timidez excesiva… Con los años me fui enterando de todo por mi abuelo materno, Juan Tejera Pérez, el único que se atrevía a contármelo, era sobreviviente de las torturas indescriptibles sin vender a ningún camarada, el comunista de los doce años de cárcel tras el golpe fascista del 36.

Poco a poco fui configurando lo que sucedía en mi familia, como nos arrancaron de repente la sonrisa con los asesinatos de mi tío Braulio, el niño de cuatro meses que la noche del Alzamiento todavía navegaba tranquilo en el líquido amniótico de mi abuela Lola García López, el fusilamiento de mi abuelo paterno, Francisco González Santana, la persecución, detención, rapado, violación y humillación pública de mi tía-abuela, Rosa García López.

Un conjunto de situaciones que influyeron de forma determinante en la construcción de mi personalidad, yo era uno de esos niños de los silencios, de los susurros, de las culpas inexplicables, del maltrato brutal en aquel colegio de la calle Triana de Las Palmas GC.

Todavía cuando duermo profundamente y me despierto bañado en sudor con un ataque de ansiedad pienso en todo lo que nos sucedió, como el estado español no actúo sobre esta lacra como hizo Alemania, Polonia, Francia, Chile, Argentina, Uruguay…, poniendo a disposición de las víctimas un servicio asistencial gratuito de psicoterapéutas para ayudarnos a superar el conocido como Síndrome Transgeneracional de la Violencia Política. Tal vez han pensado que nuestra psiquis es indestructible, que somos de piedra ante la incidencia mental y emocional de tanto dolor.

He tenido que recurrir al yoga, a la meditación, a la medicación convencional, para superar esos instantes en que revientas por dentro.

Lo más triste es que todavía hay gente que piensa que todo esto no es nada, que son cuentos de rojos para que les financien un psicólogo con presupuesto público. No le deseo a nadie ese horror que se lleva muy adentro, hasta el instante final de la muerte, que marca a fuego en la piel del alma cada instante de la vida, el llanto invisible.

https://viajandoentrelatormenta.com/la-verdadera-historia-que-nos-esconden/

Cartel de premio a «Los olvidados».

-Premio a «Los olvidados».

Asociación Triángulo Azul Stolpersteine Córdoba.

Javier Goytre ha ganado el premio al mejor director por el documental «Los Olvidados» en el Rushdoc International Documentary Film Festival de Los Ángeles (EEUU).

Os recordamos que en este documental, el alumnado y profesorado del IES Lope de Vega cuentan la historia de sus 15 vecinos deportados a campos de concentración nazis y les ponen voz y cara a través de sus familiares. Os dejamos el enlace otra vez para los que no lo hayáis visto!

Desde la Asociación estamos exultantes por este reconocimiento, que supone un hito de suma importancia para la Memoria de estos deportados, para el avance en democracia, para la puesta en valor de muchos docentes que hacen una gran labor con sus alumnos/as y, en particular, por este Instituto que hace una gran labor con el alumnado a través de sus documentales.

Y estamos muy orgullosos de haber participado y colaborado en lo que el Instituto ha necesitado.

https://www.facebook.com/groups/stolpersteinelospedroches/permalink/1173571863580060/

Dibujo de Alfonso. 1945. Mauthausen

-Manuel Alfonso Ortells.

Hace cinco años se nos moría Manuel Alfonso Ortells, el preso número 4.564 de Mauthausen. Los padres eran de Onda, Castelló, y habían emigrado a Barcelona. En Barcelona nació Manuel. Creció en una barraca que su padre había construido con sus propias manos en Bellvitge, L’Hospitalet. El padre era obrero de la construcción, cenetista, y la madre, católica, ayudaba a los desfavorecidos prestando servicio voluntario con unas monjas muy de la caridad.

Manuel ayudaba a su padre en la obra mientras devoraba el TBO y demostraba buena mano para eso del dibujo, así que lo mandaron a practicar con lápices y pinceles a la escuela profesional de cerámica de Onda. No hubo vuelta a la escuela porque los fascistas daban su golpe de Estado en julio del 36 y Manuel, recién cumplidos los 18, se marcha voluntario al frente con la Columna Durruti sin decir nada en casa.

Más por las continuas bajas que por méritos bélicos, Manuel acaba luciendo galones de teniente. Lo ponen al frente de los restos de dos compañías, un centenar de hombres, y lo mandan a un alto en el Cadí a parar a los fascistas. No los paran, claro, y acaba pasando la frontera a pie, por las montañas, herido, guarecido por la noche y vadeando ríos. La hospitalidad en Francia se llama Vernet y Septfonds.

En Septfonds se hace con un lápiz y un cuaderno para escribir cartas a su familia. Y para dibujar. Dibuja un retrato de su madre que le acompañará el resto de su vida, una vida que le lleva a enrolarse en la 23 Compañía de Trabajadores Españoles. Los mandan a parar a los nazis. No los paran, claro, e intenta cruzar a pie la frontera con Suiza. No lo consigue. Es detenido en Saint-Dié-des-Vosges y encerrado en el Stalag XI B en Estrasburgo.

En diciembre de 1940, Manuel Alfonso Ortells es uno de los 800 republicanos españoles trasladados en un vagón de ganado a las puertas de Mauthausen. Su primer destino es la construcción de la carretera de Mauthausen, directa a la muerte por extenuación.

La juventud y fortaleza de Manuel Alfonso le permiten aguantar hasta mayo del 41. A punto de rendirse, le llega la oportunidad de trabajar en la oficina de los arquitectos y delineantes del campo. Cuando ingresó en Mauthausen le preguntaron por su profesión y había dicho que era dibujante. Ahora su pasión por el dibujo lo agarraba a la vida.

En esos años de pura supervivencia recibe la noticia de la muerte en un absurdo accidente de su hermano y de su hermana, muerta de miseria y tuberculosis a los 15 años. Manuel aprovecha sus privilegios en forma de suplementos de comida para compartirlos con los compañeros más débiles y algunos guardias hacen la vista gorda a cambio de dibujos pornográficos.

Manuel Alfonso regala dibujos a sus compañeros, les hace llegar tarjetas de Navidad, caricaturas… siempre firmando con un pequeño pájaro. El Pajarito, le llaman sus compañeros, que mirando los dibujos abren una ventana a su infancia, a los recuerdos que les dan fuerzas, les hace libres.

Tras la liberación de Mauthausen y recuperarse en Saint-Jorioz, Manuel Alfonso Ortells se instaló en Talence, en la periferia urbana de Burdeos. Allí conoció a su esposa, Natividad Eguiluz, y siguió viviendo hasta su muerte a los 99 años de edad, el vuelo de un pájaro.

De Toni Álvaro.

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