La Iglesia y el franquismo dejaron morir a Miguel Hernández (carta de su hermano Vicente) / Palmira Julia Tello Landeta, antifascista / 6-N: Homenaje a la defensa de Madrid.

Foto de la carta del hermano de Miguel narrando el total abandono.

Memoria histórica imprescindible:

-La carta que demuestra cómo la Iglesia y el franquismo dejaron morir a Miguel Hernández.

Una misiva que escribió el hermano del poeta a un amigo personal relata cómo era la situación en la cárcel de Alicante, donde murió de tuberculosis en 1942.

Durante los últimos años del franquismo, en Orihuela, ciudad de nacimiento del poeta Miguel Hernández, corrió el bulo de que la Iglesia hizo lo que pudo para que no muriera en la cárcel. Una carta desmiente ese intento por limpiar la mala conciencia del poder religioso en tiempos de la guerra civil y la dictadura. Se trata de una carta manuscrita que ha entregado al Museo Miguel Hernández-Josefina Manresa de Quesada (Jaén) Francisco Escudero, hijo del médico Vicente Escudero, que atendía al hermano de Miguel Hernández, Vicente, con quien le unía una relación de amistad. En esa carta Vicente Hernández cuenta cuál era la situación de salud del poeta en la cárcel de Alicante y las posibilidades que había de salvarlo.

«Cuando mi hermano estaba ya con el pulmón quitado por don Antonio Barbero, estando tan malo en aquella enfermería donde habían 90 o 100 hombres tendidos quitándose las puses los unos a los otros con trapos sucios, pues allí no entraba un médico o un practicante en siete u ocho días, aquello era inhumano», escribe en este documento. La misiva se envió en 1975, el año de la muerte de Franco. Curiosamente, Vicente Escudero fue elegido alcalde de Orihuela años después, en 1983. «Llegué a un acuerdo con la Diputación de Jaén para hacer una cesión de uso, aunque la titularidad sigue siendo de mi familia».

El motivo de hacerla pública es constatar las fake news que la dictadura trató de difundir sobre la muerte del poeta. «Intentaban liberar de culpa y amortiguar el abandono que sufrió Miguel Hernández y quitarle al canónigo Luis Almarcha toda la culpa. De modo que se decía en Orihuela que había hecho todo lo posible, pero que no pudo, algo que no era cierto. «Miguel murió fruto del rencor y del olvido, porque se pudo hacer algo», insiste Escudero.

«No podía hacer nada porque no rectificó de sus ideas»

En la carta, el hermano de Miguel Hernández cuenta las reuniones que tuvo con el Obispo Almarcha. «Creo que fue a los cinco o seis meses de terminar la guerra cuando fui a ver al Obispo Almarcha para pedirle ayuda para mi hermano. Me dijo que no podía hacer ahora nada porque él no le quiso hacer caso cuando le propuso que rectificara de sus ideas y de sus escritos. Ahora no era caso», escribe Vicente Hernández. En esos encuentros, los hermanos del poeta y muchos amigos trataron de que este obispo intercediera y enviara a un sanatorio al enfermo. «Se estuvo esperando el traslado más de 20 días y no llegó, hasta que murió. Son malos recuerdos porque yo llegué a entrar allí, era terrible. La cabida del reformatorio es de 2.000 personas y habían 9.000», relata la misiva.

El canónigo Luis Almarcha era un hombre con mucho poder. Amigo personal de Franco, fue nombrado procurador de las Cortes franquistas y poco después sería nombrado Obispo de León. «Si él hubiera querido, hubieran trasladado a Miguel Hernández al sanatorio tuberculoso, pero antes de eso quisieron ganarlo para la «nueva España», que no fue posible. Eso fue un gran ejemplo de honestidad e integridad del poeta que no renunció ni a su ideario ni a sus escritos ni a su manera de entender el mundo, a pesar de estar encarcelado y de ser consciente de que se estaba muriendo.

Elvira y Vicente Hernández, los hermanos del autor de El rayo que no cesa, fueron quienes más visitaron al poeta en su cautiverio, ya que Josefina Manresa, su mujer no era considerada por las autoridades franquistas como familiar directo. La dictadura no reconocía el matrimonio civil de la República y, por tanto, no era oficialmente la esposa de Miguel Hernández. «El de su hermano Vicente es el testimonio más directo, que vio el estado de salud de su hermano y trató de que lo trasladaran al sanatorio de Valencia para tuberculosos».

Hace años que salió el legado de Alicante, estaba en Elche, ciudad donde vivía la viuda del poeta, los hijos y nietos del poeta. Josefina Manresa se fue a la ciudad tras la muerte del poeta. En el año 86 llegó a un acuerdo con el primer alcalde democrático socialista para mantener el legado del poeta.

«Las cárceles se arrastran por la humedad del mundo, van por la tenebrosa vía de los juzgados: buscan a un hombre, buscan a un pueblo, lo persiguen, lo absorben, se lo tragan», escribía el propio poeta que sufrió varias condenas por su compromiso político. El 29 de abril de 1939, Miguel Hernández cruzó a Portugal por un paso clandestino en Huelva. Allí fue detenido y entregado a la prisión de Huelva. En mayo fue trasladado a Sevilla. Unos días después a la cárcel de Torrijos de Madrid. Inesperadamente, sale en libertad el 15 de septiembre. En ese momento decide volver a Orihuela para ver a su familia, pero su pueblo se convierte en una ratonera y es de nuevo detenido. Vuelve a Madrid. Es condenado a pena de muerte, después ve cómo le rebajan la pena. Más detenciones y más cárceles, Palencia, Madrid, Ocaña, Albacete… hasta que el 29 de junio de 1941 llega al Reformatorio de Adultos de Alicante donde muere el 28 de marzo de 1942.

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Portada de la revista con foto de Tellito.

-«Tellito» antifascista

31 de octubre de 1936. Portada de la revista Estampa en la que aparece Palmira Julia Tello Landeta, también conocida como Amaya Tello o «Tellito», fue una propagandista y miliciana española, militante de las JSU que luchó por la República.

1920-2016. Nació en Madrid, en el barrio de Cuatro Caminos. Con 14 años empezó a militar en las Juventudes Socialistas Unificadas. Trabajó como aprendiz en un taller de sastrería.

Cuando se produjo el golpe de Estado en 1936, Tello formaba parte del grupo AgitProp, Agitación y Propaganda, junto a su amiga Dionisia Manzanero, una de Las Trece Rosas.​ Recorría los pueblos movilizando a la población, realizando mítines y llamando a las milicias. La revista Estampa recoge sus palabras «‘¡Todos los hombres y mujeres en servicios de guerra y retaguardia!’, es la voz que ha sonado por barrios, mercados y fábricas de Madrid».

Luego reflexionaba: «Sola y desarmada, arengaba a la gente en las plaza de los pueblos palabras que me salían del alma. Las madres me oían pedir que dejaran a sus hijos alistarse para el frente. Podían lanzarse contra mí, iba indefensa. Y nunca en ninguno de los pueblos por los que pasé me hicieron nada. ¡Cuando yo, a lo que iba era a llevarme a sus hijos a la batalla!».

Sus compañeros empezaron a llamarla La Tellito. Participaba en diferentes acciones, lo mismo enseñaba a utilizar un fusil que a movilizar a la población.​ Se casó con un soldado republicano, Ernesto Niño, que fue enviado poco después al frente de Guadalajara y abatido a los diez días. Tello también participó en la batalla de Guadalajara, coincidiendo con las Brigadas Internacionales. Acompañó a la brigada Thaelmann en varios frentes, por Albacete, Toledo, Ciudad Real y Jaén.​ En noviembre de 1937 asistió a la Segunda Gran Conferencia Nacional de Mujeres Antifascistas celebrada en Valencia. De allí se fue a Alicante y tras la conquista militar fascista, tuvo que regresar a Madrid.

Cuando terminó la guerra, en abril de 1939, ya en Madrid, empezó a trabajar en una sastrería. El 5 de agosto de 1939 fueron fusiladas Las Trece Rosas y se enteró de que la policía franquista la estaba buscando, se presentó en su casa y detuvo a sus dos tías, Margarita y Carmen, su madre ya estaba presa en la cárcel de Ventas. Tello consiguió permanecer escondida hasta que pudo escarpar y salir hacia Zaragoza. Para pasar desapercibida cambió de nombre, adoptando el nombre vasco de Amaya.​

En Zaragoza trabajó como modista. Allí conoció a Ciriaco Párraga, pintor retratista amigo de Blas de Otero, también comunista y que se convertiría en su compañero el resto de su vida. Fue modelo de muchos de los cuadros del pintor como el que realizó en 1940 Perdimos la guerra y Maternidad 1940.​ Más tarde se trasladaron a Bilbao y en 1958 Párraga fue encarcelado durante un año y medio. En la década de 1960, en su casa del barrio de Begoña se celebraban reuniones clandestinas del Partido Comunista de Euskadi y se imprimían Mundo Obrero y la revista Euskadi Roja.

Tras la muerte de Franco, Tello estuvo implicada en movimientos vecinales que luchaban por mejorar las condiciones de los barrios más desfavorecidos. En 1985 se trasladó a El Casar de Talamanca (Guadalajara), donde residió hasta los 92 años. Durante la década de 1990 viajó a Estados Unidos cada año para visitar a su hija. Se reunía con veteranos del Batallón Lincoln, la brigada estadounidense que luchó en la Guerra Civil. En el año 2003, con 83 años, participó en una manifestación contra la guerra de Irak en San Francisco.

Cartel 6-N homenaje en Monumento a B.I.

Convocatorias:

-Homenaje a la defensa de Madrid

6 noviembre, 12 h.

Acto en el Monumento a las B.I. de la Universidad Complutense.

Posteriormente ofrenda floral en el Puente de los Franceses.

No pasarán.

Foro por la Memoria C. Madrid. AABI. CAF Madrid. Encuentro.

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