Fátima Ahmed Ibrahim. Primera diputada sudanesa y de todo África en 1965. De nuevo en 2005, por el Partido Comunista.

Foto. Fátima Ahmed Ibrahim.

Mujeres luchadoras y sabias

que quizás no conocías

Fátima Ahmed Ibrahim

Sudán 1932 – Reino Unido 2017

La sudanesa Fátima Ahmed, participó en la lucha por los derechos de las mujeres desde que era estudiante. Con 20 años creó la Unión de mujeres de Sudán; en 1954 se incorporó al Partido Comunista de Sudán y con su apoyo publicó un periódico dedicado a las mujeres La Pionera-La voz de la mujer.

En 1965 Fátima se convirtió en la primera diputada del parlamento sudanés y de todo el continente africano. Desde su escaño exigió el derecho al voto para la mujer, el fin de los matrimonios infantiles y de los forzosos, e igualdad en los salarios. Con el giro reaccionario de Nemeiri, Fátima fue arrestada y su marido, el dirigente sindical Alshafi Ahmed Elshikh, fue detenido, torturado y ejecutado junto con cientos de comunistas, civiles y militares. Fátima fue detenida en varias ocasiones hasta que se exilió en Gran Bretaña, donde fundó la rama británica de la Unión de Mujeres Sudanesas, en 1991, y dirigió la Federación Democrática Internacional de Mujeres.

Regresó a Sudán en 2005, ocupó un escaño en el parlamento representando al PC de Sudán. En 2007, Fátima se retiró de la primera fila. Una muestra de su pensamiento sobre la emancipación de las mujeres es lo que escribió en 1964:

«La emancipación de la mujer sudanesa es la emancipación del analfabetismo, del atraso, de la enfermedad, del desempleo, de la pobreza, de la discriminación en el hogar y en la sociedad. La igualdad no significa que la mujer sudanesa se convierta en otra copia del hombre. Significa que las mujeres son plenamente iguales entre sí en la toma de decisiones en todos los niveles. Los hombres, como varones, no son responsables de la discriminación contra las mujeres. La mayoría de ellos son también explotados y discriminados.»

Foto. Fátima haciendo el símbolo de la V.

Fátima realizó su último acto de rebeldía contra la guerra y la dictadura en su propio funeral, que se celebró con la asistencia de miles de personas en Jartum: las mujeres asistentes expulsaron de la ceremonia al Primer Ministro y otros altos cargos del gobierno por criminales y por hipócritas.

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