Clara Zetkin en 1923. «El fascismo es la expresión más directa de la ofensiva general emprendida por la burguesía mundial contra el proletariado».

Foto. Clara Zetkin, en un mitin.

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Clara Zetkin

Fascismo -1923-

«En el fascismo el proletariado ha encontrado un enemigo extraordinariamente peligroso. El fascismo es la expresión más directa de la ofensiva general emprendida por la burguesía mundial contra el proletariado. Su derrocamiento es, por tanto, una necesidad absoluta, o mejor incluso, es parte de la existencia cotidiana, del pan de cada día de todo trabajador. Por estos motivos, todo el proletariado debe concentrarse en la lucha contra el fascismo.

Será mucho más fácil derrotar al fascismo si estudiamos clara y definidamente su naturaleza. Hasta ahora ha habido ideas extremamente vagas acerca de este asunto, no solo entre las grandes masas trabajadoras, sino también en el interior de la vanguardia revolucionaria del proletariado y de los comunistas. (…)

El fascismo, con todo su impulso en la ejecución de sus actos violentos, no es más que la expresión de la desintegración y decadencia de la economía capitalista y el síntoma de la disolución del Estado Burgués. Esta es una de sus raíces…

La guerra sacudió la economía capitalista hasta sus cimientos, resultando no solo el empobrecimiento colosal del proletariado sino también la miseria profunda de la pequeña burguesía, de los pequeños campesinos y de los intelectuales. Se había prometido a todos estos sectores que la guerra generaría una mejoría en sus condiciones materiales. Pero, al contrario, gran número de ex-clases medias se convirtieron en proletarios, perdiendo íntegramente su seguridad económica. Estas filas fueron integradas por grandes masas de ex-oficiales, que ahora se encuentran desesperados. Fue entre esos elementos que el fascismo reclutó un contingente considerable…

La segunda raíz del fascismo está en el retraso de la Revolución Mundial, por la actitud traidora de los líderes reformistas. Gran parte de la pequeña burguesía incluidas las clases medias, había desechado su psicología de los tiempos de guerra en nombre de cierta simpatía por el socialismo reformista, esperando que esto provocase una reforma social por vías democráticas… Ellos pueden ver ahora que los líderes reformistas están de acuerdo con la burguesía, y lo peor de todo es que esas masas no solo perdieron la fe en los líderes reformistas, sino que también perdieron la fe en el socialismo en general. Esas masas decepcionadas de simpatizantes socialistas son acompañadas por grandes círculos del proletariado, de trabajadores que desistieron de su fe, no solo en el socialismo, sino también en su propia clase. El fascismo se tornó como una especie de refugio para los políticamente desamparados.

Para ser justos, debemos decir que los comunistas –excepto los rusos– llevan parte de la culpa por la deserción de estos elementos hacia las filas fascistas, porque nuestras acciones, a veces, no consiguieron agitar a las masas profundamente lo suficiente. El camino obvio de los fascistas, para ganar un amplio apoyo entre variados elementos de la sociedad era, naturalmente, intentar superar el antagonismo de clase en las propias filas de sus seguidores, y el llamado Estado autoritario debió de servir como un medio para ese fin. (…)

La burguesía tiene plena conciencia de que los socialistas reformistas de voz suave están perdiendo su control sobre el proletariado y que no hay otro camino que la violencia contra el proletariado. Mayor o menor, la violencia de los Estados burgueses está comenzando a fallar. Por lo tanto, ellos precisan de una nueva organización de la violencia y eso es lo que ofrece el fascismo. Por esta razón, la burguesía brinda todas sus fuerzas al servicio del fascismo.

El fascismo tiene diferentes características en cada país. Sin embargo, posee dos características distintivas en todos los países; a saber, la pretensión de un programa revolucionario, que es hábilmente ­adaptado a los intereses y reclamos de las grandes masas, y por otro lado, la aplicación de la violencia más brutal».

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