María Pardina Ramos «Marusia», madrileña antifascista en España, y antifascista en la batalla de Leningrado, donde murió con 19 años de edad.

Foto y condecoración a «Marusia».

Mujeres luchadoras y sabias

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María Pardina Ramos “Marusia”

España 1923 – Unión Soviética 1942

María Pardina nació y creció en la madrileña calle de Francos Rodríguez, en donde en 1936 se situaba el cuartel del Quinto Regimiento, el ejército voluntario del Partido Comunista de España. Desde su casa veía camiones y camiones cargados de milicianos que participaban en la defensa de Madrid frente al fascismo. Siendo menor de edad colaboraba atendiendo a los heridos republicanos.

Tuvo que exiliarse en la Unión Soviética como tantos otros españoles, huyendo de la represión o del hambre. Allí en 1941, de nuevo se vio obligada a enfrentarse al fascismo y la guerra y, como hizo en España, no eludió su responsabilidad, incorporándose al Tercer Regimiento de voluntarios de Leningrado.

El Leninskaya Pravda narró su hazaña. Tuvo que insistir duramente para que la admitieran en las filas del Ejército hasta que convenció a sus responsables. Quería combatir pero tuvo que resignarse con ser enfermera. La convencieron de que en la guerra no solo era necesario aniquilar al enemigo, sino salvar el mayor número posible

de combatientes propios. Marusia disputó a las balas, a la muerte, todas las vidas que pudiera de sus hermanos soviéticos. La orden en Leningrado era clara: Resistir hasta la última gota de sangre.

En lo más encarnizado del combate se la veía arrastrarse por el campo, buscando cuerpos heridos. A veces, los atendía allí mismo, en plena batalla, dada la imposibilidad de que los camilleros pudieran recogerlos. Otras veces, arrastraba a los heridos entre las balas de forma temeraria, hasta algún lugar en donde pudiera hacerles la primera cura. Los soldados del Ejército Rojo comentaban que podía sacar hasta dos hombres a la vez.

En uno de los ataques Marusia desapareció, a pesar de la búsqueda, nunca más se tuvo noticia de ella. Su nombre aún resuena en las historias de la batalla de Leningrado. Desapareció para siempre con 19 años de edad, haciendo lo que mejor sabía hacer: salvar vidas.

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