Camino Oscoz, maestra comunista y militante del SRI, rapada, violada y asesinada por los carlistas fascistas en Urbasa en 1936 / La criminal Guardia Mora / Antonio Llidó, el cura guerrillero.

Cartel homenaje a Camino Oscoz.

Memoria histórica imprescindible:

-María Camino Oscoz Urriza (Pamplona, 11 de abril de 1910 – Urbasa, 10 de agosto de 1936)

Fue una maestra republicana navarra afiliada a UGT, secretaria en el Partido Comunista, asistente en Socorro Rojo Internacional y víctima del golpe de estado en Navarra.

Cartel de Gatxo Nafarroa.

Foto, y texto sobre el asesinato de Camino.

*María Camino Oscoz Urriza, maestra republicana comunista y militante del SRI, rapada, violada y asesinada por los carlistas fascistas en Urbasa en 1936.

Camino nació en la calle Santo Domingo de Pamplona en 1910. Hija de Antonio y Anastasia, era la menor de 4 hermanos, pronto se quedó huérfana de ambos padres debido a la gripe de 1918. Los hermanos fueron separados y criados por diferentes familiares, ella fue a vivir con su tía. Camino pronto destacó como buena estudiante en las Teresianas de Pamplona donde terminó sus estudios con magnificas notas. En 1930 ejercía de maestra en el pueblo de Güesa, en el Valle de Salazar.

Su vida fue corta en tiempo, pero muy amplia en su lucha. Camino pertenecía a esa corriente arrolladora, incansable, luchadora, esperanzadora que supuso la educación durante la II República, esa corriente que representaban en particular las maestras que encarnaban los ideales republicanos, la lucha por la igualdad, la educación pública, la transmisión del conocimiento. La postura de la República a este respecto quedó muy clara. La situación de estas maestras no era fácil, tenían que trasladarse de un lugar a otro, tenían que ser valientes y decididas, y Camino lo demostró con creces desde el principio, su vocación venía desde la cuna. Camino le insistía al alcalde de Güesa la necesidad de cambiar el material escolar obsoleto por uno más moderno. En Pamplona Camino participó en la Semana Pedagógica del 4 al 11 de septiembre de 1932, un gran hito para la época.

Camino se asoció al Socorro Rojo Internacional tras la Revolución de Asturias de 1934, ya que muchos de los detenidos encarcelados en el Fuerte San Cristóbal vivían en condiciones infrahumanas. Aquellas mujeres venían desde Pamplona, a veces en las peores condiciones meteorológicas, llevando comida y regalos, acompañándolos con sus dulces caras y voces. Pero Camino era muy mal vista en Pamplona, era de izquierdas, solidaria, conocida activista, secretaria del Partido Comunista, afiliada a FETE-UGT, multimilitante comprometida con su trabajo, vivía rodeada de demasiadas miradas acusadoras en una ciudad hostil.

En Navarra no hubo guerra. De la noche a la mañana todo cambió. Los que una vez fueron compañeros de tascas se convirtieron de repente en verdugos sedientos de sed y venganza. Miles de personas llenas de Dios y Patria celebraban la fiesta de la sangre que aparecía en cada esquina, en la Vuelta del Castillo, una fiesta de tiros, misas y aperitivo, tiros que se oían sin parar pero a los que nadie les daba importancia. Mujeres y hombres, represaliados, golpeados, asesinados, a ellas ricino y rapado, vejaciones y humillaciones, y el asesinato. La Pamplona del terror, la Navarra de Dios.

A Camino la detuvieron el 31 de julio y la encerraron en la cárcel de Pamplona. Su compañero Tomás Ariz, conocido líder del PC de Pamplona, ya había sido fusilado antes. Camino era una “presa fácil”, rodeada de niñatos bravucones con ganas de demostrar gallardía en retaguardia. Los falangistas, entre ellos el cruel “toico” le administraron grandes dosis de aceite de ricino. Le raparon pelo y cejas, la maltrataron, violaron repetidamente, y la burlaron durante horas. Pero el escarmiento iba más lejos, había que humillar, apalear, herir, ridiculizar, la pasearon por las calles de Pamplona, sucia, su vestido rasgado. Días después la transportaron hacia Urbasa, y en medio de la carretera los carlistas la tirotearon y arrojaron por el balcón de Pilatos. Cayó cientos de metros hasta el término municipal de Baquedano, donde su cuerpo todavía no ha sido encontrado. Tenía 26 años.

En su libro ‘La Guerra Civil en la Frontera’, Pío Baroja habla de Camino: “Al volver, he sabido muchas cosas de las que no quisiera haberme enterado. Entre ellas el caso de la maestra de un pueblo del Roncal, llamado Güesa, una muchachita de Pamplona, inteligente, que se había hecho comunista. Se llamaba María del Carmen Oscoz, y yo supe de su existencia, porque en el comienzo del año 1936 me empezó a escribir unas cartas en las que se mostraba anticlerical y entusiasta del comunismo, cartas de persona inteligente. Esta pobre muchacha leía mis libros, creía que yo estaba equivocado al no identificarme con el entusiasmo comunista. La maestra era audaz y valiente. En el pueblo parece ser que había un cura que la perseguía. Ella pintaba a su perseguidor como a un monstruo. La maestrita fue a varias reuniones, y al comenzar la revolución la detuvieron y la llevaron a la cárcel de Pamplona. Algunos días después la sacaron en un camión, y en medio de la carretera la mataron los carlistas, tirándola al suelo y disparando sobre ella varios tiros. Después arrojaron su cadáver por un barranco. ¡Qué crueldad más baja!.”

En octubre de 2013 a instancias del historiador y nieto de asesinado Balbino García de Albizu y con la colaboración de la Sociedad Aranzadi , se hicieron las primeras prospecciones. “Nunca se ha encontrado su cuerpo. ¿Tal vez ahora? Entre los objetos encontrados en la sima: un lápiz, un txiskero, una granada de mano, y restos de un uniforme militar… El lápiz, ese lápiz.» ¿Habían abierto la sima…? Sí, en 1978, cuando rescataron los restos del maestro Balbino Bados, alguien cubrió la boca con una gruesa capa de cemento, alguien que sabía lo que había dentro y no quería que fuera encontrado, alguien de los del “mejor no remover”. En esa fecha vivían todavía muchos de los autores, cómplices y encubridores de los crímenes, las delaciones, las denuncias, muy significativo.

*En PreS.O.S. de 1 de junio de 2018.

Foto. Soldados de La Guardia Mora.

-La Guardia Mora

«(…) Cuando la Guardia Mora entró en el pueblo comenzó a degollar a todos los hombres y niños, a las mujeres y a las niñas nos encerraron en la casa del cura, eramos unas treinta, nos custodiaba un hombre negro con tatuajes de la Legión en los brazos, apenas hablaba castellano, con una especie de machete doblado nos arrinconó y cuando Matilde Pozas intentó dialogar para que le diera agua a su niña le arrancó la mano izquierda de un machetazo. Afuera se escuchaban los gritos de nuestros padres, hermanos, maridos e hijos, lo veíamos por una pequeña ventana, en fila los iban asesinando entre las risas de los mandos del ejército español y los jefes falangistas, que disfrutaban del «espectáculo» sentados junto a la escalera de la pequeña plaza de toros. La sangre corría por las cuestas de Alfareque, era como un manantial de agua roja, olía a carne destrozada, las cabezas rodaban hasta el riachuelo que estaba detrás de la casa del cura. El sacerdote también contemplaba los crímenes con gesto sonriente, jamás lo entendí, ya que días antes daba la comunión a muchos de los asesinados. Más tarde los moros saquearon la bodega de la cooperativa agrícola de la CNT, sacaron las barricas de vino tinto a la calle, entre gritos de ¡Alá es grande! saciaban su sed de sangre, preparados para sacarnos a la plaza y comenzar la violación múltiple. Yo tenía solo diecinueve años, nunca había estado con un hombre más allá de unos besos furtivos en el cine de los viernes noche. Les pedimos, les rogamos por las niñas, pero fue inútil, ellas fueron las primeras en pasar por aquellas bestias y su deseo criminal, varias murieron desangradas, con las entrañas desgarradas. Jamás había visto algo tan terrible, cada noche tengo el mismo sueño, como si para siempre me hubiera quedado atrapada en aquellos tres días terribles, eternos, innombrables, que solo te he contado a ti con tanto detalle, tal vez me sirva para borrar tanto dolor, aunque jamás pueda perdonar a los criminales…»

*Fragmento de la entrevista a Lucía Alcaide Quiroz en La Laguna, isla de Tenerife en mayo de 1979, unos meses antes de fallecer esta gran mujer nacida en una aldea de Sanlúcar de Barrameda.

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Foto. Antonio Llidó.

-Toño Llidó, su ejemplo

El martes 1 de octubre del 74 el sacerdote de Xàbia, Antoni Llidó Mengual no regresó a casa. Ya nunca volvería. Agentes de la Inteligencia Nacional chilena (DINA) le detuvieron en una barriada de Santiago junto a varios militantes del Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR).

Toño”, como lo llamaban en los barrios humildes de Valparaíso ejerció de educador popular, coordinando infinidad de proyectos educativos transformadores, desde que tuvo que partir de España a principios de los años 60 por la persecución de la Iglesia franquista.

La inmensa lucha de su hermana Pepa, ha reparado en parte el brutal daño sufrido en su familia, aunque no hayan aparecido sus restos, siendo reconocido y homenajeado en su municipio natal del País Valencià, donde hasta un Instituto de Secundaria lleva su nombre.

En su amado Chile cuenta con un monumento en una de las poblaciones empobrecidas donde trabajaba con la infancia y la juventud más desfavorecida, logrando que en muchos casos llegaran a la universidad.

Eterno en la memoria este hombre valiente, comprometido en la causa de la educación emancipadora, pedagogo del amor y la esperanza como instrumento de liberación.

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Mural homenaje a Llidó.

*Antonio Llidó, el cura guerrillero

Antonio Llidó, sacerdote valenciano, que fue asesinado en 1974 por la terrible DINA chilena.

Por marxista, y no por sacerdote. A los marxistas, sean sacerdotes o carpinteros hay que torturarlos y eliminarlos. Esa fue la explicación que Pinochet dio en diciembre de 1974 a las preguntas que obispos formularon en una recepción pública ante el escándalo de su asesinato. Nacido en 1936, en España se había destacado por su fuerte labor social y de denuncia, hasta el punto que el fascismo valenciano le desterró en 1967 a Galicia y posteriormente, ya criminalizado y sin labor social posible que hacer, se tuvo que marchar a América en 1969. Recorre varios países latinos y su conciencia social va girando hacia posiciones verdaderamente revolucionarias. Se asienta en Chile y desde el primer día vive entre las barriadas de miseria y la revolución. Rechazó el concepto de caridad cristiana «sólo trata de mantener el estado eterno de injusticia», escribió. Alejado ya totalmente de la Iglesia como institución que sólo hace colonialismo espiritual, fue ya criminalizado y apuntado por la jerarquía eclesiástica chilena. Se dedica a formar en el marxismo a jóvenes y universitarios. Su libro favorito era El Estado y la Revolución de Lenin y ya tiene relación con el MIR. En noviembre de 1971 se entrevista junto a otros varios curas revolucionarios con Fidel Castro, para apoyar desde Chile la revolución cubana. Funda en 1972 Cristianos chilenos por el Socialismo, que levanta ampollas en el clero reaccionario. La Iglesia está con los explotadores, sólo la revolución traerá la justicia y el socialismo, mantenía en cada charla, encuentro o mitin. En enero de 1973 declara «como marxista me comprometo con Chile, como internacionalista, como socialista español». En mayo del 73 es elegido presidente de los vecinos de una barriada marginal muy combativa. Le meten en la cárcel por dos semanas en junio. Parece ser que en septiembre del 73, días antes del golpe fascista, pasa a colaborar abiertamente con el MIR y su frente armado, y pasa a la clandestinidad. Realiza tal labor política que es decretado enemigo nacional. El 1 de octubre de 1974 es detenido. Durante 24 días es torturado hasta reventarle, como pudieron verle otros militantes del MIR. Ya semicadáver, la DINA le pregunta ¿¡Por qué no dices ni pío, cura maricón!? Otros militantes del MIR le oyeron sus últimas palabras ¡Por mis principios, por el pueblo, por mis camaradas! El 25 de octubre es sacado en un vuelo de la muerte y asesinado.

*En PreS.O.S. de 31 de julio de 2021.

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