Las Memorias del obrero revolucionario Alexander Shapovalov contra el zarismo. Descarga: «Mi camino al marxismo». Libro de la lista negra nazi de documentos a quemar.

Portada del libro de Shapovalov.

Biblioteca popular:

-Mi camino al marxismo. Memorias de un obrero.

Alexander Shapovalov.

El libro de este revolucionario, figuraba en la lista negra del nacional-socialismo, entre el resto de libros que debían ser pasto de las llamas. La lectura de estas memorias atestigua por qué.

*A MANERA DE PRÓLOGO

A raíz de la revolución rusa de 1905, mucho antes de pasarse a los enemigos del proletariado, escribía Kautsky que en ningún país del mundo existía un partido socialista que dispusiese —tanto en absoluto como en un sentido relativo— de tan considerable número de propagandistas científicamente formados como en Rusia. Si esto es verdad refiriéndose a 1905, mucho más lo sería en el año 90, puesto que los círculos que más tarde sirvieron como núcleos germinales de nuestro partido se reclutaban principalmente en el campo de la intelectualidad. Puede afirmarse que en 1890 la proporción entre los afiliados era de diez intelectuales por cada obrero.

El camino que conduce a los intelectuales al socialismo no cabe duda que es muy distinto del que un obrero tiene que seguir hasta desembocar en él. Es, ante todo, producto de una especulación lógica, unida a una alta dosis de compasión y simpatía hacia todos los oprimidos y explotados.

En aquella época, ya lejana, en que el obrero ruso, entregado a sus propios recursos, sin la asistencia de un partido en la mayoría de los casos, tenía que orientarse y buscar una salida para todos los problemas fundamentales de la vida, caía fácilmente en un estado negativo de desesperación, considerando la miseria de su existencia y la injusticia de los propietarios y se inflamaba de odio hacia los opresores.

La mayor parte de las autobiografías y memorias son obra de intelectuales. Pocos quedan hoy de éstos cuyo historial revolucionario se remonte hasta el año 90, pero mucho más escaso es aún el número de verdaderos proletarios que ya en aquella fecha trabajasen en el partido.

Las memorias de un simple militante, de un obrero vulgar, que en tiempos de las más crueles arbitrariedades zaristas se entregaba en cuerpo y alma a la busca de la verdad, afiliándose, por fin, a un grupo revolucionario; entonces que los obreros tenían obstruidos todos los caminos, cuando no había partidos, sindicatos ni organizaciones; cuando el obrero no representaba más que una simple molécula aislada, estas memorias no deben estar desprovistas de cierto interés para las jóvenes generaciones del presente, incubadas al calor del partido.

Yo no era entonces más que eso: un trabajador aislado espiritual y materialmente. Bajo la férrea carga de una existencia insoportable, comencé a reflexionar sobre el sentido de la vida. Primero caí en la dañina y tentadora trampa de la religión. Cuando logré eliminar este narcótico me di a buscar socialistas para hermanarme a ellos.

Fundé un círculo de obreros y estuve dos años reclutando gente para él. En la escuela de adultos me topé con individuos pertenecientes al grupo terrorista de los naródniki, y desde entonces todo mi ideal fue morir con una bomba en la mano, vengándome de los ricos y del zar.

En 1894 me inicié en la teoría del marxismo, lo que dio a mis pensamientos una orientación nueva. A partir de entonces desapareció toda la negra desesperación que me dominaba, brillando claro el optimismo y la esperanza. En 1895 me hice miembro de la Unión de Lucha, participando activamente en la primera y famosa huelga de tejedores de 1896. Mi encarcelamiento inmediato puso fin a este periodo de mi actividad revolucionaria.

A. SHAPOVALOV. 4 de enero de 1922.

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