Es mentira que hayan triunfado más «revoluciones no violentas» que las Revoluciones en que el pueblo sí ha tenido que utilizar la violencia política. Quien paga la tinta elige el mensaje.

Foto. 1942. Marcha del Movimiento Abandonad India, más tarde masacrado.

Repaso a la historia:

Colaboración.

-Quien paga la tinta elige el mensaje.

Estoy realizando un trabajo, y consultando y estudiando, varios escritores, web, colectivos, revistas, tertulianos y libros españoles vienen insistiendo en la última década en una idea única ‘demostrativa’ contra la violencia política. Para imponer la ‘no violencia’ de sus ideas repiten y repiten: “Según estadísticas de las investigadoras María Stephan y Erika Chenoweth, durante el siglo XX las revoluciones no violentas han triunfado en un 60% y las revoluciones violentas tan solo en un 30%”

De partida estas estadísticas parten de un análisis subjetivo editado en 2012 en EE.UU., muy interesado y occidentalista, pues no se puede comparar -como hacen las autoras desde sus universidades-, conflictos menores, sectoriales, ínfimos o teledirigidos “democráticos” y llamarlos revoluciones pacíficas con revoluciones resueltas e impuestas triunfalmente a través de la guerra (sean o no de nuestro agrado).

Para continuar (mirad en la red) todos los citados repiten la frase icono, pero ninguno de los consultados destripa los datos (claro, qué pereza, el libro está en inglés y tiene contradicciones cualitativas). Así se darían cuenta que hay un 10% de revoluciones que habría que catalogar de ‘fantasmas’ por lo que parece, pues ni han sido violentas ni pacíficas, según las autoras. O que muchas de sus ‘revoluciones’ pacíficas, no eran sino cambiar los collares de los perros rabiosos sin acabar jamás con los perros. O que muchas de las llamadas ‘revoluciones’ pacíficas no fueron sino tratos entre multinacionales para cambiar de patrón. Además, meter en el saco de la no violencia conceptos desarrollados también en esas luchas, como la desobediencia civil o el boicot -cuando sabemos que muchas veces tienen una enorme carga de autodefensa y por desgracia de violencia- es hacerse trampas jugando al solitario. ¿Acaso no costó miles y miles de vidas indias la ‘desobediencia pacífica’ a la que obligó Gandhi -y por la que ha pasado a la historia- a sus seguidores contra el terror mortal británico? ¿Alguien ha olvidado las filas de miles de bienintencionados ofreciéndose a ser golpeados hasta morir o quedar heridos por los palos y barras del ejército británico? ¿Eso no es violencia?. Y no precisamente revolucionaria.

Pero, ¿por qué este interés manifiesto en destacar que las revoluciones se pueden conseguir de manera pacífica?.

Y por tanto necesariamente ampliando y añadiendo datos o disminuyéndolos según les conviene en su estudio, pues la realidad es mucho más sangrante y tozuda que la que ellas pintan, y saben que una revolución tendrá que ser violenta para que sea revolución, a las demás ‘cosas’ (por no entrar en profundos detalles) la etiquetarán como quieran, pero ni una sola verdadera revolución se ha realizado en 100 años de forma totalmente pacífica.

Porque las propias autoras saben que es imposible.

Pero así, consultando su biografía y el lobby al que pertenecen, por el camino, a la fuerza ‘bienintencionada’ de sus ideas, se les acaba todo el gas como a una gaseosa abierta, como es la costumbre en la mayoría de “revoluciones” que presentan triunfantes gracias a la no violencia. Y saben también, como los loros que les repiten, que la verdadera historia revolucionaria descarta que esas ‘luchas’ ‘movimientos’ ‘pequeños logros’ ‘revoluciones de colores’ se traten de ningún tipo de revolución social verdadera.

La definición de la tan querida por ellos wikipedia dice:

Una revolución social es una ruptura del sistema llevada a cabo directamente por la sociedad. Se trata de una transformación radical y global del conjunto de relaciones sociales cotidianas y de las interacciones de un grupo humano en el seno de un espacio dado. De manera más general, el concepto de revolución social se usa en ocasiones para designar los cambios mayores de una sociedad. La revoluciones sociales, pues, se caracterizan por haber transformado no solo el sistema político, sino también la sociedad, la economía, la cultura, la filosofía y la tecnología.

Ahora vuelvan a repasar el listado de transformaciones MAYORES, de RUPTURA sistémica, en muchas de las presentadas como revoluciones no violentas, por estas escritoras o por el resto del mundo ‘no a la violencia’. Mucha paja, poco grano.

Cartel. Antes de creer la prensa, entérate quién paga la tinta.

Pero siempre hay que recordar a Lenin cuando buscaba a los propietarios de la imprenta donde se editan tales ocurrencias.

No voy a extenderme -y sólo por falta de espacio- sobre los lobbys estadounidenses de este rico mercado de la ‘no violencia’, pues artículos interesantes sobre ello hay por doquier, pero sí sobre las mensajeras.

Erika Chenoweth, aunque se presenta como no violenta y resistente civil, tiene entre sus libros escritos una joya otanista: “The Oxford Handbook of Terrorism”.

Maria J. Stephan, es una politóloga estadounidense, de la rama ‘no violenta’. Pues bien, por su obras los conoceréis.

Artículo de Maria, del 7 de marzo de 2022 en “Waging non violence”: “Es hora de inspirarse en Ucrania y redoblar la solidaridad democrática mundial. A medida que los valientes ucranianos y los manifestantes rusos contra la guerra resisten la brutal guerra de Putin, podemos hacer mucho más para apoyar a los activistas y movimientos a favor de la democracia…”

Nota: Habla y habla tanto de lo malo de Rusia y Putin, de lo sucedido en Chile, Sudáfrica, China, Chechenia… que se le ha olvidado escribir una sola palabra sobre el Donbass, y sobre la masacre de 14.000 donbassís por el nazismo ucraniano. Así entendemos mejor su subjetivismo a la hora de catalogar violencias.

Portada libro de Erica Chenoweth

Es algo habitual poner en distintas desequilibradas balanzas la importancia ‘moral’ de la violencia, cuando viene de los opresores o cuando responden los oprimidos, pero lo que parece y es ridículo, es comparar una victoria gremial o amañada por el imperialismo y presentarla como revolucionaria y hacerla estadística comparándola, por ejemplo, con la revolución soviética, la liberación de Vietnam, o el 1 de octubre chino.

Es curioso que a los interesados en el materialismo dialéctico y la interpretación clasista de la historia, y por lo tanto en la revolución, les llamen defensores de la violencia (les falta poner POLÍTICA), lo serán, pero lo que no tragan es con artefactos estadísticos blanqueadores de la violencia, la del Estado monopolista o de sus sucursales y defensores ‘no violentos’, presentados como izquierdosos.

“La violencia es la partera de la historia”. C. Marx.

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