Tina Modotti. Fotógrafa, militante comunista, se incorporó al SRI, combatió en España con las B.I., reportera del diario Ayuda. Continuó su labor política hasta el día de su muerte.

Foto. Tina Modotti.

Mujeres luchadoras y sabias.

Agenda.

Tina Modotti

Italia 1896 – México 1942

Tina Modotti fue una de las mujeres que se adelantaron a su tiempo: luchó por los derechos de la clase desposeída en un país que no era el suyo pero que acabó siendo su patria. Nació en Undine, una pequeña ciudad de fábricas textiles en el norte de Italia; su padre, Giuseppe Modotti, era mecánico.

Debido a los bajos recursos económicos con los que contaba su familia, a los 12 años se vio obligada a trabajar en una fábrica textil. A los 17 años emigró con su familia a los EEUU, donde se empleó en una fábrica de seda y después como modista.

En 1921 conoció a Edward Weston, excelente fotógrafo norteamericano, lo que hizo que ella se interesara por la fotografía y comenzara a estudiarla. Un año más tarde, viajó con él a México, donde conoció a Diego Rivera y a David Alfaro Siqueiros, con quienes tuvo una gran amistad.

Conmovida por la explotación en la que vivía la clase trabajadora de la posrevolución mexicana, Modotti se convirtió en activista revolucionaria desde principios de los años veinte. En 1927 se afilió al Partido Comunista Mexicano y desde ese año hasta 1940 trabajó como editora, colaboradora y fotógrafa de la revista Folklor Mexicano. Fue una mujer en lucha, participó en la campaña Manos fuera de Nicaragua en apoyo a la lucha de Augusto C. Sandino y ayudó a fundar el primer comité antifascista italiano.

En 1928 conoció a Julio Antonio Mella, dirigente estudiantil cubano, en una manifestación en apoyo de Sacco y Vanzetti y de Sandino. Una noche, andaba Mella caminando del brazo de Tina, cuando sus asesinos lo liquidan a balazos; a ella le acusaron de ser cómplice del asesinato; pero al no comprobar ninguna relación se le declaró inocente. Sin embargo la prensa reaccionaria cubana y mexicana se cebaron con ella: extranjera, comunista, de costumbres libertinas… La infame campaña tuvo sus consecuencias: Modotti fue expulsada de México y deportada a Alemania. Desde allí viajó a la Unión Soviética, abandonó su trabajo fotográfico para incorporarse al Socorro Rojo Internacional. En 1934 se trasladó a España; tras el golpe fascista se alistó en el Quinto Regimiento, trabajó con las Brigadas Internacionales y fue reportera del diario Ayuda. Tras la derrota de las fuerzas republicanas se trasladó de nuevo a México, donde pudo continuar su labor política bajo identidad falsa a través de la Alianza Antifascista Giuseppe Garibaldi. Un año más tarde, el gobierno de Lázaro Cárdenas anuló su expulsión. Fotografió, trabajó y continuó su labor política hasta el día de su muerte.

Foto de Tina. Campesinos leyendo ‘El Machete’.

-Tina Modotti ha muerto

Pablo Neruda

Tina Modotti, hermana, no, no duermes:

tal vez tu corazón oye crecer la rosa

de ayer, la última rosa de ayer, la nueva rosa.

Descansa dulcemente, hermana.

La nueva rosa es tuya, la nueva tierra es tuya:

te has puesto un nuevo traje de semilla profunda

y tu suave silencio se llena de raíces.

No dormirás en vano, hermana.

Puro es tu dulce nombre, puro es tu frágil vida

de abeja, sombra, fuego, nieve, silencio, espuma,

de acero, línea, plena, se construyó tu férrea,

tu delgada estructura.

El chacal a la alhaja de tu cuerpo dormido

aún asoma la pluma y el alma ensangrentada

como si tú pudieras, hermana, levantarte,

sonriendo sobre el lodo.

A mi patria te llevo para que no te toquen,

a mi patria de nieve para que a tu pureza

no llegue el asesino, ni el chacal, ni el vendido:

allí estarás tranquila.

¿Oyes un paso, un paso lleno de pasos, algo

grande desde la estepa, desde el Don, desde el frío?

¿Oyes un paso firme de soldado en la nieve?

Hermana, son tus pasos.

Ya pasarán un día por tu pequeña tumba

antes de que las rosas de ayer se desbaraten,

ya pasarán a ver los de un día, mañana.

donde estará ardiendo tu silencio.

Un mundo marcha al sitio donde tú ibas, hermana.

Avanzan cada día los cantos de tu boca

en la boca del pueblo glorioso que tú amabas.

Tu corazón era valiente.

En las viejas cocinas de tu patria, en las rutas

polvorientas, algo se dice y pasa,

algo vuelve a la llama de tu dorado pueblo,

algo despierta y canta.

Son tuyos, hermana: los que hoy dicen tu nombre,

los que de todas partes, del agua, de la tierra,

con tu nombre otros nombres callamos y decimos.

Porque el fuego no muere.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.