Documentos sobre las cárceles españolas en el fascismo franquista, luego, y hasta ahora. Lemas falangistas, canciones de redención, versos de resistencia.

Documento Cárceles en los 40 del siglo XX. Texto.

Memoria histórica imprescindible:

-Documento. Cárceles españolas en el fascismo franquista.

*Lemas, versos y canciones:

Buena muestra de la ideología que preside las prisiones en los años cuarenta del siglo pasado, y cuyas huellas perduran en la actualidad, son estos párrafos tomados del capítulo «Fundamentos» de la Memoria de la prisión de Valencia, publicada en 1942 por su director, Ramón de Toledo Barrientos:

«La nueva España quiere mantener el carácter aflictivo de la pena frente a las falsas y sensibleras teorías de quienes sólo vieron en el delincuente un enfermo o una víctima de la sociedad desordenada […]

«El Nuevo Estado Español, no se limita a guardar el orden externo en una función de pura policía liberal, ni a restablecerlo con una fría justicia vindicativa y ejemplar, sino, ejerciendo imperio misional sobre los individuos, se constituye en servidor de los valores eternos de cada ciudadano. Y como el delincuente, aun en el trance extremo de someterse a padecer la pena capital, cuando parece ya definitivamente perdido para los destinos humanos de su pueblo, sigue siendo sujeto de valores sobrenaturales, el Estado colabora con sus medios a esa conquista del espíritu. ¡Cuánto más colaborará, por lo que hace a sus fines propios, a la recuperación y conquista de quienes han de volver a la comunidad nacional!

«De ello se sigue que el penado ha de satisfacer un doble rescate para conseguir su libertad en plenitud de derecho. Un rescate físico de trabajo, en reclusión aflictiva, y un rescate espiritual con actos positivos de enmienda».

El lema inventado por el director general de Prisiones de la época, el propagandista católico y general Máximo Cuervo Radigales (*), fue: LA DISCIPLINA DE UN CUARTEL, LA SERIEDAD DE UN BANCO, LA CARIDAD DE UN CONVENTO. La ideología del ejército, la oligarquía financiera y la iglesia católica se imponía a los vencidos.

De entre los himnos que los presos debían cantar basta con el siguiente como muestra:

¡Redención! ¡Redención!

Con amor y con trabajo

Lograrás tu salvación.

Levántate afanoso

Reza tus oraciones

Sonríe al nuevo día

Preñado de ilusiones.

Por Dios y por España

Acude a trabajar.

La Patria necesita

Tu constante actividad.

Ya brilla en las alturas

Cálido, radiante

Un sol que no tiene par.

Nuestro sol del Levante.

Cántale himnos de paz,

Ofrécele el corazón

Con amor y trabajo

Lograrás tu salvación.

¡Redención! ¡Redención!

(*) Es significativo que, durante el régimen franquista, casi todos los Directores generales de prisiones hayan sido militares, hasta el 1 de enero de 1974 en que es nombrado un fiscal.

De la revista Antorcha n.º 7. Febrero 2000.

Dibujo realizado por presos políticos en el Penal de Burgos.

*¿La vida?

Decidme cómo es un árbol.

Decidme el canto de un río

cuando se cubre de pájaros.

Habladme del mar. Habladme

del olor ancho del campo.

De las estrellas. Del aire.

Recitadme un horizonte

sin cerraduras y sin llaves

como la choza de un pobre.

Decidme cómo es el beso

de una mujer. Dadme el nombre

del amor: no lo recuerdo.

¿Aún las noches se perfuman

de enamorados con tiembles

de pasión bajo la luna?

¿O sólo queda esta fosa,

la luz de una sepultura

y la canción de mis losas?

Veintidós años… Ya olvido

la dimensión de las cosas,

su color, su aroma… escribo

a tientas: «el mar», «el campo»…

digo «bosque» y he perdido

la geometría de un árbol.

Hablo por hablar de asuntos

que los años me borraron.

(No puedo seguir: escucho

los pasos del funcionario).

Marcos Ana, 1961

Dibujo. Franco rodeado de los muertos que ocasionó, año a año.

*Franco y luego, lo mismo:

Si algún detalle hubiera que destacar de la represión que el régimen de Franco sigue ejerciendo contra todo tipo de opositores pasada la década de los cuarenta es que, a diferencia de entonces cuando las torturas, asesinatos y encarcelamientos se hacen ostensiblemente, buscando la aniquilación del enemigo real y el escarmiento de los potenciales, a partir de los años 50 el terror se va a institucionalizar, legalizándose, al tiempo que se vahaciendo cada vez más selectivo. Son los años en que se empieza a hablar de “olvidar” los «excesos de la guerra» y de “reconciliación”. Pero todo ello no hace menos sanguinario al régimen. ¿Cómo olvidar que entonces se crean la Brigada Político-Social (BPS), pandilla de torturadores que nada tiene que envidiar a las cuadrillas de matones falangistas, o el Tribunal de Orden Público (TOP), encargado de dar apariencia legal al encarcelamiento y exterminio de cuanto demócrata, huelguista, nacionalista o “rojo” se pusiera al alcance de la policía política?

En los años 50, por tanto, prosigue la represión salvaje contra todo intento de oposición organizada al régimen y contra la guerrilla. Igual ocurre en los 60 y 70; no olvidemos que 1975, año de la muerte de Franco, se cierra con 5 fusilamientos de militantes de ETA y FRAP, que había 1.028 presos políticos y que quedaban pendientes en el TOP 4.317 procesos. Así, hasta llegar a la Reforma: un «modelo de transición democrática» que costó la vida a varios centenares de personas entre manifestantes, jóvenes y obreros huelguistas, comunistas del PCE(r), guerrilleros antifascistas de los GRAPO y patriotas vascos de ETA; concluida la Reforma, y tras las supuestas «amnistías», volvía a haber casi el doble de presos que a principios de los 70. La BPS se «reconvierte» en las diversas Brigadas de Información y el TOP en la Audiencia Nacional. Todo seguía igual.

Poema de José Balmón, 1978. «Penal de Burgos».

Desde la sublevación fascista de 1936 hasta la actualidad no ha cesado ni un solo día la guerra del fascismo contra el pueblo. Cómo olvidar la «década de la infamia» del PSOE, con las salvajes represiones de los obreros que luchaban contra las reconversiones en Sagunto, Reinosa, Altos Hornos, Astilleros, etc.; o la dispersión, aislamiento y aniquilación de los presos políticos o, en suma, los muertos y desaparecidos con la «guerra sucia» del Estado contra la Resistencia. (…)

De la revista Antorcha n.º 10. Febrero 2000.

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