Mujeres luchadoras y sabias. Alexandra Kollontai. Revolucionaria bolchevique. Exiliada política, Comisaria del Pueblo, Embajadora de la URSS.

Foto. Alexandra Kollontai.

Mujeres luchadoras y sabias.

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Alexandra Kollontai

Rusia 1872 – Unión Soviética 1952

Hija única de una familia perteneciente a la nobleza terrateniente, su padre era un general del ejército imperial. Para emanciparse de su familia, se casó muy joven con un primo suyo, el ingeniero Kollontai, de quien tomó el apellido, tuvo un hijo y se separó a los tres años. Hacia 1890 comenzó a colaborar con asociaciones de difusión cultural que servían de instrumento para actividades clandestinas. Impartió clases en escuelas nocturnas para obreros. La convivencia con las 12.000 obreras tejedoras de la fábrica Kremgolskaia, le impresionó profundamente. La huelga de 36.000 obreros textiles de Petrogrado, en 1896, consolidó definitivamente sus ideas revolucionarias. Tras la experiencia en la fábrica Kremgolskaia comenzó a estudiar el marxismo.

En Alemania conoció a Clara Zetkin cuyo pensamiento le influyó poderosamente. Regresó a Rusia y se incorporó a la lucha clandestina contra el zarismo. El inicio de la Revolución de 1905 le sorprendió en la calle y fue testigo de la impresionante masacre de los obreros a manos de la policía zarista. Los bolcheviques de Petrogrado comenzaron a editar su diario clandestino en el que Kollontai colaboró no solo en calidad de periodista sino también en la técnica de edición. Fue una de las primeras mujeres en promover la organización de las mujeres obreras dentro del Partido, organizando reuniones específicas para ellas.

En 1915 tuvo que huir otra vez de Rusia porque le abrieron dos procesos, uno por organizar a las obreras del textil y otro por realizar un llamamiento a la insurrección. Se instaló en Alemania, afiliándose al partido socialdemócrata alemán. En 1914, al comenzar la guerra imperialista, adoptó una posición revolucionaria internacionalista. Escribió un folleto titulado ¿A quien sirve la guerra? que tuvo una gran acogida y en el que denunciaba los intereses imperialistas. Fue detenida en Alemania y expulsada a Suecia. Por encargo de Lenin, colaboró en agrupar a las corrientes antiimperialistas de la socialdemocracia internacional en los países escandinavos y en EEUU.

La revolución de febrero de 1917 le permitió regresar de nuevo a Rusia. Tras la Revolución de Octubre fue Comisaria del pueblo, encargada de la asistencia pública y la Seguridad Social en el primer gobierno revolucionario. Desde su cargo promovió más medidas avanzadas de los que ningún gobierno capitalista ha sido nunca capaz de alcanzar: redactó los primeros decretos de asistencia maternal y protección a la infancia, habilitó infinidad de comedores públicos y creó las primeras guarderías públicas. Era la primera vez en la historia que un gobierno se preocupaba de ese tipo de problemas de las trabajadoras.

En los años 1920 y 1921, durante la discusión acerca de los sindicatos, Kollontai participó activamente en la fracción antipartido denominada Oposición Obrera. Sus tesis eran de tipo anarcosindicalista y preconizaban que la dirección de la economía pasara a los sindicatos, a los que reputaban como una forma superior de organización de la clase obrera, contraponiéndolos al Estado y al Partido. Finalmente, parte de los miembros de la fracción, entre ellos Kollontai, la abandonaron.

De 1921 a 1922 fue responsable del Secretariado Femenino Internacional adjunto a la Internacional Comunista. A partir de 1923 ocupó cargos de responsabilidad en el cuerpo diplomático en diferentes países. Desde su puesto en la embajada de Noruega logró que el renegado Trotski fuera expulsado de aquel país. Entre este año y 1945 fue embajadora en Suecia. En 1945 regresó a Moscú, donde falleció años más tarde.

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