Agenda «Mujeres luchadoras y sabias». Clara Zetkin (y II). Revolucionaria, presidenta del Socorro Rojo Internacional.

Busto de homenaje a Clara Zetkin.

Mujeres luchadoras y sabias

Agenda

Clara Zetkin (y II)

Alemania 1857 – Unión Soviética 1933

… /… en la lucha política. Esta fue la primera muestra de aquella gran amistad y respeto, pero también de fuertes desacuerdos.

En 1899, Zetkin y Luxemburgo se encontraron en el Congreso del partido celebrado en Hannover, donde el propio Bebel tuvo que enfrentarse con Bernstein, también en esta ocasión las dos mujeres se mantuvieron en el centro del debate. La primera había conducido la batalla desde Die Gleichheit, la segunda había hecho publicar su opúsculo antirreformista, ¿Reforma social o revolución?

En el Congreso de Stuttgart, celebrado en 1907, durante el cual Lenin tuvo que sostener una dura batalla contra los reformistas sobre la cuestión militar y colonial, Zetkin atacó duramente al partido austríaco, acusándolo de haber interrumpido la propaganda por el derecho de voto de la mujer por motivos oportunistas, sosteniendo que la Internacional debía comprometer a todos los partidos a movilizar a las masas en la batalla por el derecho de voto, una batalla de principio que no admitía en absoluto la renuncia del derecho de voto de la mujer. En el Congreso de Copenhague, propuso la celebración de una jornada internacional de la mujer.

En los años inmediatamente siguientes al primer conflicto mundial, la actividad de Zetkin quedó casi completamente absorbida por la propaganda antimilitarista y antiimperialista. En el Congreso internacional socialista de Basilea, en 1912, presentó un vehemente informe sobre la amenaza de guerra y la necesidad de movilización del proletariado contra la misma. En 1915 organizó en Suiza una conferencia internacional de las mujeres socialistas contra la guerra imperialista.

En el período que transcurre entre 1890 y los primeros decenios del siglo XX, Zetkin libró dos grandes batallas: la antirreformista y la antimilitarista; de hecho, el giro imperialista de la clase dominante alemana solo era posible con la complicidad de la socialdemocracia, que no ocultaba su apoyo a la política chovinista y reaccionaria, plasmado en el famoso voto a los créditos de guerra en agosto de 1914. Testimonian su plena madurez política, su profundo conocimiento de la situación internacional que el movimiento obrero iba a vivir, sus artículos publicados en Die Gleichheit, los informes pronunciados en los diversos congresos de la II Internacional, su participación en la elaboración de las líneas directrices de la socialdemocracia internacional, en la redacción de las famosas Cartas políticas firmadas Spartakus y, finalmente, la intensa actividad que desarrolló en el grupo disidente espartaquista, y todo ello, a pesar de que sus precarias condiciones de salud no le permitieron participar personalmente en los acontecimientos de la revolución de noviembre (1918).

Zetkin incluía la cuestión femenina dentro de la “cuestión social” en su conjunto; para ella la condición de la mujer coincide con la condición general del proletariado. En 1920 fue elegida presidenta del Movimiento internacional de las mujeres socialistas. En 1919, año de fundación de la Internacional Comunista, Zetkin se funde con la actividad del Partido Comunista alemán y la de la III Internacional, a los que dedicará sus últimas energías. En 1920 visitó por vez primera la URSS, para participar en el II Congreso de la Internacional Comunista. A partir de entonces, volverá periódicamente, hasta establecerse en ella definitivamente en los últimos años de su vida. La actividad desarrollada en el curso de los años veinte siguió siendo muy intensa; sus escritos e informes demuestran una extrema lucidez. A partir de 1921 formó parte del Comité Ejecutivo y del Presidium de la III Internacional.

En 1924 asumió la presidencia del Socorro Rojo Internacional, organización mundial para la asistencia de las víctimas de la reacción y del fascismo.

En 1932, enferma y casi ciega, habló con gran esfuerzo, durante la apertura del Reichstag alemán, instando a combatir el fascismo y a crear un frente único antifascista. Murió un año después en Moscú. Decenas de miles de moscovitas y numerosos delegados del movimiento obrero internacional acudieron a rendirle homenaje; la urna con sus restos mortales quedó depositada en la muralla del Kremlin.

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