Desde las prisiones de Jaén y León, cartas de Santiago Rodríguez e Israel Clemente: Sobre los tambores de guerra yanki-otanistas en Ucrania, y las defensas de Rusia y China.

Fotos de Santiago Rodríguez y de Israel Clemente.

Cartas desde prisión:

Santiago Rodríguez Muñoz e Israel Clemente López.

-Cárcel de Jaén, 2 de enero de 2022.

De Santiago Rodríguez Muñoz:

(…)

El que vienen los rusos al que nos tenían acostumbrados hasta ahora los medios imperialistas de intoxicación informativa, obedecía siempre en realidad a un movimiento de respuesta rusa a una provocación yanki-otanista previa. Si nos ceñimos a Ucrania, el golpe de estado fascista conocido como “Euromaidán” motivó que la península Crimea regresase a la soberanía rusa. Y del mismo modo, que una buena parte del Donbás se encuentre desde entonces bajo control militar ruso (las pretendidas “Repúblicas Populares” de Donetsk y Lugansk). Ejemplos primarios ambos de lo que se ha dado en llamar “guerra híbrida”, más conocida en el ambiente castrense ruso comodoctrina Querásimov”, tras la caracterización que de este tipo de modalidad bélica se hacía en un artículo publicado en el “correo militar-industrial”. Corría el año 2014 y Valeri Querásimov, a la sazón Jefe del Estado Mayor de las fuerzas Armadas de la Federación Rusa, desarrollaba esa concepción apoyándose en lo ya avanzado por el teórico militar soviético Qeorgui Iserson: “la movilización y concentración de fuerzas no es posterior al inicio de las hostilidades (…) sino que ocurre de manera desapercibida”.

Transcurridos ocho años desde aquel entonces, las contradicciones intercapitalistas (la amalgama de los imperialistas con las del capitalismo medio pensionista) se han agravado notablemente en todo el orbe. En un primer momento, Moscú se limitó a contener la amenaza en Ucrania, impidiéndose al mismo tiempo su entrada en la OTAN mediante la mera existencia en su seno de un “conflicto congelado”. Pero en términos estratégicos, Ucrania no tiene el mismo peso que Transnistria o Georgia, por lo que en ese escenario la inestabilidad está garantizada, con tendencia a incrementarse.

No es necesario enumerar los múltiples episodios que han contribuido a elevar la temperatura en la zona ni tampoco el resto de cambios acaecidos en el tablero mundial, baste señalar que el examen aquilatado de todo ello ha conducido a una modificación sustancial en el modo ruso de encarar la situación. Han decidido tomar la iniciativa pasando de posiciones reactivas a proactivas tras interpretar que existe una nueva correlación de fuerzas en el ámbito internacional. Consideran que ha llegado la hora de traducir en acción los análisis orientados en esta línea, que durante los últimos años han ido tomando cuerpo en sus foros de discusión y se han venido editando en sus publicaciones especializadas tanto políticas como militares.

De ahí que la actual concentración de fuerzas armadas en la frontera no responda a la realización de unos simples ejercicios militares, como en ocasiones anteriores. Se trata de un ejército de operaciones al completo (integrado, entre otras unidades selectas, por tropas acorazadas procedentes del distrito militar de Moscú), en orden de combate y presto a intervenir inmediatamente. Y todo apunta a que ese momento se encuentra a la vuelta de la esquina, e incluso a que pueda estar fijada ya una fecha para la apertura de hostilidades en el caso de que antes no le sean satisfechas a Rusia las garantías de seguridad que reclama.

De manera que la pelota se encuentra en el tejado de los yankis, con la presión añadida de que la amenaza procedente de Moscú esta vez es cierta y de no ser atendida sus reclamaciones actuarán militarmente en Ucrania, con absoluta certeza. A partir de aquí, solo cabe conjeturar acerca del alcance de su intervención, que puede limitarse al Donbás o extenderse a amplias zonas del este del país de mayoría rusófana.

Sin descartar el empleo de métodos de “guerra híbrida” (acciones encubiertas, armamento de civiles prorrusos, golpes a cargo de fuerzas especiales, ciberataques, etc.), ahora de lo que se trata es del uso de tropas regulares perfectamente identificadas, a diferencia del 2014, cuando sus soldados no portaban insignias en los despliegues que protagonizaron en Crimea y el Donbás. Es decir, la “guerra híbrida” deja paso a la guerra convencional, en pos de impedir o limitar que Ucrania se transforme en una plataforma de agresión otanista. Y en vista de tal desafío, siempre cabe la posibilidad de que los norteamericanos levanten el pie del acelerador, por más que parezca imposible que hagan concesiones.

Una de las características del (des)orden internacional imperante en la actualidad, consiste en que las potencias capitalistas ponen a prueba tanto la voluntad como la capacidad de las demás para restringir sus actuaciones mediante barreras de fuerza. Y esta circunstancia, sopesada sin duda alguna por los estrategas rusos, también está contemplada en la “doctrina Querásimov” que les inspira: “el uso de fuerzas armadas se reserva para un momento clave que pueda decantar la victoria”. A juicio de Moscú, ese momento parece haber llegado.

Santi.

Dibujo. De la bandera USA, salen misiles.

-Cárcel de Mansilla de Las mulas, 15 de enero de 2022

De Israel Clemente López:

Te incluyo con estas letras 2 folios de la última carta recibida de Santi. Él mismo así me lo indicó en ella. Muy interesante su contenido y análisis. Desconocía todos los cambios y reciente desarrollos que menciona en cuanto a la doctrina militar rusa actual. Su lectura sobre lo que viene aconteciendo en la frontera ruso-ucraniana puede revelarse acertada. Parece ser que la Federación Rusa ha marcado una línea roja muy nítida en cuanto a la futura integración del régimen banderista ucraniano en la OTAN: no puede suceder. Las recientes declaraciones de altos representantes rusos son muy claras; Rusia no tiene espacio en el que seguir retrocediendo ante el estrechamiento del cerco imperialista.

Por lo demás, sigo “procesando”, recopilando y analizando informaciones y análisis sobre las tensiones militares en Asia Oriental, muy pendiente de desarrollos navales, correlación de fuerzas, cambios en la doctrina militar, evolución de las alianzas, etc. etc…

Dándole vueltas a algunas cuestiones “colaterales” que tienen su importancia, etc…

Ando rumiando informaciones sobre la evolución de la doctrina de “defensa” (un eufemismo de postguerra mundial) de Japón, junto con su reforzamiento naval, nada desdeñable. Los militaristas nipones, en segundo plano, se vienen haciendo con una máquina de guerra con creciente capacidad de proyección regional, y su integración operacional con la Armada estadounidense es cada vez más eficiente de cara a escenarios como las islas disputadas Sensaku y la misma Taiwán.

Vietnam, como bien apunta Santi, tiene con China abierto el contencioso por las Paracelso. Desde los últimos enfrentamientos directos en 1988 y 1991 (142 muertos vietnamitas y cuatro barcos hundidos), parece que ha renunciado a confrontar militarmente con China en la zona, si bien mantiene sus reclamaciones territoriales. Algo habrán influido en ello las amplias relaciones económicas y comerciales, así como la desproporción de fuerzas. No obstante, se viene dando una creciente cooperación naval entre Vietnam e India (¡!), con ejercicios conjuntos y colaboración a distintos niveles. Ello guarda relación con el hecho de que la Armada india también ha comenzado a asomar la orejita por el Mar de China Meridional, seguramente animada a ello por su participación en “Quad” con EEUU, Japón y Australia.

Otra cuestión colateral, vinculada a la anterior, es el gran peso que siguen teniendo las exportaciones de armas rusas para el reforzamiento militar de Vietnam e India, muy destacadamente las relacionadas con aviación militar moderna y sistemas de defensa antiaérea. Es difícil que China las vea con buenos ojos, forzosamente.

Lo que nos lleva a una cuestión postergada, y central, (en absoluto “colateral”) en qué medida la asociación de defensa entre China y Rusia se mostrará como estratégica o como coyuntural (contingente). Creo que la verdadera amalgama de dicha asociación la constituye la agresividad hostil de los imperialistas anglosajones contra ambos Estados, lo que les impele a estrechar sus vínculos y alianzas de todo tipo para defenderse de tan enorme presión. En esta etapa ello les ha llevado a mitigar o congelar sus puntos de desencuentro o fricción en cuestiones geoestratégicas, priorizando las cuestiones actuales que enfrentan a ambos Estados a los agresores imperialistas. Ello no quiere decir que dichos puntos de desencuentro no sigan existiendo (como por ejemplo la tradicional política exterior rusa de alianza y colaboración con Vietnam e India) ni puedan experimentar un desarrollo en el futuro en función de la evolución de la situación general.

Es algo que quiero dejar tan sólo apuntado, que ahora mismo parece secundario, pero que a menos que se avance entre ambos Estados en una actuación concertada creciente no va a esfumarse. Estas cuestiones parecen pertenecer a esa esfera de la “bruma de la guerra” a la que se refería Clausewitz, que tan sólo se despejan en su totalidad a medida que el enfrentamiento estalla y se desarrolla hacia su plenitud. Por el momento, siendo prudente, pienso que sigue persistiendo un cierto nivel de incertidumbre en cuánto a en qué medida un estallido bélico que afecte a uno de estos Estados conllevaría automáticamente obligaciones militares de aliado, en cuanto a su intervención militar directa, para el otro. La escala de grises es muy amplia.

Al final, me estoy extendiendo más de lo que quería inicialmente. Voy a ir concluyendo por hoy, que se supone que debo preparar un examen de la UNED, pero es que el boli es adictivo…

ICL.

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