Bertolt Brecht. Selección: «Refugio nocturno», «Loa a la dialéctica», «O todos o ninguno», «Preguntas de un obrero ante un libro», «¿Qué recibió la mujer del soldado?», «Del maestro que amaba la guerra».

Foto. Bertolt Brecht.

Escritores imprescindibles:

Bertolt Brecht

Selección de poemas y canciones

-Refugio nocturno

Me han contado que en Nueva York

en la esquina de la calle 26 con Broadway

se pone cada atardecer un hombre

durante los meses de invierno

y, pidiendo a los que pasan,

consigue un techo para que pase la noche

la gente desamparada que allí se reúne.

Con eso no cambia el mundo

no mejoran con eso las relaciones entre los seres humanos

no es ésa la forma de acortar la era de la explotación.

Pero algunos hombres tienen cama por una noche

se les abriga del viento durante toda una noche

y la nieve a ellos destinada cae en la calle.

No abandones el libro, tú que lo estás leyendo.

Algunos hombres tienen cama por una noche

se les abriga del viento durante toda una noche

y la nieve a ellos destinada cae en la calle.

Pero con eso no cambia el mundo

no mejoran con eso las relaciones entre los seres humanos

no es ésa la forma de acortar la era de la explotación.

Libro «Poemas y canciones».

-Loa a la dialéctica

Con paso firme se pasea hoy la injusticia.

Los opresores se disponen a dominar otros diez mil años más.

La violencia garantiza: «Todo seguirá igual».

No se oye otra voz que la de los dominadores,

y en el mercado grita la explotación: «Ahora es cuando empiezo».

Y entre los oprimidos, muchos dicen ahora:

«Jamás se logrará lo que queremos».

Quien aún esté vivo no diga «jamás».

Lo firme no es firme.

Todo no seguirá igual.

Cuando hayan hablado los que dominan,

hablarán los dominados.

¿Quién puede atreverse a decir «jamás»?

¿De quién depende que siga la opresión? De nosotros.

¿De quién que se acabe? De nosotros también.

¡Que se levante aquel que está abatido!

¡Aquel que está perdido, que combata!

¿Quién podrá contener al que conoce su condición?

Pues los vencidos de hoy son los vencedores de mañana

y el jamás se convierte en hoy mismo.

Libro. Historias de almanaque.

-O todos o ninguno

Esclavo, ¿quién te liberará?

Los que están en la sima más honda

te verán, compañero,

tus gritos oirán.

Los esclavos te liberarán.

O todos o ninguno. O todo o nada.

Uno sólo no puede salvarse.

O los fusiles o las cadenas.

O todos o ninguno. O todo o nada.

Hambriento, ¿quién te alimentará?

Si tú quieres pan, ven con nosotros,

los que no lo tenemos.

Déjanos enseñarte el camino.

Los hambrientos te alimentarán.

O todos o ninguno. O todo o nada.

Uno sólo no puede salvarse.

O los fusiles o las cadenas.

O todos o ninguno. O todo o nada.

Vencido, ¿quién te puede vengar?

Tú que padeces heridas,

únete a los heridos.

Nosotros, compañero, aunque débiles,

nosotros te podemos vengar.

O todos o ninguno. O todo o nada.

Uno sólo no puede salvarse.

O los fusiles o las cadenas.

O todos o ninguno. O todo o nada.

Hombre perdido, ¿quién se arriesgará?

Aquel que ya no pueda soportar

su miseria, que se una a los que luchan

porque su día sea el de hoy

y no algún día que ha de llegar.

O todos o ninguno. O todo o nada.

Uno sólo no puede salvarse.

O los fusiles o las cadenas.

O todos o ninguno. O todo o nada.

Libro. El señor K.

-Preguntas de un obrero ante un libro

Tebas, la de las Siete Puertas, ¿quién la construyó?

En los libros figuran los nombres de los reyes.

¿Arrastraron los reyes los grandes bloques de piedra?

Y Babilonia, destruida tantas veces,

¿quién la volvió a construir otras tantas? ¿En qué casas

de la dorada Lima vivían los obreros que la construyeron?

La noche en que fue terminada la Muralla china,

¿adónde fueron los albañiles? Roma la Grande

está llena de arcos de triunfo. ¿Quién los erigió?

¿Sobre quiénes triunfaron los Césares? Bizancio, tan cantada,

¿tenía sólo palacios para sus habitantes? Hasta en la fabulosa Atlántida,

la noche en que el mar se la tragaba, los habitantes clamaban

pidiendo ayuda a sus esclavos.

El joven Alejandro conquistó la India.

¿Él solo?

César venció a los galos.

¿No llevaba consigo ni siquiera un cocinero?

Felipe II lloró al hundirse

su flota. ¿No lloró nadie más?

Federico II venció la Guerra de los Siete Años.

¿Quién la venció, además?

Una victoria en cada página.

¿Quién cocinaba los banquetes de la victoria?

Un gran hombre cada diez años.

¿Quién pagaba sus gastos?

Una pregunta para cada historia.

Libro. Terror y miseria del Rercer Reich.

-¿Qué recibió la mujer del soldado?

¿Qué recibió la mujer del soldado

desde Praga, la vieja capital?

De Praga recibió un par de zapatos,

un saludo y zapatos de tacón.

Eso de Praga recibió.

¿Qué recibió la mujer del soldado

de Varsovia, cruzada por el Vístula?

Recibió de Varsovia una camisa

de lino con un hermoso color.

Eso de Varsovia recibió.

¿Qué recibió la mujer del soldado

desde Oslo, bañada por el Sund?

De Oslo recibió un cuello de piel,

un buen regalo de Oslo recibió.

Eso de Oslo recibió.

¿Qué recibió la mujer del soldado

de la rica ciudad de Roterdam?

Un hermoso sombrero recibió

¡y qué bien sienta un sombrero holandés

Eso de Holanda recibió.

¿Qué recibió la mujer del soldado

desde Bruselas, la bella ciudad?

De Bruselas, preciosos encajes,

lo que toda mujer siempre soñó.

Eso de Bruselas recibió.

¿Qué recibió la mujer del soldado

desde París, la ciudad de la luz?

Un vestido de seda recibió

-¡qué envidia sus amigas!- de París.

Eso de París recibió.

¿Qué recibió la mujer del soldado

desde Trípoli, en la Libia lejana?

De Libia, una cadena y amuletos,

la cadena de cobre recibió.

Eso de Libia recibió.

¿Qué recibió la mujer del soldado

desde Rusia, el país interminable?

El velo de viuda recibió

de Rusia para ir al funeral.

Eso de Rusia recibió.

(De Schweyk en la Segunda Guerra Mundial, 1942)

Cartel sobre Brecht.

-Del maestro que amaba la guerra

A Huber, el maestro,

la guerra le gustaba a rabiar.

Al hablar de Federico el Grande,

sus ojos comenzaban a brillar,

mas Wilhelm Pieck no le lograba entusiasmar.

Entonces vino Schmitten, lavandera,

que la porquería no podía soportar.

Cogió al maestro Huber,

y lo metió en la tina

para la porquería eliminar.

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