Carta de Israel Clemente López desde la prisión de León: Sobre las «Guerras de Cuarta Generación», y cómo EE.UU. cosecha derrota tras derrota. Estudiarles para conocerles.

Cartel «Israel Clemente. Preso antifascista de los GRAPO. Escribámosle y rompamos el aislamiento.»

Cartas desde prisión:

Israel Clemente López

Prisión de Mansilla de las Mulas

16 de octubre de 2021.

Hola…:
Espero que a la llegada de estas letras os encontréis bien y os vaya todo lo mejor posible. Apenas acabáis de aterrizar en la terriña cuando ya comienzo a abusar de vuestra paciencia con estas “cartas populares prolongadas” (creo que así las calificabais antaño, je,je,je,…)

Ando últimamente leyendo bastante acerca de las “Guerras de Cuarta Generación” y también muy pendiente de la evolución de las crecientes tensiones militares en el Mar de China Meridional. Los imperialistas yankis parecen
confundirlo, las más de las veces, con el Golfo de Texas y, claro, esto es imposible, y más entrando ya en el siglo XXI, ¿verdad?.

El hilo conductor de mis “inquietudes” es la cada vez más agresiva y aventurera política militar de los imperialistas estadounidenses y cómo tiene todos los visos de acabar provocando un agravamiento general de la crisis sistémica del capitalismo en forma de “gran conflicto regional” en Asia Oriental.

Esta política militar, intervencionista e injerencista ha sido calificada en los últimos tiempos de “errática”. En mi opinión, conviene matizar que su carácter supuestamente “errático” ha venido determinado por los reveses militares que se han ido encontrando en los países invadidos (Irak y Afganistán) y agredidos (Siria y Libia, principalmente).

Los objetivos iniciales de los agresores eran mucho más amplios y ambiciosos que los reconocidos por Biden tras su vergonzante retirada de Afganistán en agosto pasado. Pretendían estabilizar una serie de gobiernos y fuerzas armadas colaboracionistas, títeres, a través de los cuales ejercer una dominación neocolonial de los Estados agredidos. No lo han conseguido en ningún sitio. Incluso en Irak hoy en día la influencia iraní es superior a la estadounidense.

Al hilo de las experiencias en Irak y Afganistán, los teóricos militares estadounidenses fueron actualizando sus teorías contrainsurgentes y añadiéndolas al árbol cada vez más frondoso de ese concepto de “Guerra de Cuarta Generación”. El “árbol” parece andar necesitado de una buena poda, pues a veces se confunde con lo puramente característico de la guerra de guerrillas, y otras veces pretende aspirar a ser un concepto más amplio, híbrido, en el que interactúan elementos pertenecientes a las esferas militar, política, cultural, social e incluso religiosa.

Fruto de estas reflexiones es, entre otros, “4th Generation Warfare Handbook”, que se traduce por “Manual de Guerra de Cuarta Generación”, o “Cómo combatir en una Guerra de Cuarta Generación”, editado en 2015 obra del analista militar William S, Lind y el teniente coronel de infantería de Marina Gregory A. Thiele.

Este librito me está haciendo pasar un otoño muy entretenido. Lo primero que llama la atención en él es la nitidez y la fuerza con que destacan los rasgos característicos de la cultura estadounidense que el propio Lenin identificó certeramente hace décadas: el sentido práctico innato de los estadounidenses y su extrema tendencia a la especialización. Estos rasgos siguen impregnando su cultura militar, su forma de conceptualizar, buscar soluciones y hacer frente a los desafíos que les plantean sus aventuras intervencionistas.

Por mucho que citen a Sun Tzu y a Clausewitz puede decirse que “los árboles siguen sin dejarles ver el bosque”. Pese a que afirmen haber aprendido las lecciones contrainsurgentes de Vietnam, sus “soluciones” se quedan estancadas a nivel táctico, haciéndose imposibles de aplicar en el plano estratégico. Ya en 2015 venían a reconocer que una “Guerra de Cuarta Generación” en la que un gobierno tambaleante se ve abocado a recurrir a un ejército de ocupación extranjera para sostenerse está altamente abocada al fracaso(¡!). Curiosamente, los primeros que empiezan a percatarse de ello y manifestarlo públicamente son algunos mandos militares, cuando en Washington los políticos siguen hablando de consolidar un “sistema democrático” en Irak y Afganistán.

Atascados en los avisperos iraquí y afgano, desde mediados de la década de 2000 varios teóricos militares buscan y avanzan posibles soluciones. El nuevo mantra, la nueva piedra filosofal es la “infantería ligera”. El concepto no es novedoso, lo que sí es novedoso es el pretender convertir a casi todas las tropas sobre el terreno en “infantería ligera”. Se detallan programas de reconversión y entrenamiento desde escuadras a compañías.

Estas unidades reconvertidas en “infantería ligera” deberán ir contragolpeando a los insurgentes usando sus propias tácticas de emboscadas, movilidad e infiltración. Así, en el plano táctico irían tomando la iniciativa y frenando el avance de la insurgencia.

Dicha “solución” nunca se llevó a cabo a gran escala pues implicaba aceptar un nivel de bajas bastante elevado y riesgos políticamente inasumibles en términos de posibles pérdidas propias, propaganda negativa en caso ser capturados, etc…. Por otra parte, lo de “infantería ligera” no dejaba de tener un carácter ficticio si se veían obligados continuamente a recurrir a apoyo aéreo táctico para salir de situaciones apuradas.

«Cartas desde prisión». (Una mano saca carta entre alambradas)

Junto con esta obsesión por reconvertir a compañías enteras en unidades de “infantería ligera” con mando descentralizado y foguearlas de forma escalonada destacan otras tres recomendaciones en el campo de la política contrainsurgente que han tenido más recorrido:

1ª) usar ampliamente ingentes medios económicos para una campaña de sobornos y compra de colaboradores, información, proyectos políticos, redes clientelistas con los que ejercer de contrapeso a los insurgentes.
2ª) recurrir a colaboradores locales para la eliminación “selectiva” de insurgentes y sus redes de apoyo, utilizando para ello igualmente grandes medios económicos (hablan de “contratos”, en términos puramente mafiosos).
En Irak se estima que durante el tiempo que duró la ocupación en unos 2,4 millones de muertos.
3ª) dividir a los insurgentes en facciones enfrentando unas contra otras recurriendo a la desinformación, a operaciones de falsa bandera y a promover líneas de fractura étnicas, religiosas y políticas en la sociedad del país ocupado.

En vista de los resultados cosechados en Irak y Afganistán por los imperialistas estadounidense, no me puedo resistir a extractar una cita del militante antiimperialista argentino Jorge Beinstein recientemente fallecido: “El atajo de la `Guerra de Cuarta Generación ́ aparece como lo que realmente es: el máximo posible de agresión en un contexto de debilidad estratégica del agresor cuyo resultado no es sólo la caotización periférica sino también la degradación interna. Las operaciones mafiosas hacia afuera terminan por consolidar prácticas mafiosas dentro del aparato dominante del Imperio donde se extiende las camarillas parasitarias, las tendencias irracionales, las locuras elitistas, (…)”. (“Del fin del comienzo al comienzo del fin. Capitalismo, violencia y decadencia sistémica”.)

No quiero aburriros con detalles excesivamente “técnicos” del citado “Manual” de los militares yanquis donde parecen contradecirse una y otra vez tratando infructuosamente de salir del atolladero en el que se han metido una vez más. Su cita de Sun Tzu es antológica: “Aquél que se conoce a sí mismo, y conoce a su enemigo, ganará en cien batallas”. Exactamente lo contrario de lo que vienen haciendo ellos.

La raíz de su incomprensión de la realidad es eminentemente política. No existen las categorías en abstracto, los “Estados”, ni las “fuerzas contendientes de Cuarta Generación”. Existen Estados imperialistas, entre ellos los mismísimos EEUU campeones de la agresión, y Estados que se oponen al imperialismo y buscan preservar su independencia nacional y no caer en la dependencia neocolonial. Existen las clases, y la lucha de clases y existen las leyes económicas que operan en el capitalismo imperialista con independencia de la voluntad de los gobiernos de turno. Todo eso no se lo pueden enseñar en las academias militares de la reacción internacional, obviamente, así que no es de extrañar que no entiendan el mundo en el que combaten ni porqué la realidad no coincide con sus deseos.

Siguiendo con la lógica que se desprende del “Manual” de Lind y Thiele citado, el resultado previsible de la “Guerra de Cuarta Generación” desencadenada desde 2011 contra la República Árabe Siria hubiese sido la derrota militar del gobierno baasista y sus aliados. Ha sucedido prácticamente lo contrario; a pesar de las decenas de miles de medievalistas armados lanzados contra Siria apoyados por el occidente imperialista y las petromonarquías del Golfo, el gobierno y el Estado sirios han sido capaces de contener su embestida y recuperan el control de gran parte de su territorio.

Según los analistas militares estadounidenses, la intervención militar rusa desde 2015 a requerimiento del gobierno sirio tan sólo hubiese acelerado su derrota a manos de las “fuerzas no estatales de Cuarta Generación”. Pues tampoco ha sido así; ha sucedido, de nuevo, lo contrario. ¿Cómo se explica esto entonces?.

En realidad, el “tambaleante” gobierno sirio (su Estado) tenía bases sociales y políticas más sólidas de lo que preveían en las cancillerías occidentales. Especialmente, frente al proyecto de regresión al medievo de sus enemigos locales. Nuevamente comprobamos en la práctica como opera el principio de la primacía de los factores políticos y morales en la guerra, especialmente en la guerra popular. Y se hace evidente que la exitosa resistencia del pueblo sirio a la agresión imperialista ha tenido un importante componente popular. No debemos perder esto de vista.

La guerra en Siria presenta un terreno abonado para los análisis militares contemporáneos: guerra urbana, cooperación interarmas, uso en tiempo real de nuevas tecnologías (drones), transformación del ejército sirio en una fuerza mixta: de “infantería ligera” y mecanizada, empleo de milicias voluntarias, apoyo aéreo a nivel táctico, etc… Hábil empleo de la “negociación” en distintos escenarios locales.

También ha permitido probar la solidez del llamado “Eje de la Resistencia” antiimperialista: Irán-Siria-Hezbollah-milicias iraquíes…

Al margen de todo esto, el gran conflicto en ciernes en el Mar de China Meridional tendrá muy poco que ver con una “Guerra de Cuarta Generación”, pero de eso ya comentamos en la próxima carta, ¿vale?

La clausura de los interminables compromisos militares en Oriente Medio augura un desplazamiento masivo del poderío aeronaval estadounidense a Asia Oriental. Ya está sucediendo y se va incrementar aún más.

Me despido ya por hoy. Cuidaros un montón.
Recibir un fuerte abrazo cargado de Resistencia

¡Por el Comunismo!
¡Venceremos!
¡Larga vida al Rock and Roll!

I.C.L. (Perkins)

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