Alientos de lucha: Lisandro Otero, novelas sobre los procesos políticos en Cuba. «Morder las bellas rocas».

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Alientos de lucha

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Morder las bellas rocas

Lisandro Otero

(Cuba 1932-2008)

“Mientras esperaba el autobús recordé que el motor del agua se rompía con frecuencia y me obligaba a subir en cubos, en el ascensor, el agua tomada en el sótano. El calentador eléctrico no funcionaba y si quería bañarme con agua caliente en invierno tenía que templarla en la cocina que tenía descompuestas tres hornillas de las cuatro de que disponía, con lo que el baño se convertía en una ceremonia más complicada que una coronación medieval. Eso no era todo. El refrigerador no congelaba bien porque la goma de la puerta había perdido su consistencia y era imposible hallar un repuesto y se mantenía semiabierto. Y volví a pensar en el auto que un momento antes se había negado a andar y si lo hubiera hecho no tenía garantías de haber llegado porque dos de las gomas estaban tan lisas como el asfalto sobre el que rodaban y las otras dos estaban desgastadas y horadadas de reventones y recauchados.

Ése era el precio de conquistar el subdesarrollo. Un precio incómodo, molesto, irritante pero había que estar dispuesto a pagarlo o resignarse a permanecer abatidos, sumisos postrados para siempre. Mucha gente no podía aguantarlo. Gente que no toleraba el heroísmo cotidiano de vivir en un país donde lo superfluo ha desaparecido y escasea mucho de lo necesario; un país donde todo el esfuerzo está concentrado en futuro y mientras llega hay que resistir el presente con coraje. Existe una revolución que ha abierto las ventanas y puede verse más lejos, pero se construyen lentamente las piernas que nos llevan a ese horizonte. Si tuviésemos una voluntad bien entrenada aprenderíamos a necesitar solo lo indispensable mientras dura el periodo de transición. ¿Sería pedir demasiado de la condición humana? ¿Podría entender eso Carolina con su desesperada avidez de consumo? ¿Puede educarse en medio de la escasez, de la precariedad? De no ser así habría que renunciar a transformar el hombre, a cambiar la vida. O serían todos como la secretaria que vivía hacinada con su familia en un cuarto y le dieron un apartamento de tres habitaciones. Entonces solicitó un piano para las clases de música de su hermanita y cuando se lo negaron comenzó a volverse contra la Revolución. ¿Era ése el gran problema del socialismo: su capacidad mayor de suscitar deseos que de satisfacerlos? Habría que empezar por el principio, cambiar todos los valores, cuestionarlo todo, rechazar la tradición y la rutina, destruir las categorías y construir nuevas estructuras racionales en un tiempo y lugar dados según su destino. Habría que rehacer el mundo partiendo de cero, sin admitir algo por el simple hecho de que ya existe. No, no se trata de volver a la edad de piedra sino de someter al análisis de cada conquista, escudriñar cada elemento de progreso y determinar si debe subsistir porque es útil en la nueva etapa. Ahí se determinaría si el hombre es amo o esclavo de sus instrumentos”.

Foto. Lisandro Otero.

Sobre el autor:

Escritor, periodista y diplomático. Participó activamente en el Movimiento 26 de Julio contra la dictadura de Batista y al triunfo de la Revolución ocupó cargos de responsabilidad en la esfera intelectual y diplomática. Estuvo vinculado estrechamente a los acontecimientos históricos contemporáneos, tanto en Cuba como de otros países latinoamericanos. Morder las bellas rocas y la trilogía formada por La situación, En ciudad semejante y Árbol de la vida, son novelas en las que el autor escribe sobre los procesos políticos e históricos de su país.

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