Entre los 9 asesinados en Nigüelas, Granada, un niño / Presos esclavos en la línea Madrid-Burgos / Teresa Andrés Zamora: Comunista, bibliotecaria.

Foto. Fin del levantamiento de la fosa en Nigüelas.

Memoria histórica imprescindible:

-Localizados los restos óseos de 9 víctimas de la represión Franquista en el Cementerio de Nigüelas (Granada)

Ahora necesitan localizar a posibles familiares de estas víctimas, por lo que si alguien conoce a alguna persona que pueda tener a familiares desaparecidos y que crea que pudieron ser asesinados en Nigüelas durante la Guerra Civil, que se ponga en contacto con la asociación.

Por si pudiera ser de ayuda, decir que entre las víctimas se han encontrado los restos óseos de dos varones que eran muy jóvenes en el momento en el que fueron asesinados: Uno de ellos rondaría los 15 o 16 años y el otro los 18 o 19.

https://arqueoantro.org/localizados-los-restos-oseos-de-9-victimas-de-la-represion-franquista-en-el-cementerio-de-niguelas-granada/?fbclid=IwAR0q0R7uUQIElEV-_Kj67gYyM-G_vfzupNoXfzIowQFq0rYyKjToAV7O-7I

Foto. Preso trabajando en obra.

-Un poema resucita la memoria de los presos-trabajadores del franquismo y la línea en vía muerta Madrid-Burgos

Sobre la elaboración del documental “Estos muros”.

Miles de presos de la dictadura sirvieron a diferentes empresas constructoras en la más inmediata posguerra. Hacinados en barracones, sus familias se asentaban cerca de ellos en chabolas diminutas. La redención de penas consiguió mano de obra gratuita y una imagen ‘benevolente’ del régimen criminal.

https://www.publico.es/sociedad/memoria-historica-poema-resucita-memoria-presos-trabajadores-franquismo-linea-via-muerta-madrid-burgos.html

Foto. Teresa Andrés Zamora.

-Teresa Andrés Zamora

Comunista, bibliotecaria

Hace 75 años se nos moría Teresa Andrés Zamora, mujer, comunista, bibliotecaria, nacida en Villalba de los Alcores, Valladolid, y trasladada con sus padres a Cevico de la Torre, Palencia, donde vio nacer a su hermana Isabel y a sus hermanos Troadio, Dionisio, Mariano y Victoriano. Los padres de Teresa, Diógenes, médico, y Pilar, maestra, no creían mucho en el más allá y decidieron dejar herencia en vida a sus hijos e hijas una buena educación para mejorar el más acá. Todos cursaron estudios universitarios.

Teresa era una estudiante brillante abonada a la Matrícula de Honor. Cursó Filosofía y Letras en Valladolid con Premio Extraordinario de Licenciatura, se sacó Magisterio en Palencia y se fue a la Residencia de Señoritas en Madrid, donde dio clases de Geografía y le dio la oportunidad de conocer a Clara Campoamor y a las representantes de la International Federation of University Woman. Su empeño en mejorar el más acá para ir más allá la llevó a trabajar para hacer llegar la cultura a todos los rincones del país, impartiendo conferencias y ampliando la red de bibliotecas públicas. Bueno, más que ampliarla era crearla, que apenas había.

En una España aletargada por sobredosis de militares y clérigos, las bibliotecas, a excepción de Catalunya por la red creada por la Mancomunitat y la Diputación, son un bien escaso, hábitat de ratas de biblioteca que andan entre legajos y polvorientos legajos eclesiásticos. Un mundo cerrado y mal ventilado. Será la II República la que decretará la creación del Patronato de Misiones Pedagógicas; las bibliotecas públicas en todas las escuelas nacionales; y la Junta de Intercambio y Adquisición de Libros para Bibliotecas Públicas, que pasa de un presupuesto de 35.000 pesetas en 1931 a uno de 685.000 pesetas en 1933.

En 1931, Teresa Andrés queda primera en las oposiciones al cuerpo de archivos, bibliotecarios y arqueólogos; será nombrada jefa del Archivo del Palacio Nacional y en 1932 marcha a Alemania con una beca de la Junta de Ampliación de Estudios. Vuelve a España poco antes de que Hitler ser erija en Führer del III Reich.

Aquí abajo, los sueños de otro caudillo explotan en pesadilla. El golpe de Estado fascista de julio del 36 sume al país en una guerra de aniquilación. El padre de Teresa, don Diógenes, el mismo que llevaba casi 30 años atendiendo las dolencias de sus vecinos sin negar consulta a nadie, es subido a un camión con su hijo Dionisio, 26 años, médico recién licenciado, para ser fusilados a campo abierto. La madre de Teresa, Pilar, y su hermana Isabel, se refugian en Valladolid en casa de unos familiares. Salvan la vida pero serán depuradas de sus trabajos al final de la guerra. Uno de los hermanos, Troadio, será prisionero en el penal de Ocaña, y otro, Mariano, caerá en la batalla del Ebro.

Frente a la muerte y la guerra, Teresa se casará con Emili Gómez Nadal, profesor de Historia Antigua en la Universidad de Valencia y uno de los fundadores de Acció Cultural Valenciana; tendrá un hijo y se volcará como responsable de la sección de bibliotecas de Cultura Popular, organismo creado poco antes de la guerra para coordinar las tareas de los grupos culturales de las fuerzas políticas del Frente Popular. En tiempo de bombas consiguen llevar libros a los lugares más recónditos y centralizar el servicio de compra y préstamo bibliotecario para no dejar a nadie sin un libro a mano.

En un trabajo colectivo inmenso, en el que también destaca otra mujer, María Moliner, en el primer año de guerra se crean más de un millar de bibliotecas destinadas a guarderías, hospitales, batallones y organizaciones políticas. Y no sólo eso, se organiza su funcionamiento en una red que abarca todo el territorio republicano. Más de 130 mil libros en circulación. Sí, unos se dotan de libros y otros de armamento pesado. Así acabó la guerra, claro, cartucheras llenas de plomo contra bolsillos llenos de palabras. Nos queda la palabra.

En 1937, Teresa Andrés escribe para Cultura Popular el folleto Indicaciones para la organización de las Bibliotecas de Frentes, Cuarteles y Hospitales. ‘Una biblioteca bien organizada estará compuesta de algunos libros de tipo social y político, de otras clases, de literatura moderna y contemporánea; de algunos libros de aventuras o policíacos y folletos militares, de divulgación científica y de unos cuantos temas sencillos de higiene, manuales de oficios, de agricultura, mecánica, electricidad, etc., según sea el tipo de lectores predominantes’.

Entre marzo de 1937 y abril de 1938, mientras todo se desmorona, el Ministerio de Instrucción Pública invierte 7 millones de pesetas en la adquisición de más de 400 mil libros. Al otro lado, ya al inicio de la guerra, la Junta de Defensa Nacional llama a la quema de libros y destrucción de bibliotecas por una cuestión de salud pública, autorizando sólo obras ‘cuyo contenido responda a los sanos principios de la Religión y de la Moral cristiana’. Terminada la guerra ese furor inquisitorio proseguirá y el cuerpo de archiveros y bibliotecarios sufrirá las consecuencias de la represión. Teresa es depurada del escalafón del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos.

Teresa Andrés Zamora pudo cruzar Francia para reunirse con su hijo Vicente en Bélgica y de allí a París para reunirse con Emili Gómez Nadal y volcar esfuerzos en el Servicio Español de Evacuación de Refugiados (SERE). Los alemanes ocupan Francia y Teresa y Emili tienen a su segundo hijo, Antonio. No consiguieron embarcar hacia México y se embarcaron en la Resistencia, mandando a los dos pequeños a Madrid, con su abuela Pilar. En Madrid moriría Vicente con cinco años de edad, meningitis.

Teresa trabaja en el catálogo colectivo de libros españoles de las bibliotecas universitarias francesas, participa con su marido en la creación de la Unión de Intelectuales Españoles y espera que la derrota de Hitler suponga la caída del general Franco y un regreso a una España en paz, escribiendo el artículo ‘Las bibliotecas generales en España’ para ir trazando las líneas de actuación que reparen todo el daño hecho. Pero la única paz que reina en España es la de los cementerios.

Una Teresa cada vez más extenuada trabaja en la organización del Congreso de la Federación Internacional de Mujeres Demócratas y llega a viajar a Londres para presentar una ponencia sobre la lucha de la mujer española contra el franquismo. El 5 de julio de 1946 fallece a los 39 años de edad a causa de una leucemia, convertida casi en hoja de papel.

(Antonio Gómez Andrés ha escrito una biografía de su madre editada por el Servicio de Publicaciones de la Universitat de València y para saber más sobre Teresa Andrés Zamora y su tiempo consulten los trabajos, compendio de rigor, amor y muchas horas, de Ramón Salaberria, Blanca Calvo y Alicia Girón).

De: Toni Álvaro en redes.

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