37 años de la muerte en prisión del preso político Luis Rodríguez Martínez. Cárcel de Segovia, ahorcado el 27-6-84. Crimen del socialfascismo.

Foto. Luis Rodríguez Martínez.

Presos políticos muertos en prisión:

Luis Rodríguez Martínez

27 de junio de 1984

Murió ahorcado en la cárcel de Segovia el 27 de junio de hace 37 años a causa de las penosas condiciones de encarcelamiento y asistencia médica.

Luis era militante del PCE(r) en Catalunya y posteriormente se integró en los GRAPO. Tenía 39 años y era de Tarragona.

Detenido en 1979, fue encerrado en el centro de exterminio de Herrera de la Mancha, cárcel entonces recién inaugurada. Los carceleros se cebaron con él para intentar apartarle de la organización. Lograron que abandonara su militancia en los GRAPO, pero jamás renunció a su dignidad humana y de preso político. Fue separado de los demás presos políticos y trasladado a la cárcel de Segovia, donde fue empujado al suicidio por las condiciones de encarcelamiento padecidas durante su estancia en la cárcel de exterminio de Herrera de la Mancha, de la que no logró recuperarse nunca.

Un militante comunista escribió en la cárcel de Herrera de la Mancha el siguiente texto en su memoria:

“Que nadie os busque en las frías páginas de un libro porque sois encendida esencia de pueblo y sois sustancia de ardiente batir de alas que perdurarán para siempre en los jóvenes combatientes que toman vuestro relevo.

Eres nuestro camarada oscuro, nuestro anónimo hermano que homicidas garras nos arrancaron de los brazos tan temprano, que no nos llegó el tiempo de tenerte para conocer en qué cascada tus labios batían la espuma de los sueños.

Luis, catalán, militante de los GRAPO, detenido, torturado y encarcelado en Herrera de la Mancha, cárcel diseñada para cegar la lámpara cuya llama prenderá un mundo nuevo preñado de futuro y esperanza. Tan joven, tan aún naciendo y ya el cerco atroz de la hora crepuscular, el cerco de la honda soledad de la celda cubriendo de niebla la madrugada de sus sueños, el cerco de alambradas que ponían en su pecho el tiritar de un gélido invierno y el cerco de una luna acribillada sobre el ángulo oscuro de la ventana.

Eran tiempos de delimitar fronteras entre el campo reformista y el revolucionario. A una parte, la izquierda domesticada y servil y los sindicalistas de despacho, todos firmes y a las órdenes del Estado, aprobando las Leyes Antiterroristas, legalizando la tortura, la guerra sucia, las cárceles de exterminio. Enfrente, tan sólo el PCE(r), ETA y los GRAPO Y todos los demás bailando al son de la oligarquía para exterminarlos. El anarquista Agustín Rueda, asesinado a golpes en la cárcel de Carabanchel, el militante de ETA, Joseba Arregi y nuestro camarada, España Vivas, muertos bajo tortura en la GS de Madrid, Crespo Galende, muerto en huelga de hambre y Luis Rodríguez, empujado al suicidio en la cárcel de Segovia. Nadie fue juzgado y nadie fue encarcelado.

Luis sufriendo cárcel, caminando cada tramo y cada recoveco de aquel infierno, sintiendo que, bajo las dentadas ruedas de las rejas bramaba un ronco grito de desesperanza, que en el gemir de la rosa había una oscuridad que tapiaba todo asomo de luz en la mirada, que su frente se helaba y se ponía pálida allí donde la sonrisa se perdía en el ciego ir y venir del polvo a la ceniza, de la ceniza a la nada.

Luis, que todo noche, que negra cueva todo, que todo oscuridad y tiniebla, que tan bárbaro el apretar de la soga que se fue a buscar una briznita de aire para poder seguir respirando. No supo encontrar otra forma de romper el cerco que yéndose de nuestro lado. Y en la cárcel de Segovia, a donde fue trasladado, su no traicionar, su no venderse, la intransigente defensa de su dignidad de revolucionario, atrajo sobre él la más cobarde y abyecta de las venganzas, que ni tregua ni respiro, que tan sólo: ¡O te arrepientes o te aniquilo!

Con el nudo de la sábana que ciñó sobre su garganta y con él que se ahorcó, dejó Luis escrito: ¡Antes muerto que convertirme en un despojo humano!

Que nadie salga al encuentro de Luis por las rutas del carbón, que su verdad y su vida no están en su sangre derramada, que su verdad y su vida cuelgan sus banderas en los puños que se alzan contra la injusticia.”

Octavilla. Texto y foto de Luis.

*Material histórico:

Comunicado de los presos políticos del PCE(r) y de los GRAPO

Prisión de Soria, 28-6-1984

(Octavilla repartida durante el verano de 1984. Edita: AFAPP)

Un nuevo crimen del socialfascismo

Luis Rodríguez Martínez, ex-militante de los GRAPO, ha aparecido ahorcado en su celda de la prisión de Segovia. Nunca sabremos con certeza las circunstancias que han rodeado su muerte, pero a todos se nos ha venido a la cabeza el caso de los miembros de la RAF en cárceles alemanas, de Agustín Rueda y de tantos y tantos asesinatos que, disfrazados de «suicidios» y «accidentes» han sido perpetrados por los regímenes democráticos en la persona de los presos antifascistas.

Luis Rodríguez Martínez llevaba cerca de seis años en prisión. Durante este tiempo tuvo que soportar largos períodos de aislamiento en las cárceles de máxima seguridad de Zamora y Herrera de la Mancha, esto, unido a los apaleamientos y las repetidas huelgas de hambre, le condujeron a un estado de abatimiento síquico tal que solicitó un traslado de prisión, incapaz de soportar por más tiempo el duro régimen a que estábamos sometidos todos en el centro de exterminio de Herrera de la Mancha.

Desde entonces, su estado mental ha ido empeorando progresivamente, habiendo pasado algunos periodos en el Centro Psiquiátrico Penitenciario de Madrid. Para todos sus compañeros de la prisión de Segovia, donde estaba últimamente, resultaba evidente que no podría soportar por mucho tiempo la situación de reclusión penitenciaria y así lo denunciaron en alguna ocasión. Por otra parte, él mismo solicitó repetidas veces que le fuera concedida la libertad provisional o en su defecto, el traslado a una cárcel catalana, donde pudiera ser atendido por su familia; incluso intentó presionar por medio de huelgas de hambre, lo que no supuso otra cosa que empeorar su salud aún más.

Como es natural, el gobierno del PSOE hizo caso omiso a cualquiera de estas peticiones, despreciando cualquier consideración a su situación mental o personal y empujándole así, inexorablemente, al suicidio. Con esta actitud, el gobierno de Felipe González prosigue la carrera criminal que inaugurara con el asesinato de Juan Martín Luna, añadiendo así un eslabón más a la larga cadena de represión que está caracterizando su mandato: los registros de barrios y pueblos, las detenciones masivas de trabajadores, la tortura sistemática, la guerra sucia, las cárceles de exterminio y la ley de fugas. Ahora se abre el nuevo capítulo de las condenas a muerte de los prisioneros antifascistas.

Los presos políticos del PCE(r) y los GRAPO de la prisión de Soria denuncian ante la opinión pública este nuevo crimen de los socialfascistas, con el convencimiento de que si su actitud vengativa, represora y canallesca ha sido la que ha impulsado a Luis Rodríguez Martínez a ponerse la soga al cuello, mañana, si no lo impedimos, van a ser ellos mismos los que intenten ponérnosla a cualquiera de nosotros haciéndolo pasar, como ya es normal, por un mero «suicidio».

Anverso octavilla sobre Luis.

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