«Morir para sobrevivir»: 40 aniversario de la muerte en huelga de hambre del preso político Kepa Crespo Galende, militante del PCE(r).

Foto. «Kepa Crespo Galende. Militante del PCE(r) muerto en h.h. en 1981».

Juan José Crespo Galende ‘Kepa’

40 años de su fallecimiento en huelga de hambre.

Morir para sobrevivir”

Preso político del PCE(r), murió en huelga de hambre el 19 de junio de 1981.

Cronología:

Foto. Funeral de Kepa en Las Karreras.

El 14 de marzo de 1981 comienza la huelga de hambre de los presos políticos del PCE(r) y de los GRAPO contra el régimen de exterminio impuesto en la cárcel de Herrera de la Mancha. Es Juan José Crespo Galende quien la inicia y a él le siguen escalonadamente más presos de Herrera y otras cárceles. Las exigencias son bien simples: un trato digno y humano y la salida de la cárcel de Herrera de la Mancha, exigencias que deberían ser garantizadas por un organismo de solvencia.

Esta huelga, según expresión de Emilio Tavera, Inspector General de Prisiones, y personaje de confianza del gobierno, era un pulso entre los GRAPO y el gobierno, con su actitud absolutamente intransigente, confiado en que los presos se hundirían rápidamente. Como todas las huelgas a tumba abierta se convirtió en una batalla prolongada en la que los presos políticos tuvieron que sortear infinidad de obstáculos, presiones y trampas en las condiciones más duras que se pueda imaginar.

El 28 de abril Crespo Galende comienza a padecer vómitos de sangre en medio de grandes dolores, mareos y malestar general. A causa de los vómitos apenas puede tomar agua mineral, ya que le produce náuseas. No obstante su deterioro físico, se le traslada a Madrid para asistir a juicio e ingresa en la prisión de Carabanchel y de ahí, a los 40 días de huelga, al Hospital Penitenciario, donde es aislado completamente, prohibiéndole la compañía de sus camaradas. A merced de los carceleros, es presionado y coaccionado por todos los medios posibles para que deje la huelga. Poco a poco son numerosos los presos en huelga que van llenando el Hospital Penitenciario, sometidos a las mismas presiones e incluso alguno de ellos es apaleado por los carceleros. El Ministerio de Justicia envía al Hospital Penitenciario a grupo de psicólogos para que logren que los presos desistan de la huelga.

Ante la grave situación de Crespo, el 2 de junio el Ministro de Justicia Fernández Ordóñez accede a recibir a una comisión de abogados de los presos, que remite al Director General Enrique Galavís, que hasta ese momento se había negado a recibirles. Accede a que los presos en huelga sean examinados por un médico independiente, porque los presos sospechan que el agua mineral que bebían estaba tratada y contenía vitaminas. Y en efecto, el médico confirma las sospechas, porque concluye que, dentro de la gravedad, Crespo podía continuar otros 150 días en huelga de hambre. Por ello los presos se declaran también en huelga de sed el día 5 de junio. Crespo reitera una y otra vez que “no volverá vivo a Herrera de la Mancha a recoger colillas del suelo”. Mantuvo una lucidez extraordinaria, incluso en los peores momentos, y acuñó la frase que definiría a esta huelga: “Morir para sobrevivir”; para poder vivir dignamente dentro de las cárceles había que luchar hasta la muerte y demostrar al Ministro del Interior Rosón y a toda su guardia pretoriana, que los presos políticos no estaban dispuestos a dejarse aplastar ni a arrastrarse como gusanos por los módulos de sus presidios.

La campaña de intoxicación en la prensa no cesa ni un solo día. En declaraciones a la prensa, el Director del Hospital Penitenciario llega a decir que Crespo Galende se encuentra perfectamente, y que incluso come golosinas. Sin embargo, el Ministro de Justicia, Fernández Ordóñez, amenaza públicamente con la alimentación forzosa de los presos, ante el peligro inminente de un fatal desenlace.

La Declaración de Tokio de la Asociación Médica Mundial, celebrada en 1975, estableció expresamente al respecto: El preso no será forzado a tomar alimentación artificial cuando rehuse tomar alimentos y, según el médico, sea capaz de sopesar racional y realistamente las consecuencias de esa decisión voluntaria. Tal opinión del médico sobre la capacidad del preso para sopesar su decisión deberá ser corroborada por, al menos, otro médico independiente. Las consecuencias de negarse a tomar alimentos serán explicadas por el médico al preso. En fin, la decisión no era distinta que en cualquier otro caso en el que un enfermo no quiere seguir los consejos de su médico, estando éste obligado a respetar la decisión de aquel.

Pero el gobierno trató de imponer sus intereses políticos por encima de todo y de todos, no vacilando en el momento de emplear la violencia más brutal, tanto contra los presos en huelga como contra quienes se negaban a la alimentación forzada. Los presos del Hospital Penitenciario fueron atados a la cama y alimentados a la fuerza con suero por vía intravenosa. Crespo entra en un estado de semi-inconsciencia, con momentos de delirio; pierde la consciencia repetidas veces en un espacio muy corto de tiempo. El 8 de junio entra en coma y es trasladado al Hospital de La Paz. Los médicos aseguran que su estado es gravísimo y que hay que temer un desenlace inminente en un breve plazo de tiempo. El gobierno desmiente la noticia y habla de recuperación y mejoría. A pesar de su grave estado y de las protestas de los médicos, Crespo es rodeado de una nube de policías que ocupan la planta del Hospital, le atan a la cama de pies y manos y le inyectan suero para prolongar su agonía.

El 19 de junio, tras 97 días en huelga de hambre, Crespo Galende muere. Había comenzado a militar en la organización de Euskal Herria del PCE(r), y cuando fue detenido, pertenecía al aparato central de propaganda del Partido. Como a sus demás camaradas, no se le aplicó la amnistía ni los jueces tuvieron en cuenta tampoco el carácter político de la actividad por la que resultó condenado. Le detuvieron al ser aprobada la Constitución y le asesinaron en nombre de esa misma Constitución antidemocrática. Era la primera vez que en España moría un preso político en huelga de hambre: ni siquiera en tiempos de Franco la barbarie había llegado hasta esos extremos.

Pero la huelga no acaba ahí: otros presos se siguen sumando a la huelga y son varios los que se debaten entre la vida y la muerte. Desde la muerte de Crespo todos los presos que siguen en huelga se niegan a ser visitados por los médicos, a recibir cualquier forma de tratamiento y a ser trasladados a hospitales para impedir la prolongación de su agonía artificialmente. Pero el gobierno comienza a trasladar por la fuerza a los presos a las Unidades de Cuidados Intensivos de los hospitales para sacar al problema del ámbito carcelario, como si se tratara de una cuestión meramente sanitaria, inyectarles suero y prolongar indefinidamente su agonía. Ante esta situación, los presos se declaran también en huelga de sed.

Los trabajadores de los hospitales se niegan a colaborar con el gobierno en la alimentación forzada, ante lo que tuvieron que presionarles, prohibiéndoles hablar con los huelguistas y amenazándoles con procesarles por colaboración con banda armada. El Colegio de Médicos de Madrid y el Grupo de Médicos Vascos contra la tortura se pronuncian a favor de los presos y en contra de la alimentación forzosa.

Dos fotos torturas a Kepa.

Torturado salvajemente:

Imágenes de las salvajes torturas que le fueron aplicadas a Kepa Crespo Galende durante su paso por el Ministerio del Interior al ser detenido en 1979.

Durante diez días incomunicado estuvo a merced de sus verdugos, que se ensañaron con él de una manera cruel para que se rindiera y delatara a los demás compañeros.

Las fotos fueron publicadas por la revista Tiempo el 29 de noviembre de 1982. El PSOE acababa de llegar al gobierno y quería lavarse la cara. Parecían querer decir: con la UCD se torturaba porque eran fascistas, pero nosotros no lo somos y no vamos a hacer como ellos. La historia de los GAL desmiente con muertos, secuestros y cal viva su afirmación.

A pesar de la publicidad de las fotos jamás los jueces exigieron ninguna clase de responsabilidades a los torturadores. Por tanto siguieron en sus puestos y siguieron haciendo lo único que saben hacer, siempre con el visto bueno de sus jefes, que los condecoraron y ascendieron para agradecerles los servicios prestados.

En el momento de su detención Kepa pertenecía al aparato de propaganda del PCE(r). Murió heroicamente en un hospital de Madrid después de casi 100 días de huelga de hambre porque la alimentación forzosa que le impusieron a través de una sonda, no sirvió para nada. Pero su muerte no fue en vano. Los fascistas se vieron obligados a dar marcha atrás en sus planes de aislamiento y firmaron a través de la Cruz Roja un acuerdo de reagrupamiento con los presos. No duró mucho, pero durante varios años los presos tuvieron un poco de tranquilidad en la cárcel de Soria.

Foto. Kepa Crespo, agonizando.

-¿QUIÉN PODRÁ RESISTIR ESTA MIRADA?

Alfonso Sastre. Junio 1981.

Mi opinión pura y simple es que la pena de muerte ha sido fácticamente restablecida en el territorio administrado por el Estado español. ¡Que digan los parlamentarios y los jueces lo que quieran! Aquí está la pena de muerte, y además precedida de los más varios e innombrables horrores. Recordemos ahora por ejemplo algunos casos más o menos recientes: Arregi, Almería, los cuatro presuntos militantes de los GRAPO ejecutados hace dos días en el Ripollés, y ahora el también estremecedor final de Juan José Crespo Galende, cuyo trágico testimonio –el de su desesperado acabamiento- había de decir algo a la sensibilidad de tanto sospechoso humanista como anda por ahí clamando contra toda violencia y participando al mismo tiempo de los beneficios de la violencia institucional. El otro día se publicó una foto de Juan José Crespo en un lecho que ya era el de su mente: una foto que nunca, por mucho que viviera, podría olvidar. Al mirarla me dije: ¿Quién podrá resistir esta mirada? Pues bien, ahora que este revolucionario ha muerto me doy cuenta de que era ya una mirada póstuma: de que ya, sin haber muerto aún, nos estaba mirando su memoria… Y respetuosamente me descubro ante su cadáver, como ante los de los demás, sin tener para nada en cuenta –porque ahora sería ignominioso hacerlo- consideraciones tácticas o estratégicas.

Foto. Placa homenaje a Kepa Crespo, en Las Karreras.

-En Gara, 15/6/2006, a los 25 años de su muerte en prisión

«No voy a volver a Herrera a recoger colillas», afirmaba Juan José Crespo, «Kepa», cuando emprendió la huelga de hambre por unas condiciones dignas que, conscientemente, le costó la vida. El militante vasco no reculó en el pulso político con el Estado español hasta el último soplo de vida. Su ejemplo es recordado y homenajeado cada año en Las Carreras, su barrio natal. El sábado volverá a hacerse.

«Morir para sobrevivir». Ésta fue la frase que acuñó el vecino de Las Carreras y militante del PCE(r) Juan José Crespo Galende al describir la huelga de hambre que emprendió en marzo de 1981 en la recién estrenada «cárcel de exterminio» de Herrera de la Mancha. Una descripción trágicamente real, ya que agotó el último y más extremo de los medios de protesta con que cuenta un prisionero. Exhaló el último soplo de vida después de 97 días en huelga de hambre por unas condiciones dignas.

El militante vizcaino pasó en setiembre de 1979, como cientos de vascos más, a engrosar la lista de presos políticos, que no cesaba de aumentar en proporciones aún mayores que antes de la muerte de Franco. Después de ser arrestado junto a otros compañeros por su activismo político, Crespo o Kepa, tal y como lo conocían en su militancia fue torturado durante días a manos de la Policía.

Kepa ha pasado también a la Historia como reflejo de la apuesta fallida que el Estado emprendió tras la muerte de Franco para acondicionar el régimen. Tuvo como objetivo a los prisioneros políticos y la aplicación de una política penitenciaria extrema, marcada por el aislamiento, individual y colectivo. Así lo afirma el represaliado político y compañero de Crespo Juantxu Muiños, que fue también uno de los primeros en estrenar la primera cárcel de máxima seguridad del Estado español.

El también ex prisionero político y compañero de Kepa Fernando Rodríguez coincide con Muiños al describir «la vuelta de tuerca» que emprendió el Estado español a partir de 1979 contra los activistas políticos, con la política penitenciaria como herramienta renovada. Hasta aquel periodo, los prisioneros de los GRAPO y del PCE(r) eran recluidos, en su mayoría, en Zamora, pero después de la evasión que cinco militantes de los GRAPO realizaron el 17 de diciembre de 1979 de la prisión zamorana, el Estado español aceleró sus pretensiones y los dispersó. Veintiséis de ellos fueron trasladados a Herrera de la Mancha. Entre ellos estaba Juanjo Crespo.

«Cárcel de exterminio»

«Según llegabas a la cárcel, te encontrabas con un pasillo de guardias civiles y luego con otro de la Policía española. Al pasar el pasillo, entre golpes, te esperaba la Policía para darte otra paliza. Y luego, una vez que llegabas al módulo, te esperaban los funcionarios, que a base de continuos golpes te desnudaban», relata Juantxu Muiños, que ha pasado 20 años de su vida entre rejas.

Fernando Rodríguez continúa narrando cómo eran las condiciones de vida «en estas «cárceles de exterminio en las que el aislamiento total del preso era el medio para destrozarlo». Según señala Rodríguez, «más que la carga física de las palizas, lo que más sentías eran las vejaciones, las humillaciones para doblegarte. Y pequeños detalles como que cada vez que salías de la celda eras desnudado, y tenías que ir con la cabeza gacha siguiendo una línea recta, de la que si te salías te ganabas una paliza. En el patio, minúsculo, era igual. Sólo podías andar en una dirección y si salías de la línea marcada, llegaban la paliza y las sanciones».

Los dos compañeros de Crespo radiografían el contexto político para afirmar que los presos emprendieron la lucha por su dignidad, con el único método del que disponían: la huelga de hambre. Así, en 1980 pasaron más de 50 días en ayuno, y con la entrada del nuevo año, en enero de 1981, dos de ellos iniciaban una nueva huelga de hambre en Herrera de la Mancha, a la que, de forma paulatina, se sumarían más presos. Es por aquel entonces cuando los prisioneros republicanos de Irlanda llevan a cabo la protesta conocida como «la huelga de la manta».

«Ya ni oía ni veía»

Las autoridades carcelarias se vieron obligadas a llegar a un «acuerdo» con los presos en huelga. Días más tarde, el Congreso español era escenario del «autogolpe de Estado» del teniente-coronel Tejero. Las cárceles no quedan al margen de las repercusiones de este ruido de sables. Así, el 14 de marzo comienza una nueva huelga «contra el régimen de exterminio impuesto en Herrera de la Mancha». Es Kepa, Juan José Crespo, quien reemprende el pulso político al Gobierno español, un pulso al que, de nuevo, se van sumando más prisioneros políticos.

Los vómitos de sangre y los mareos comienzan el 28 de abril, ya con 40 días de ayuno. Crespo es trasladado al Hospital Penitenciario, donde es atosigado por los funcionarios para que claudique en sus intenciones; el Ministerio de Justicia español envía incluso un grupo de sicólogos para que Crespo y los demás presos desistan de continuar la huelga.

El 2 de junio, ante la grave situación del militante vasco, el ministro de Justicia español accede a recibir a una delegación de familiares. Acepta también el último deseo de Kepa de escuchar música vasca y de que los huelguistas sean examinados por un médico independiente, el cual confirma las sospechas de los presos. El facultativo concluye que, dentro de la gravedad, Kepa podía continuar otros cien días en huelga, ya que el agua que bebía estaba manipulada y tenía vitaminas.

«Atado de pies y manos»

«Pues ya ni agua. Hasta el final». Esa es la respuesta de Crespo al análisis médico. Ya para entonces su cuadro era casi irreversible. No veía ni oía, y padecía de dolores extremos. Mientras, el Gobierno español intenta combatir la huelga con estrategias de descréditos difundidas por los medios.

Mikel Ruiz, amigo y compañero de lucha de Kepa, recuerda el día que acudió al Hospital de La Paz, donde fue ingresado Crespo el 8 de junio en estado casi comatoso. «Pese a estar casi en coma, Juanjo estaba custodiado por docenas de policías. Me acerqué a una enfermera y le expuse la situación. Entré al cuarto donde estaba Kepa ataviado como si fuera un médico. No sé si me reconoció, porque no veía ni oía, pero cuando le agarré la mano, sentí que la apretó».

El Gobierno español no vaciló. Los presos del Hospital Penitenciario fueron atados a la cama y alimentados por la fuerza por vía intravenosa. Pero los médicos de Crespo anuncian un inminente desenlace fatal. Los policías, pese a las protestas de los médicos, rodean al militante vasco en estado de coma, y después de atarlo a la cama de pies y manos, le inyectan suero.

El 19 de junio de 1981, tras 97 días, fallece Crespo. Es el primer preso político muerto en huelga de hambre del Estado español. Como dice Mikel, «su generosidad en favor de la lucha del pueblo es manifiesta. Entregó su vida».

*Materiales históricos en torno a la huelga de hambre en 1981 y la muerte de Kepa Crespo Galende:

Portad Gaceta Roja especial homenaje a Kepa.

-Número especial de la revista del PCE(r) Gaceta Roja con la muerte de Kepa Crespo el 19 de junio y el asesinato de 4 militantes de los GRAPO el 17 junio de 1981 en Girona.

Portada informe. (foto de Kepa y otr@s huelguistas de hambre).

-Informe “¡No a las cárceles de exterminio!” sobre la huelga de hambre de presos y presas políticas del PCE(r) y de los GRAPO en 1981. Difusión internacional.

Cartel acto homenaje a Kepa y Sevillano en Las Carreras (Bizkaia). AFAPP.

-Cartel en el 9 aniversario de la muerte de Kepa. 1990.

Portada libro «Morir para sobrevivir».

*El cartel anterior emplea el mismo tipo de imagen que la del libro editado por AFAPP sobre la vida, militancia y muerte en la lucha de Crespo Galende. El libro, editado en enero de 1982.

Cartel. «Kepa morir para sobrevivir en las cárceles. Amnistía ya». (con dibujo de retrato de Kepa)

-Cartel año 1998. Se editó por el Colectivo de presos políticos en Herrera de la Mancha, la Comuna “Kepa Crespo” y se pegó por decenas de barrios obreros y populares de todo el Estado. También en gallego y euskera.

Foto. Pancarta colgando de andamio.

-Pancarta. Bilbo, año 2011.

«Juan Jose Crespo Galende ‘Kepa’ 1953/9/11 – 1981/6/19 gose greban hildakoa. Gogoan zaitugu militante komunista».

Cartel homenaje a Kepa, hoy.

Convocatorias:

Homenaje a Kepa, hoy 19 de junio, 12,30 h. Cementerio de Las Karreras.

Juan José Crespo Galende, antifaxista, komunista.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.