Descarga libro “Enrique Cerdán Calixto. Recuerdos de sus camaradas”. Relata algunos episodios de su vida que pueden mostrar mejor que nada los rasgos de su carácter.

Portada del libro.

Libro “Enrique Cerdán Calixto. Recuerdos de sus camaradas”

5 de septiembre de 1981. En Barcelona, cien policías rodean y acribillan a Enrique Cerdán Calixto, de 31 años de edad y dirigente de los GRAPO.

“Hoy ha sido el entierro de Enrique. A las dos de la tarde; antes nos dejaron estar desde las diez en el depósito del cementerio; era forrada de plomo pero tenía un cristal por donde se le veía muy bien; estaba con barba y bigote y muy guapo. Fuimos con setenta y cinco personas, algunas familias están aún de veraneo; la madre de Miguel se vino de Galicia con su padre y también estaba su hermana mayor; otros que he echado de menos es seguro que tenían miedo. Eso es porque no llegaron cerca de él; sólo con ver su cara te sentía hacerte fuerte, estaba muerto pero infundía valor y hacía sentirte llena de razón y ya no pensabas en nada. Su madre estaba serena y muy valiente; la que estaba peor era Camila pues volvía a recordar a Abelardo. Su mujer también había ido a Barcelona, y su hermana. Su hijo no lo sabe, dice Encarna que Daniel se muere si se entera.

Le llevaron a hombros, desde un trozo del camino hasta la sepultura, varios hombres. Yo recuerdo a Mariano -hermano de Arenas-, un hermano del escultor creo que Fernando (uno muy grande), el cuñado de Buenaventura, Simón, el hermano de Calcerrada, Antonio Calvo, un cuñado de García Bartolomé, y otros que no conozco; sobre el féretro iba la bandera de la República Popular, y unas muchachas llevaban las coronas (creo que 7 u 8), una de Galicia, de Cádiz, de Barcelona, de Madrid, de los camaradas; de Quintana; de Leganés y no sé si otra de Móstoles; y muchos ramos de flores. Había periodistas que hicieron muchas fotos.

Al enterrarle se cantó la Internacional, el Himno de los GRAPO, la canción de la Libertad y una marcha fúnebre. Fueron los abogados Juan Manuel, Gerardo, Covadonga, Francisca Villalva.

Había coches de la policía nacional y creo que bastantes sociales. Se dieron vivas a los GRAPO, a la lucha obrera y no sé a que más. Todo fue bien pero se había merecido mucho más porque él deseaba lo mejor para los que no lo tienen.

Así fue el entierro. Nada se sabe aún del asesinato. La prensa no hizo nada por aclararlo. Se limitó, eso sí, a publicar los informes de la policía sin hacer ningún comentario. Es la historia de siempre: quién paga y tiene el poder también tiene el derecho a interpretar la historia a su manera o como convenga a sus intereses. Y los que tienen la obligación de informar (por algo se les llama informadores) callan y ponen el cazo. Se comprende…

Una vez se ha confundido a la víctima con el verdugo, al criminal con el inocente. Si la víctima se defiende (cuando caen los esbirros) esos son asesinatos. Cuando son los esbirros los que asesinan, entonces se producen muertes, la mayor parte de los casos por accidente. Esta vez hubiera sido demasiado burdo presentar el «caso» de esa manera; así queda mucho mejor: se aplica la famosa ley de fugas (derogada pero aún plenamente vigente en la práctica policial), y listo; se acalla la conciencia de nuestros asustados parlamentarios y los pandilleros de la prensa pueden hacer sin inmutarse ejercicios de autocensura. ¡Farsantes!

Cuando abatieron a tiros en la calle y a plena luz del día a Delgado de Codex, sacaron valor de no se sabe donde para musitar una protesta, aunque, eso sí, dejando bien sentado que lo hacían en interés de la eficacia policial, ¡la de información que podían haber obtenido sometiéndole a bestiales torturas durante los diez días que ellos les han concedido para los «interrogatorios»! Pero eso de asesinar en la calle y a la vista de todo el mundo -vinieron a decir- es poco prudente. Así no se obtiene información y además se crea un clima favorable a los terroristas; eso les convierte en héroes de una causa que ellos, los parlamentarios y la prensa democrática, desearían ver para siempre enterrada para siempre bajo el suelo patrio.

Más tarde abatieron a Francisco Javier Eizaguirre y a Fernández Cario; a estos dos hombres les seguiría Abelardo Collazo; todos ellos asesinados de idéntica manera. Pero ya nadie se decidió a mostrar su disgusto por tan flagrante infracción de las leyes. La orgía de sangre ha continuado entre intentonas golpistas, envenenamientos masivos de familias trabajadoras, una huelga de hambre interminable de cientos de miles de criaturas, escándalos políticos y financieros, etc.

Aparentemente, no existe ninguna relación entre esos asesinatos de guerrilleros y, de hombres políticos, verdaderos defensores de la causa popular, y el caos económico, político y social que reina en España. Las esferas oficiales, los políticos de la oposición domesticada y los medios de comunicación puestos a su servicio, lo presentan como si realmente no existiera ninguna relación. Pero en su fuero interno, las masas trabajadoras saben que esos hombres y mujeres, han ofrendado sus vidas para conseguir las cimas más altas del progreso social, por una España donde podamos expresarnos libremente y sin la amenaza permanente de un nuevo baño de sangre. Por todo eso y por muchas cosas más mueren, a manos de los sicarios del gran capital, los militantes del PCE(r) y de los GRAPO, y seguiremos muriendo, y todos los trabajadores lo saben, a pesar de las innumerables manchas negras y demás oscuridades que han querido echarnos encima para que no se nos pueda ver con toda la claridad que muestran nuestras acciones.

Ahora, hasta la muerte de nuestros camaradas las quieren oscurecer. Pero no van a conseguirlo.

Enrique Cerdán Calixto fue un militante comunista, una persona honrada, trabajador y padre de un hijo. Actuó activamente en el movimiento estudiantil de los años sesenta. Fue miembro fundador de la Organización de Marxistas-Leninistas de España (OMLE). Cuando se fundó el PCE(r), en 1975, y fue elegido por el Comité Central, decidió pasar a formar parte de los Grupos de Resistencia Antifascistas Primero de Octubre (GRAPO), entonces en proceso de formación. Ya entonces veía con toda claridad la necesidad de la lucha armada revolucionaria, en las condiciones del desarrollo de la lucha de clases en nuestro país. A su inteligencia y valor se deben las más importantes acciones armadas de la guerrilla popular habida en España durante este último periodo. La eficacia de este procedimiento de lucha, elegido por él y otros muchos combatientes de vanguardia por la libertad y el socialismo, para la denuncia de las mascaradas políticas del régimen, para demostrar su impotencia frente a la lucha revolucionaria y para despertarla conciencia política de las masas populares, es algo que ni sus más encarnizados enemigos han puesto jamás en duda. Por todas estas razones tenemos la seguridad de que su sacrificio no ha sido ni será en vano. La semilla sembrada por él germina y su ejemplo heroico a no tardar, será seguido por cientos y miles de intrépidos luchadores, que harán de su nombre una bandera.”

Foto. Enrique Cerdán Calixto.

Aquí no se pretende hacer su biografía política, ni una recopilación de los hechos de armas en que tomó parte Cerdán Calixto. Esas son cosas que están presentes en la memoria de todos.

Se trata, simplemente, de relatar algunos episodios de su vida que pueden mostrar mejor que nada los rasgos de su carácter.

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