A Hans Beimler, muerto heroicamente durante el sitio de Madrid, por Emilio Prados / La casa en llamas (Parábola del Buda), por Bertolt Brecht.

Sello de la RDA homenaje a Hans Beimler.

Alientos de lucha

Agenda

-A Hans Beimler

Muerto heroicamente durante el sitio de Madrid

Emilio Prados (Málaga 1899 – México 1962)

Ahora te encuentro, Hans Beimler,

cuando ya tu cuerpo marcha

flotando en un mar de hombros

que lo separa de España.

Dicen que vas muerto, hermano;

pero tu vida no acaba

porque se sequen tus venas

y se hiele tu garganta.

Si están tus venas vacías,

nuestra tierra está empapada

y aún caliente con la sangre

que de tu corazón falta.

Y si está tu lengua quieta,

aún tiene el aire palabras

con que recordar los ecos

de tu voz en las batallas.

(…)

Vuélvete, duerme tranquilo,

que aunque te vas, en España

quedas hecho tierra y viento,

agua y luz viva del alba.

Si un cuerpo tu vida pierde,

un mundo en cambio la gana.

-La casa en llamas (Parábola del Buda)

(HISTORIAS DE ALMANAQUE)

Bertolt Brecht (Alemania 1898 – 1956)

Guatama, el Buda, enseñaba

la doctrina de la rueda de los deseos, a la que estamos

/ uncidos, y nos recomendaba

renunciar a cualquier apetencia para así, ya sin pasiones,

hundirnos en la Nada, que él llamaba Nirvana.

Un día sus discípulos le preguntaron:

-¿Cómo es esa Nada, maestro? Todos quisiéramos

liberarnos de nuestras ansias, según recomiendas (…)

Sentado todavía bajo el árbol del pan,

(refirio el Buda) la siguiente parábola:

-Vi no hace mucho una casa que ardía. Las llamas

devoraban el tejado. Al acercarme advertí

que en su interior quedaba aún gente. Fui

a la puerta y les grité que el fuego llegaba ya al tejado

/ y que debían

por tanto salir inmediatamente. Mas allí nadie

parecía tener prisa. Uno me preguntó,

mientras le chamuscaba el fuego las dos cejas,

qué tal tiempo hacía fuera, si llovía,

si hacia viento, si existía otra casa

y cosas por el estilo. Sin responder,

salí de nuevo. Estos, pensé, se abrasarán mas

seguirán preguntando. En verdad, amigos,

a quienes el suelo que pisan, la planta de los pies no

/ queme tanto

que sientan deseos de cambiarlo por otro cualquiera,

nada tengo que decirles. Así habló Guatama, el Buda.

Pero también nosotros, que no cultivamos ya el arte de

/ la tolerancia,

Que cultivamos más bien el arte de la intolerancia,

/ nosotros

que consejos de índole terrena incitamos al hombre

/ a liberarse de sus verdugos humanos,

…/… a quienes viendo acercarse las escuadrillas de bombarderos

/ del capitalismo siguen preguntándonos

cómo concebimos esto, cómo nos imaginamos aquello,

y qué será de su hucha y de su pantalón de los domingos

/ después de una revolución,

a ésos, poco creemos tener que decirles.

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