China Socialista y el opio: De un pueblo narcotizado y anulado, a erradicarlo, sólo a través de la revolución.

Foto. Multitudinaria manifestación, revolución china.

Repasando la historia:

Cómo la China Socialista acabó con la drogadicción

En la vieja China, el opio se vendía como si fuese una golosina. En la década de 1920, China producía el 90% del opio del mundo e importaba toneladas de morfina y heroína; durante la segunda guerra mundial llegó a tener unos 70 millones de drogadictos.

Sin embargo, en apenas tres años, de 1949 a 1952, la China Socialista eliminó la pesadilla del narcotráfico y la drogadicción; prácticamente no quedaron adictos, cultivadores, distribuidores ni vendedores. ¿Cómo lo hicieron?

LA LIBERACIÓN

El 1º de octubre de 1949 fue instaurada la República Popular China, ese día Mao Tse-tung proclamó en la plaza de Tien An Men de Pekin: “¡El pueblo chino se ha puesto en pie!”. Pocos meses despues, el 24 de febrero de 1950, el nuevo gobierno prohibió el opio y otros narcóticos. “No se permitirá la distribución, manufactura ni venta de opio u otros narcóticos; todo infractor recibirá duros castigos”. Sin embargo, en el Partido Comunista de China se comprendía muy bien que no se podía erradicar el opio simplemente declarándolo ilegal.

Sólo las masas podían lidiar con ese problema; pero erradicar un problema tan profundo como el del opio requería de dos armas esenciales en manos del pueblo: la dirección del Partido Comunista de China y el poder estatal. Sin el uno o el otro nada se podía lograr.

El Partido Comunista de China abordó la cuestión trazando claras líneas de demarcación entre los responsables del comercio del opio y sus víctimas: los responsables eran los grandes caudillos del opio y los imperialistas extranjeros, las víctimas eran los chinos de todas las clases atrapados por la adicción. Era una distinción importante, porque las diferentes contradicciones requerían diferentes soluciones. Para lidiar con las contradicciones en el seno del pueblo, se usaban los métodos de educación, persuasión y movilización popular. Para lidiar con los enemigos de clase, se requería la fuerza armada del poder estatal. Sin embargo, el uso de los métodos de educación y persuasión solo fue posible gracias a la toma del poder por los comunistas luego de 25 años de guerra revolucionaria.

Ante el problema de la adicción entre las masas, el gobierno le dio mucha libertad a los organismos locales para que crearan métodos y programas, siempre y cuando aplicaran ciertos principios; en primer lugar se prohibía estigmatizar o tachar de criminales a los opiómanos. Ellos eran víctimas de los imperialistas extranjeros que obligaron a China a comprar opio, y así debían ser tratados. Que reconocieran públicamente su adicción y buscaran tratamiento era una acción revolucionaria digna de aclamación.

Por otra parte, también se establecieron plazos. Los que llevaban largo tiempo fumando opio tenían seis meses para dejar de fumarlo; los demás tenían tres meses. Podían conservar su opio hasta que venciera el plazo sin que se lo confiscaran o fuesen arrestados. Para asistirlos se les ofreció asistencia médica y empleo.

Desde luego que no fue fácil. Los opiómanos no decían: “qué suerte, ahora puedo dejar de fumar”. La mayoría no querían ser identificados como adictos y siguieron buscando fuentes ilegales de opio. Tenían miedo de ser castigados y no podían romper su dependencia química por cuenta propia. Además, la campaña tardó un tiempo en cobrar impulso. En Cantón, por ejemplo, la inscripción oficial de drogadictos no empezó sino hasta fines de enero de 1951. En el primer mes sólo 925 personas, una pequeña fracción de los opiómanos de la ciudad, se animaron a identificarse y solicitar ayuda.

Contra narcotización, revolución.

UN PROBLEMA PROFUNDAMENTE POLÍTICO

Al igual que con la exitosa campaña para eliminar las enfermedades venéreas, se comprendió que el problema de las drogas era profundamente político. Es decir, que la solución no era descubrir una droga, análisis o vacuna maravillosa, la solución era movilizar a las masas para que reconocieran el problema y se encargaran de resolverlo ellas mismas. En Cantón, como en otras ciudades, la cuestión de lograr que los opiómanos admitieran su problema y pidieran tratamiento pasó a ser algo de suma importancia para toda la sociedad.

Por todo el país se celebraron marchas y mitines. Se discutió el asunto en las escuelas, por radio y en la prensa, las autoridades de cada barrio le dieron prioridad. Familia tras familia abordó decididamente el problema; los niños persuadían a sus padres y las esposas a sus maridos de admitir públicamente su adicción. En la vieja China, ser opiómano era motivo de vergüenza, pero de repente admitirlo podía ser motivo de orgullo. A los que se animaban a admitirlo se les consideraba luchadores del frente en la batalla por construir la nueva China en beneficio de todos los oprimidos; a los opiómanos se les hacía ver que eran víctimas de los imperialistas que se cebaban con el comercio del opio y que el nuevo gobierno les necesitaba para la construcción del socialismo.

Como fue algo tan masivo y dramático, y como al mismo tiempo las fuerzas policiales del gobierno revolucionario estaban eliminando las fuentes de la droga, la campaña fue un gran éxito. Para marzo de 1951, 5.000 opiómanos de Cánton respondieron. El 3 de junio fue proclamado “Día de la Supresión del Opio”. Era el aniversario 112 de la primera destrucción pública de opio (1839), y 4.000 ex-adictos, 2.000 parientes y 5.000 representantes de varias comunidades y fábricas llenaron el nuevo estadio cívico para celebrarlo.

De ciudad en ciudad se veía lo mismo. El factor decisivo fue una campaña popular a nivel de vecindario, combinada con la destrucción del viejo poder estatal que protegía el comercio del opio. Para fines de 1951, la Agencia Noticiosa Nueva China anuncio que se había “erradicado en lo fundamental el problema de la droga en el norte y el noreste de China (las primeras regiones liberadas). En el sur se tardó un año más.

¿Y QUÉ SE HACE CON LOS VENDEDORES DE POCA MONTA?

Lo que impulsó a las grandes masas de adictos a transformarse fue el movimiento y el apoyo social. Con la ayuda de la comunidad y miembros de la familia, la gran mayoría de adictos superó el periodo de abstinencia en su propia casa y mucho antes de los plazos de tres y seis meses. Muy pocos tuvieron que ser hospitalizados. La fuerza y las leyes no eran la solución fundamental. Le tocaba al pueblo, liberado del yugo del feudalismo y el imperialismo, ocuparse de su propia liberación. Los adictos eran las víctimas de enemigos de clase, no el enemigo, no importaba cuántas fechorías hubieran cometido para alimentar su adicción.

Con los vendedores, el gobierno y el Partido Comunista de China adoptaron la misma cuidadosa política de apoyarse principalmente en las masas y de distinguir entre el pueblo y el enemigo. Por ejemplo, muchos vendedores eran gente pobre que vendía opio para sobrevivir. Asimismo, millones de campesinos cultivaban opio en sus pequeñas parcelas porque era lo que mejor se pagaba. Esa gente no era el enemigo, pero ambos grupos temían la nueva política del gobierno de erradicar la venta y el cultivo de opio. Muchos lo tenían invertido todo en ese negocio, temían quedarse sin nada, como mendigos. Obviamente declararlos criminales y considerarlos el enemigo los hundiría más en el mundo del hampa y dificultaría la erradicación del opio.

Para lidiar con ese problema, el gobierno hizo una oferta asombrosa. ¡Ofreció comprar, al precio del mercado, todo el opio que entregaran los vendedores y cultivadores menores, y lo destruyó públicamente! Desde luego que puso condiciones: la oferta era para una sola vez y los vendedores y cultivadores tenían que dejar el negocio. Pero era una oferta en serio. Ningún pobre que verdaderamente quisiera dejar el negocio quedaría en la ruina, pues además del dinero el gobierno les garantizó empleo y un nuevo comienzo. Ellos también podían contribuir a la construcción de la nueva China.

Por otra parte, un fuerte castigo esperaba a quienes opusieran resistencia. Era definitivamente ilegal cultivar o vender opio. Las cosechas de amapola eran arrancadas. El pueblo se encargaba de denunciar a los cultivadores y vendedores. Su castigo dependía de la gravedad de su crimen y de su actitud. Las estadísticas de un barrio típico de Cantón cuentan la historia. En esa zona de 1.700 familias, 21 individuos de 17 familias siguieron con el negocio ilegal. Cinco de ellos fueron sentenciados a cadena perpetua, cuatro que mostraron arrepentimiento sincero pudieron volver a su casa bajo vigilancia popular, tres pasaron 6 meses en la cárcel, ocho participaron en un programa de reeducación con la comunidad y uno huyó a Hong Kong.

De barrio en barrio se pudo acabar con el sistema de distribución de droga porque el pueblo detentaba el poder estatal.

En cuanto a los grandes narcotraficantes que se engordaban con la miseria del pueblo, ellos definitivamente eran el enemigo y recibieron el tratamiento adecuado. Antes de la revolución, a los vendedores de opio les gustaba decir, ‘los policías son nuestros hermanos’. Entraban a la comisaría por la puerta delantera y salían por la trasera, pero la revolución les cambió la suerte.

Muchos grandes traficantes ya habían huído con los japoneses cuando estos retiraron su ocupación armada en 1945, o se fueron a Taiwan y Hong Kong en 1949 y 1950. Los que no huyeron pronto lo lamentaron. Esos grandes criminales fueron enjuiciados públicamente en estadios y arenas ante miles de personas. Tuvieron que escuchar los testimonios de muchos adictos y de parientes de personas arruinadas por la droga. Estos criminales sí recibieron los castigos más severos: cadena perpetua o ejecución pública. Pero hubo relativamente pocas ejecuciones: entre cinco y diez en las ciudades más grandes.

Así fue como China eliminó el problema de la droga, con la Revolución.

Foto histórica. Fumadores de opio.

¿PODRÍAMOS USAR ESOS MISMOS MÉTODOS?

Hay que recordar que antes de la revolución los chinos probaron todas las soluciones que se proponen hoy en Estados Unidos. Buscaron una droga sustituta como la metadona, se entregaron a la religión, exaltaron el orgullo nacional, organizaron grupos paramilitares en los barrios, probaron la legalización, pidieron intervención gubernamental y apelaron a la conciencia internacional. Sin embargo, únicamente la revolución – a destrucción armada del Estado respaldado por el imperialismo- les permitió liberarse de la droga.

Reconociendo esta realidad desde el punto de vista burgués, la revista Parade citó en 1972 los cautelosos comentarios de un erudito estadounidense sobre si el método chino se podía usar en Estados Unidos: “sería aplicable para nosotros únicamente si fuéramos capaces del mismo esfuerzo colectivo que los chinos. Pero dada la diversidad de los grupos del país y la mayor importancia que se le concede a los logros individuales sobre los colectivos, se requeriría una reorganización fundamental de la sociedad”.

Tenía razón. Se requeriría una revolución. En China sólo pudieron aplicar esos métodos porque habían hecho una revolución. Sin el poder político hubiera sido imposible desencadenar la creatividad transformadora del pueblo o reprimir a los enemigos de clase que manejaban el narcotráfico.

Si los trabajadores no emiten una nueva moneda, ni toman estricto control de la banca y las divisas, no puede parar el lavado de dinero.

Sin un pueblo políticamente consciente y la supervisión pública de las autoridades gubernamentales, no es posible acabar la corrupción de los funcionarios del gobierno.

Si el proletariado no forma sus propias fuerzas armadas, no será posible controlar el contrabando de la droga.

Sin la destrucción de la economía capitalista, que se fundamenta en la explotación y en el lucro individual, no es posible eliminar el comercio de mercancías dañinas.

Sin centros médicos al servicio del pueblo en lugar de celdas para borrachos, no es posible ayudar a los drogadictos.

Sin la vigilancia organizada de la comunidad, con la colaboración y no la opresión de una policía popular, no es posible rastrear todas las fuentes de las redes de distribución.

Sin el control popular de la prensa, la radio y la televisión, no es posible difundir las campañas necesarias para que el pueblo aplique su fuerza al tratamiento de enfermedades sociales.

Si el pueblo no controla la economía, no es posible garantizar una alternativa de vida para los pobres involucrados en el narcotráfico por necesidad y que realmente quieren romper con él.

Si el pueblo no sabe que detenta el poder, tendrá miedo de solicitar ayuda.

Sin el increíble apoyo popular de ver ciudades enteras romper con viejos hábitos, los individuos no encontrarán la fuerza para transformarse.

¡Sin el poder estatal no es posible liberar a las verdaderas víctimas y castigar a los verdaderos criminales!

Hablar de eliminar la droga sin una revolución proletaria es un ensueño de fumadores de opio.

*Adaptado de una nota de C. Clarl Kissinger, aparecida en el Obrero Revolucionario, hoy Revolución, periódico del PCR-EU.

En Bruja de la noche:

https://www.facebook.com/220887588455220/posts/778489876028319/

Un comentario sobre “China Socialista y el opio: De un pueblo narcotizado y anulado, a erradicarlo, sólo a través de la revolución.

  1. samir sardana Contestar

    The PRC has identified for the world,the «gateway to enter PRC», via ASEAN. As time passes, wage increases and the rise in cost of living,in urban agglomerations,will provide the impetus to outsource,and shift manufacturing,to ASEAN.Rising costs are a signal,of the obsolescence of the business model and technology – and the driver,to re-engineer the manufacturing value chain.dindooohindoo

    This outsourcing to ASEAN,will soak up the entire manufacturing capacity of ASEAN,boosting profits and wages in ASEAN nations.Chinese can partake in this wealth creation,in the ASEAN nations,as under:

    Lending to ASEAN companies by Chinese Banks like CCB etc.
    VC and PE stakes in ASEAN companies,with exits on the HKEX or NYSE
    JV with ASEAN companies

    Hence,there will be a continuous pipeline of transfer of technology and products from PRC to ASEAN at a competitive cost,and with a stand-by financing fron Chinese Banks.

    This will make the ASEAN people and the ASEAN governments DEPENDENT on PRC,and enable ASEAN to be partners in the PRC success story.Thereafter,excluding Nippon and South Korea,no other nation will ally with the Americans, and might also,not allow their ports,to be used by the US Navy – as the financial and economic loss,will be tangible and huge – with no ostensible strategic benefits,to the ASEAN nations.

    RCEP has knitted the ASEAN into the PRC garment.

    Meanwhile PRC companies can focus on AI,Robotics and Nano to drive up the manufacturing value chain – with collaborations with EU companies and keep the Chinese skilled workers at the cutting edge of change.

    Simultaneous with the above, the RCEP region (minus Nippon and Australia) can use the Yuan as the FX and
    even conclude agreements with OPEC or Saudis,and other Break Bulk Raw Material supply nations,to settle all purchases in Yuan (for the RCEP,as trading block).

    History,Geneaology,Providence,Culture and Geography,have destined PRC and ASEAN,to be an integrated block.

    What place does India have,in the block ? Even Mencius would not feed a rabid dog – as,in due course of time,you have to neuter it – which is a waste of time,cost and resources.

    Nippon and Aussies bring in technical and management excellence (which India never had )

    Pakistan HAS to be given a choice to join RCEP,on the thesis that any SEZ of PRC,or a ASEAN owned SEZ o/s ASEAN,with an investment of,in excess of say,USD 35 Billion,can be DEEMED to be an EXTENSION,of the RCEP.

    POST RCEP, The Path for EU manufacturers is as clear,as the white sand on a black clay beach.German manufacturers have to relocate to ASEAN,for manufacturing,and THEN export to PRC,else they will lose tarriff and non-tarriff costs,of at least 5-10%.

    For those who complain about manufacturing regulations in PRC,and the costly and complex legal systems in PRC,the solution is to make in ASEAN,and seek legal redressal in ASEAN – and further,export their output to PRC.This will also secure the EU manufacturers,who wish to secure their assets,in democracies»

    The inevitable crisis of AI,Nano and Robotics,will make most humans redundant,even in EU manufacturing. The least the EU can do,is to offshore production to ASEAN,to crash the costs for EU consumers – so that,if the EU has to feed 200 million people (after they are rendered redundant),they can be fed at the lowest cost.

    Only a fool in the EU,would ally with India.India is a bankrupt nation,and for those who talk of the Indian Market – what portion of the Indian Market, has been tapped by EU and USA together – and how long has it taken ?

    The Fools in the EU are right that INDIANS DO NOT POSE A THREAT to the EU market (if they form a trading block or treaty with India),as they are inefficient and inept.

    Does the EU need an impotent,incompetent and inefficient partner,to navigate the future ? If there is a Russia-EU stand off or a gas choke,what strategic leverage,will the Indians have ?

    If the EU is PROTECTING its markets and industry, from the Chinese invasion,and thus,forfeiting unrestricted access for EU exporters to the market of PRC – that is a disaster -as the current manufacturing in EU,will ,in any case,becone obsolete.

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