Pequeños trocitos imprescindibles de la historia vasca: De Santurce a Veracruz. Venganza contra un falangista. Ángel Sopeña Ibáñez. ¿383.700 exiliados por ETA?… (y II).

«Memoria antifascista. Un presente de lucha y resistencia».

Repasando la historia:

Euskal Herria. Siglo XX y XXI (2 de 2)

-El 16 de julio de 1950, un pequeño velero abandonó el puerto de Santurtzi, junto a otras txalupas que conmemoraban la festividad de la Virgen del Carmen. Pero cuando la celebración concluyó, el velero enfiló hacia Punta Galea y, más tarde, hacia mar adentro. La embarcación tenía nueve pasajeros que escapaban de la represión franquista. Las corrientes llevaron al barco, de nombre Monserrat, hacia Tobago y a la deriva a Trinidad. Más tarde arribaron a Jamaica y luego a Caimán Grande. El mar los trasladó a Isla Mujeres, ya en territorio mexicano, arribando a Veracruz, en el continente, a comienzos de noviembre de ese mismo año. Ninguno de los tripulantes era especialista en náutica. Sus nombres: José Luis y Manuel Algorri (39 y 40 años), Gregorio Solano (41 años), Félix San Mamés (24 años), Ismael Martín del Río (30 años), José María Barinaga-Rementería (20 años), Agustín Palacios (25 años) y José Luis y José Ramón Bilbatua (de 30 y 28 años). Todos ellos pidieron asilo político en México. La aventura de los jóvenes vizcaínos no era la primera de este estilo desde que concluyera la guerra civil, sino la tercera. La primera condujo a once exhaustos marineros a tierras venezolanas y la segunda a dos muchachos de Ondarroa hasta Buenos Aires en un bote.

-A pesar de que durante el franquismo la falta de transparencia informativa y la libertad de expresión fueron permanentes, los medios de comunicación del régimen se caracterizaron por sus disputas. En Gipuzkoa, El Diario Vasco y La Voz de España competían por la primacía. La gubernamental agencia Efe servia a los dos periódicos las noticias, a pesar de lo cual ambos mantenían un corresponsal en la capital del Estado. El Diario Vasco tenía la sospecha de que el enviado en Madrid de La Voz de España le robaba las informaciones de su corresponsal. Para probarlo, El Diario Vasco ordenó, a comienzos de 1951, a su corresponsal en Madrid que fabricara dos noticias falsas: la subvención de un millón de pesetas para el Centro de Atracción y Turismo donostiarra y la reapertura del circuito automovilístico de Lasarte. El corresponsal las escribió y las envió pero su cabecera donostiarra jamás las publicó. En cambio, La Voz de España las transcribió textualmente. El Diario Vasco denunció en sus páginas la «piratería» y acusó al entonces delegado falangista de Prensa, Lucio del Alamo, de estar detrás del espionaje periodístico.

-En el verano de 1951, 80 soldados de la guarnición militar de Urduliz, de un total de 120, recibieron una nota insólita en la que se les indicaba que volvieran a sus hogares respectivos hasta «nueva orden». La razón del licenciamiento temporal residía en que la guarnición del Ejército español se quedó sin fondos económicos y, antes de que trascendiera el escándalo, los mandos militares optaron por sostener únicamente a los imprescindibles para las tareas burocráticas.

Dibujo de Castelao. (Guardias con un republicano al que han cortado las manos)

-El 17 de mayo de 1952 se cometió un crimen en la localidad riojana de Villamediana. La víctima fue el alcalde del pueblo, que también era el jefe de Falange. Seis meses después, el presunto agresor fue detenido en una villa de Donostia, cuando esperaba escondido para cruzar la frontera hacia Francia. Se trataba del joven de 20 años Santiago Díaz, La prensa informó que Santiago mató al alcalde por una discusión que habían tenido en el campo y que, en un momento de ira, el joven asestó a su víctima un golpe mortal con una azada. Sin embargo, la publicación clandestina Eutsi desmintió poco después esta afirmación, señalando que el alcalde había sido objeto de una venganza calculada. El padre de Santiago, precisamente, había sido ejecutado en 1936 por el propio alcalde, cuando Santiago era aún un niño de cuatro años. Aquel niño esperó 16 años y se tomó la justicia por su mano.

-En 1954 se construyó en la cumbre del monte Gorramendi de Elizondo una base del Ejército norteamericano denominada «877 Squadron Warning Control W-6». Durante 20 años su cometido fue todo un misterio hasta que, en 1974, desapareció tras ser fulminantemente dinamitadas las instalaciones. El régimen franquista nunca fue transparente acerca de las actividades que allí se realizaban, pero se sospechaba que se trataba de una base secreta de comunicaciones preparada para cualquier eventualidad nuclear.

-En el verano de 1955, los Juegos Universitarios mundiales se celebraron en las instalaciones de Anoeta de Donostia. Ya en el desfile inaugural, la representación egipcia hizo patente su descontento por la presencia de una delegación de Israel entre los deportistas. En la siguiente jornada trataron de desplegar una pancarta, lo que originó una intervención de la Policía Armada que, a porrazos, provocó un mayúsculo incidente, agrediendo a los deportistas egipcios. No solo eso sino que siete de ellos terminaron en los calabozos de la Policía de donde fueron trasladados a la cárcel de Martutene.

-Casi veinte años después de terminada la guerra civil de 1936, en Bizkaia, seis trabajadores santanderinos se encontraban plantando pinos en el monte Gangueren, en las cercanías de Galdakao. Cuando excavaban un hoyo para plantar uno de los pinos, se produjo una terrible explosión, al estallar una bomba de la aviación facciosa de 1937 que se encontraba enterrada, Murieron cuatro y los otros dos resultaron con heridas gravísimas.

-Con motivo de un partido de fútbol celebrado en la capital española entre el Real Madrid y el Athletic de Bilbao, un aficionado madrileño aplaudió una jugada del Athletic. Apercibido un empleado del club madrileño del suceso, echó del campo al aficionado. El expulsado llevó al Real Madrid al juzgado, que le dio la razón. Sin embargo, el equipo merengue recurrió a la Audiencia Provincial y esta confirmó la sentencia. La directiva del Real Madrid no se contentó con la resolución y llevó el tema al Tribunal Supremo español que proclamó definitivamente, a comienzos de 1962, el derecho de los aficionados del Real Madrid a «aplaudir a los forasteros».

Foto. Ángel Sopeña, en 1990 en el programa La Clave, de TVE.

-Ángel Sopeña ibáñez, alavés que nació en 1913 y murió en 1991, fue médico del ministerio español de Justicia en pleno franquismo, aunque militaba en esa época de forma clandestina en el Partido Comunista. Su secreto se rompió en pedazos cuando en 1975, siendo Ángel ginecólogo de la cárcel de mujeres de Yeserías, recibió la noticia de que dos de las presas, militantes del FRAP, habían sido condenadas a muerte. Entonces, Ángel Sopeña dimitió.

-Cuando Franco murió en 1975, el obispo auxiliar José María Setién ofició su funeral en la catedral del Buen Pastor de Donostia. Durante la homilía, Setién habló de la muerte en sentido general, sin aludir a Franco ni a su trayectoria. A mitad del sermón se produjo un escándalo monumental ya que los fieles comenzaron a gritar «¡Fuera!», «iFuera!». Los más decididos intentaron acceder al púlpito para agredir al obispo, que interrumpió su discurso y fue sustituido, hecho insólito, por el gobernador civil Emilio Rodríguez Román, que hizo una semblanza apologética del fallecido, Jamás un gobernador había oficiado una misa, ni siquiera en los tiempos más oscuros del franquismo. Setién se tuvo que refugiar en la sacristía y la Policía Armada impidió su linchamiento, aunque no logró que la sede del Obispado fuera asaltada.

-En 1994 se consumó en Ruanda una de los mayores genocidios del siglo XX: el que perpetró el Frente Patriótico Ruandés (FPR) en el Gobierno, o lo que es lo mismo, el de la etnia hutu sobre la etnia tutsi. Según cifras reconocidas por la Comunidad Internacional, unas 800.000 personas (12% de la población) fueron asesinadas en unas semanas, siguiendo un plan preestablecido por el Gobierno ruandés. Tras la intervención internacional, el país entró a finales de ese año en un estadio de relativa calma. En la vecina Tanzania se estableció un Tribunal Penal Internacional, y, por medio de testigos y diversos trabajos, un grupo de expertos de la ONU elaboró el llamado Informe Gersony. En las declaraciones de estos informes se relataba la existencia de grupos especializados en el arte de matar; las operaciones de carga de muertos, de enterramiento en fosas comunes, de incineración de cadáveres, de borrado de huellas; el agrupamiento de las víctimas, convocadas a reuniones con el señuelo de la distribución de alimentos; toda una serie de atrocidades, El Informe Gersony fue embargado y nunca vio la luz. Sin embargo, tuvo consecuencias, En junio de 2000, el misionero vasco Isidro Uzcudun, natural de Pasajes, fue muerto en su casa por unos desconocidos, que le pegaron un tiro en la cabeza. Isidro Uzcudun había sido testigo de que el FPR había asesinado en su parroquia de Mugina a 1.325 personas. Y su testimonio aparecía en ese informe Gersony que jamás fue hecho público.

Foto. Concentración del Foro de Ermua.

-Según el vizcaíno Javier Quevedo, ex alcalde de Gorliz, entre Mercurio y Venus tendrían que existir dos planetas que, en la actualidad, han desaparecido. El investigador autodidacta lanzó esta hipótesis a finales del siglo xx, siendo corroborada por un grupo de científicos que, en el año 2001, afirmaron que una estrella, situada a unos 90 millones de años luz de la tierra, se había tragado dos planetas de nuestro sistema solar. Lo sorprendente de la investigación de Quevedo es que efectuaba sus cálculos matemáticos astronómicos a través del estudio de las variaciones en el comportamiento migratorio de los peces. Quevedo, que no era precisamente un principiante en el estudio de la fauna marina, ya que editaba anualmente una. agenda para pescadores, llegó a sus conclusiones tras una exhaustiva recopilación de datos llevada a cabo entre los años 1975 y 1983. Cuando dio publicidad a sus investigaciones fue considerado un extravagante hasta que un Instituto de Astrofísica confirmó sus descubrimientos.

-En diciembre de 2001, la Audiencia de Sevilla condenó a una empresa de seguros a pagar una indemnización a un agente de la Policía Nacional que se suicidó en 1995 al entender que su acción estuvo motivada por el trauma psicológico que le supuso haber estado destinado en el País Vasco durante ocho años. El fallo decía que el suicidio «no fue un acto de voluntad libre» sino «uno más de los crímenes de la banda terrorista ETA». Lo insólito de la decisión judicial estuvo en que el agente se suicidó siete años después de haber abandonado el País Vasco.

-En las navidades de 2003, 2004 y 2005, como de costumbre, los vecinos de la localidad navarra de Areso colocaron un gran Olentzero en el centro de la plaza. Cada año, con una puntualidad sorprendente el Olentzero desaparecía. A pesar de creencias antiguas y supersticiones, los expertos llegaron a la conclusión de que el personaje mítico no abandonaba Areso por su propio pie, sino que era sistemáticamente secuestrado. Acertaron. En 2005 se supo que había sido un destacamento de la guardia civil de Leilza el autor de los secuestros. Introducían con nocturnidad y alevosía el Olentzero en un Patrol del Cuerpo y luego, en un descampado, lo destrozaban.

-En 2005, el llamado Foro de Ermua, ofreció una rueda de prensa para anunciar la creación de «Comisiones de la Diáspora Vasca Democrática». Según los portavoces del Foro, una organización de extrema derecha, entre 1980 y 2005, un total de 383.700 ciudadanos de la Comunidad Autónoma Vasca se habían exiliado por presiones de diversos colectivos abertzales. De esa cantidad y según su informe, 119.000 exiliados lo habrían sido mientras Juan José lbarretxe dirigía el Gobierno autónomo (1998-2005). De ser ciertos los datos ofrecidos por el Foro, nada menos que el 21,3% del censo de la Comunidad Autónoma en esos años viviría en el exilio. Sorprende que en ese caso, ninguna organización internacional hubiera investigado el supuesto mayor éxodo producido en Europa desde la Segunda Guerra mundial.

*Del libro “Mil nuevas noticias insólitas del país de los vascos”, de Iñaki Egaña, editorial Txalaparta 2009.

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