La brutal vida de las mujeres prisioneras en Moringen, campo de concentración nazi. Por ‘Ayuda’, revista del SRI de 1937.

Foto. Mujeres en campo de concentración nazi.

Luchas, derrotas, victorias… Antifascistas

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Moringen, campo de concentración para mujeres

María Rabate en Ayuda, Revista del SRI, junio 1937

Por todas partes, en dilatada perspectiva, nada más que charcas, landes, pantanos. En estos parajes insalubres, allá lejos, en las lagunas de Alemania del Norte, se halla, señero y abandonado, cercado de altas murallas, hondos fosos y alambradas eléctricas, el campo de concentración de Moringen: el primer campo de concentración para mujeres. En lo alto de las atalayas, en donde apuntan cañones de ametralladoras, centinelas de las S.S. vigilan a centenares de mujeres martirizadas procedentes de todos los lugares de Alemania.

Va para tres años que trajeron a Moringen a Elsa Steinfurth, por el mero hecho de ser la mujer de Enrique Steinfurth, secretario del Socorro Rojo de Alemania, asesinado en 1934. Es ahí también donde fue conducida, la víspera de la ejecución de su marido, la mujer de Rodolfo Claus, inválido de guerra, que los fascistas decapitaron por haber organizado, como militante del Socorro Rojo, la solidaridad por las víctimas del fascismo.

Moringen aprisiona dentro de sus murallas mujeres de todas las edades y de todas las capas sociales populares. Mujeres que pasan de setenta años y adolescentes, obreras, aldeanas, intelectuales. Los sufrimientos que estas mujeres han soportado son casi indescriptibles.

Una mujer que, tras haber sido liberada de este campo de torturas, logró huir al extranjero dice:

«El dormitorio común tiene por techo el tejado… no había calefacción. Hacía un frío terrible. Mañana y noche teníamos que rascar el hielo que se formaba en vigas y camas. Dormíamos sobre sacos de paja, en camas superpuestas, lo menos cuarenta personas en un dormitorio. Se nos despertaba a las seis de la mañana, y a las nueve de la noche todas debían estar acostadas. A quien no lo estuviese se le castigaba duramente. A consecuencia de las continuas mortificaciones, una mujer embarazada dio a luz prematuramente una criatura, que murió ocho días después. Contrajo la fiebre puerperal y pese a su alta temperatura fue interrogada durante horas, sin el menor miramiento, por tres funcionarios de la Gestapo procedentes de Berlín».

No vacilan en llevar a Moringen mujeres gravemente enfermas. He aquí un caso, narrado por una antigua presa:

«Poco antes que a mí, condujeron a la Prefectura de Policía de Berlín a una mujer gravemente enferma. La pobre mujer no podía cerrar los ojos a causa del dolor, pues durante las tres semanas que estuvo detenida en la Prefectura de Policía de Alexanderplatz, se le negó toda asistencia médica. Aunque tenía las piernas cubiertas de llagas purulentas, fue transportada al campo de concentración al mismo tiempo que yo. Allí permaneció cerca de cuatro meses. Durante dos semanas, el médico del campo le practicó diariamente una incisión en las piernas, hasta que un buen día se apercibió de que padecía de periostitis y que él no podía asumir responsabilidad alguna. A pesar de eso, fue preciso más de tres semanas para que la Gestapo se determinase a liberarla. Esta mujer abandonó el campo de concentración completamente inválida».

La mayor parte de las mujeres encerradas en Moringen habían sufrido torturas durante el interrogatorio por la Gestapo. Sus cuerpos están plagados de equimosis. Dice una mujer, a este respecto:

«Una joven de la Alemania Central me mostró, en el baño, huellas de torturas que había sufrido ocho meses antes por obra de los sádicos de las SS. Aún podían vérsele cardenales en las caderas. Encontré después una escritora, amiga mía. Fue conducida al campo, vaciado un ojo y con cardenales en la cara. He visto en el baño cómo su cuerpo estaba todo acardenalado. Le habían dado silletazos. A veces, por la noche, cuando no podían conciliar el sueño, las mujeres me contaban estas torturas. Habían sido vapuleadas con látigos y porras».

Tal es la suerte de numerosas mujeres en el campo de concentración de Moringen, de la Alemania hitleriana.

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