La enorme lucha de la clase obrera italiana de 1919 a 1921, traicionada por el PSI.

Enfrentamientos. Italia, 1920.

Luchas, derrotas, victorias… Antifascistas

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Italia: La clase obrera traicionada

1919-1920 fueron años de extraordinario auge del movimiento revolucionario en Italia. Los intentos de la burguesía de cargar sobre los obreros los gastos de la guerra rebajando sistemáticamente los salarios chocaron con la lucha decidida de los trabajadores. Las huelgas fueron cada vez más frecuentes. Cada mes aumentaba el número de huelguistas: en 1920 alcanzaron la enorme cifra de 2.200.000. La efervescencia revolucionaria se extendió también por el campo. En el sur y en Sicilia, grupos de campesinos armados ocupaban tierras y la repartían. A la lucha contra los explotadores se unían por decenas de miles obreros agrícolas y los arrendatarios.

La acción revolucionaria de mayor empuje fue la ocupación de las fábricas en agosto-septiembre de 1920. Las empresas más importantes de Milán, Turín y otras ciudades del norte de Italia estuvieron en manos de los obreros casi tres semanas. En las ciudades se formaron destacamentos de la Guardia Roja. Obreros armados custodiaban las fábricas ocupadas; los propios obreros dirigían la producción en estas fábricas.

En otoño de 1920, el proletariado italiano parecía encontrarse en los umbrales de una revolución socialista. El desconcierto hizo presa de la burguesía y el gobierno. Pero a la hora de actuar, la clase obrera no tuvo la dirección revolucionaria adecuada: la mayoría del Partido Socialista se inhibió y transfirió las funciones dirigentes a los líderes reformistas de la Confederación General Italiana del Trabajo. Estos líderes, que temían y no querían la revolución, se confabularon con la burguesía.

La derrota de la clase obrera allanó el camino al fascismo. En octubre de 1922, los fascistas, encabezados por Mussolini, tomaron el poder. La única fuerza eficiente que trató de cerrar el paso al fascismo fue el Partido Comunista. Pero dada la desfavorable correlación de fuerzas, el Partido Comunista no pudo impedir la implantación del fascismo.

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