En las artes hay villanos, pero también mucho héroe desconocido. ¿Sabías qué Guty Cárdenas murió defendiendo nuestra República?.

Foto. Guty Cárdenas.

Repasando la historia

Héroes y villanos

Un recorrido por lo mejor y lo peor de las estrellas del arte y del fútbol

Alfredo Grimaldos en El Otro País n.º 92.

CANTOR MEXICANO DEFENSOR DE LA II REPÚBLICA

Las aportaciones de Guty Cárdenas, conocido como “El Trovador Yucateco” (Mérida 1905 / Ciudad de México 1932), a la música popular mexicana comenzó a estudiarse a cien años de su nacimiento. El mito en torno a su trágica muerte y su ubicación como una de las mejores voces de la época del despegue de la industria discográfica y el nacimiento de la radiodifusión mexicanas son, quizá, los aspectos que más han llamado la atención del público de su tierra durante varias décadas. En Yucatán se le recuerda como una de las figuras más importantes de la trova peninsular o como el autor de canciones como “Rayo de sol”, “Nunca”, “Para olvidarte” y “El caminante del Mayab”.

Tras la proclamación de la II República española, grabó una canción de exaltación de ese acontecimiento histórico:

A contarles vengo la última noticia / que el mundo entero la atención merece. / Hoy la vieja España es republicana / y ya no es monarca don Alfonso XIII. / Después del gran triunfo de las elecciones / y por el camino de la acción civil, / los republicanos son un valor del 14 de abril. / España, España, tu valentía la monarquía ya destruyó. / España, España, tu vieja historia / tiene otra gloria por tu valor. / España resurge otra vez, / despierta a las realidades que impone la Historia. / España renace, está alerta y, de nuevo, / Marcha en pos de la gloria.

Poco después, en un garito nocturno de Ciudad de México, donde había mucho tequila, Guty coincidió con un grupo de monárquicos españoles. Se lió una bronca, que fue subiendo de nivel, y al final él sacó su revólver y se cargó al jefe de los monárquicos. Pero en la balacera también cayó Guty. Defendiendo a nuestra República.

Foto. Alicia Alonso.

LA DIVA Y EL BUFÓN

La bailarina Alicia Alonso, última gran diva del ballet, murió el pasado 18 de octubre en La Habana, a los 99 años. Era historia viva de la danza del siglo XX. En 1948 fundó su compañía, el Ballet Alicia Alonso (después Ballet de Cuba y a partir de 1959 Ballet Nacional de Cuba). A partir de 1969 y mientras las relaciones entre Estados Unidos y Cuba lo permitieron, Alonso dividió su tiempo entre Nueva York y La Habana.

También fue una de las primeras bailarinas occidentales invitada en plena Guerra Fría a bailar en el Teatro Kirov de Leningrado y el Teatro Bolshoi de Moscú. Alicia Alonso ha fallecido considerada desde hace décadas todo un emblema para el país caribeño. El transcurso del tiempo jamás perdió las ganas de bailar, todo lo contrario, supo desviar su enorme talento hasta convertirse en maestra de nuevas generaciones que hoy bailan diseminadas por medio mundo.

Se negó a bailar ante el dictador Fulgencio Batista y durante la crisis de los misiles, en 1962, se vistió de verde oliva como Fidel.

Como contrapunto miserable, tengo que recordar una despreciable anécdota protagonizada por el bailaor Joaquín Cortés. Cuando yo era crítico de flamenco del diario El Mundo, fui a una rueda de entrevistas que se celebraba en el Hotel Palace, con motivo de la aparición de un dvd de este imbécil. Yo siempre le había dado caña en mis críticas del periódico y él me estaba esperando en guardia con varios sicarios respaldándole. Pero, bueno, le hice las preguntas profesionales de rigor. Le dije que cuáles eran los bailaores flamencos que tenía de referencia, y tiré para atrás, para no presionarle, le hable de los más grandes, Güito, Farruco, Gades, Mario Maya… Y este cretino me contestó una imbecilidad monumental, que ningún flamenco le había influido en el baile, solo Nureyev. Aquellos días se celebraba algún evento relacionado con Alicia Alonso y le pregunté su opinión sobre ella. El indeseable soltó: “Es una vieja ciega”.

DEPORTISTAS ENTRAÑABLES

En un festival flamenco organizado por la Peña Chaquetón, en la Casa de la Cultura de Alcobendas, me tocó a mí presentar el acto. Todos los artistas que actuaban eran jerezanos y de mis favoritos: El Torta, Capullo, La Macanita, Fernando de la Morena… Cerraba la primera parte el bailaor del barrio de Santiago Dieguito de la Margara, que había sido futbolista en el Cádiz con el nombre de Dieguito a secas. Un artista cortito con mucho duende gitano. Para presentarlo recurrí al libro de Eduardo Galeano “El fútbol a sol y sombra”. Extraje de él parte de un texto que el escritor uruguayo le dedica a un genio muy singular de la historia del fútbol, el brasileño Garrincha, a quien, según dicen quienes le conocieron de cerca, le gustaban la cerveza y el aguardiente, pero odiaba ser elogiado. Murió solo, pobre y alcoholizado a los 49 años. Fue el mejor regateador de todos los tiempos y ganó varios mundiales con la selección de Brasil. “Garrincha ejercía sus picardías de malandra a la orilla de la cancha, sobre el borde derecho, lejos del centro: criado en los suburbios, en los suburbios jugaba. Huía de las concentraciones, escapándose por la ventana, porque desde los lejanos andurriales lo llamaba alguna pelota que podía ser jugada, alguna música que exigía ser bailada, alguna mujer que quería ser besada”. En el descanso, mientras nos tomábamos un whisky en los camerinos, Dieguito se me acercó y me dio las gracias por la presentación. Yo le pregunté: “¿Tú llegaste a jugar con Mágico González en el Cádiz, verdad? Sonriendo, me hizo un gesto con la mano, extendiendo dos dedos. -Dos temporadas. -¿Y cómo era Mágico? -Mágico. El problema que tuvo es que vino a jugar a Cádiz. Él tendría que haber ido al Sporting de Gijón, al Racing de Santander o al Atletic de Bilbao, pero aquí… Todo el mundo le quería y, claro, iba por la calle y le decían: “Mágico, estamos asando unas caballas, tómate con nosotros una copita de manzanilla. Y él, como era tan cariñoso y tan buena persona, no decía nunca que no. Luego llegaba hecho polvo a los entrenamientos, pero incluso así era capaz de hacer en un partido las jugadas más geniales. Maradona se deshizo en elogios hacia él. En una ocasión, rara, en la que el Cádiz iba ganando 3-0 a pocos minutos del final del partido, el entrenador le dijo a Mágico que se pusiera a calentar, para salir un ratito y poder cobrar la prima. Y él contestó: “Ay, no, míster, que estoy muy malito”. Ni para cobrar. Podría haberse hecho multimillonario y acabó trabajando de taxista en su Salvador natal. Todos los que le han conocido le adoran.

Otro personaje destacable del mundo del fútbol es el chileno Carlos Caszely, que jugó aquí en el Levante y el Español. Era un hombre de izquierda, simpatizante de la Unidad Popular encabezada por Salvador Allende. Cuando ya estaba jugando en España y tras el golpe de Pinochet, volvió a su país y se encontró con que su madre había sido detenida y torturada. Y le echó huevos al asunto. El dictador da una recepción para despedir al equipo. Va saludando uno a uno a los jugadores de la selección y cuando llega su turno, Caszely se agarra las manos a la espalda. Pinochet disimula y pasa de largo.

Foto. Los atletas con los puños levantados en el podio.

Tommie Smith y John Carlos

En los Juegos Olímpicos de 1968, celebrados en México, se dio una escena memorable, los atletas negros norteamericanos Tommie Smith y John Carlos, tras ganar, respectivamente, la medalla de oro y la de bronce, en la carrera de doscientos metros lisos, ya en el podio, ambos agacharon la cabeza y alzaron un puño, uno el derecho y otro el izquierdo, con un guante negro, en defensa de los derechos civiles y de los negros, mientras sonaba el himno norteamericano. Pero en el podio había un tercer atleta, que se llevó la medalla de plata, Peter Norman, un blanco del sur de Australia. No levantó el puño, pero se solidarizó con la acción. Los tres fueron repudiados por los medios de comunicación y las autoridades de sus respectivos países. Se acabaron sus carreras en todos los sentidos. Norman nunca más pudo volver a formar parte del equipo olímpico australiano. El hombre blanco de esa foto inmortal murió en 2006. Su féretro fue llevado por John Carlos y Tommie Smith, sus compañeros de podio, con quienes mantuvo una gran amistad desde la famosa foto del Black Power.

La historia del deporte está llena de anécdotas entrañables. El gran boxeador Joe Louis, que había sido campeón del peso pesado durante casi una década se retiró invicto. Pero años después, por su mala cabeza, la ruina que le vino encima y las deudas con el fisco, decidió volver al cuadrilátero. Con casi cuarenta años y sin la preparación adecuada. Se enfrentó nada menos que con el vigente campeón mundial del peso, Rocky Marciano, un pegador terrible que estaba en toda su plenitud. Como era previsible, Marciano demolió a Joe Louis. El veterano campeón negro había sido el ídolo da juventud de Marciano. Cuando el árbitro intentó levantarle el brazo como vencedor, él se soltó con furia, cayó de rodillas junto a Louis, que estaba en la lona, y le dijo llorando: “Perdona, perdona”. El maltrecho excampeón, ya un poco espabilado, le apretó la cara cariñosamente con los dos guantes, aún enfundados, y le contestó: “No llores, chaval, has hecho muy bien tu trabajo”.

EL ARTISTA Y EL PINTAMONAS

Bambino, gitano de Utrera de raíz flamenca, decidió que su camino no era el del cante ortodoxo, dada su admiración por figuras como Antonio Mairena y Fernanda de Utrera. Decidió buscar su propio espacio y, a compás de rumbas y bulerías, aflamencó de forma genial rancheras mexicanas de José Alfredo Jiménez y los boleros más inmortales. Tuvo un éxito descomunal y ganó mucho dinero que enseguida dilapidó. En 1995, Bambino enfermó, abandonó Madrid y se refugió en su tierra natal. Sin un duro, después de haber vendido miles de discos y casettes. En octubre de 1988 volvió a la capital para promocionar “Canciones de amor prohibido”, un doble CD recopilatorio con 40 de sus temas más populares. Con motivo de la aparición del disco y dada su delicada situación económica, se estaba intentando organizarle un homenaje. Le entrevisté para el suplemento de música de El Mundo, en el club deportivo Abasota, situado junto a la sede del diario. Venía descompuesto, después de un infructuoso recorrido por radios y televisiones sin lograr que le dieran el sitio que se merecía. Al parecer, lo peor había sido el paso por Antena 3 Televisión, donde el tarugo de turno, del programa “Hoy de mañana”, que no sabía quién era Bambino, le había tratado de forma penosa. Empecé a preguntarle por Fernanda y Mairena… Los suyos. Enseguida se dio cuenta de que jugaba en casa y se relajó. Pero el avanzado cáncer de laringe que padecía hacía difícil la conversación. Yo repetía algunas de las cosas que él me decía, con un hilo de voz, para que quedasen recogidas en la grabadora. Para acabar de dejarme triturado, me dijo: “Quiero cantar en mi homenaje aunque sea cantando en play back”. Cuando salíamos del Abasota, coincidimos en la puerta con Miguel Ríos, que entraba. Él se encontraba allí con sus amigos Ana Manuel y Víctor Belén. Bambino y Ríos habían tenido bastante relación décadas atrás, cuando el gitano de Utrera ganaba ya mucho dinero –lo derrochaba generosamente- y el pintamonas de Granada no era nadie. Bambino con su susurro de voz le saludó, y el otro, muy estirado, ni respondió. Yo le di un golpe en el pecho al gilipollas de Ríos y le dije, indignado, “Es Bambino, ¿no te acuerdas de él?” El pintamonas le dio una palmadita en la espalda al artista y se fue sin decir nada. En aquella época yo practicaba boxeo en el club Abasota con Pepe Durán, campeón del mundo del peso superwelter, con quien ya había coincidido en un gimnasio de mi barrio. Me dieron ganas de ir detrás del payaso granadino y arrancarle la cabeza. No lo hice y siempre me arrepentiré. Mi amigo Juanito, propietario del bar Alambique y devoto de Bambino, cada vez que sale a relucir esta historia, se envenena.

Foto. Joaquín Navarro.

EL ESTAFADOR INFORMATIVO Y LA PACHANGA PERIODÍSTICA

La “informadora” gusana cubana Yoani Sánchez, patrocinada por Prisa desde sus primeros pasos contrarrevolucionarios, inauguró hace un par de meses el curso del máster UAM-El País. “El periodismo llamó a la puerta de Sánchez y no tuvo manera de cerrarle el paso”. Escribían en el periódico anticubano que la patrocina y financia generosamente. Al mismo tiempo, otro sicario de la empresa, Iñaki Gabilondo, fue nombrado doctor “honoris causa” por la Universidad de Sevilla. El mercenario del polanquismo dijo: “En periodismo, el anonimato es un arma de destrucción masiva”. Hay que recordar que cuando Gabilondo era director de un programa matinal en la SER, cadena radiofónica del grupo Prisa sucedió un hecho que no ha sido divulgado y que da la medida de su dimensión como gran profesional de la información independiente. Uno de los colaboradores del programa era nuestro querido amigo, ya fallecido, el juez Joaquín Navarro. Era la época en la que estaban quedando ya muy claras las relaciones del gobierno de Felipe González con la creación de los GAL. Joaquín tenía mucha información sobre eso: Rodríguez Galindo, el GAL verde, el secuestro, la tortura y el asesinato de Lasa y Zabala… José Luis Morales y yo, con otros buenos compañeros, hacíamos un periódico, Motivos de Actualidad, precursor de El Otro País, y Joaquín nos proporcionó mucha información sobre el asunto, que publicamos con detalle, lo que supuso que nos acosara el Servicio de Información de la Guardia Civil. Como Joaquín insistía en el programa de la SER en vincular al gobierno del PSOE con los GAL, el propio Felipe González llamó a Polanco para que quitaran al juez de en medio. Polanco llamó a Gabilondo dándole órdenes concretas y el gran defensor de la libertad de expresión le dijo a Joaquín que no volviera el día siguiente. El magistrado le preguntó por qué, y el adalid de la información libre le contestó: “Bueno, Joaquín, ya sabes cómo funciona esto”. Un sicario.

EL ACOSADOR DE LA ÓPERA

De momento, un total de 20 mujeres acusan a Plácido Domingo de acoso sexual y hay once testimonios más que detallan el comportamiento abusivo del tenor español, todas en Estados Unidos. Cuando se tuvo conocimiento del asunto, la Ópera de San Francisco y la Orquesta de Filadelfia anunciaron a las pocas horas que cancelaban sendas actuaciones del tenor acosador previstas para el otoño. A continuación se sumó la Metropolitan Opera de Nueva York. También la Ópera de Dallas canceló la presencia del tenor en una gala benéfica. Melinda Mclain, que era coordinadora de producción de la Ópera de Los Ángeles, en su temporada inaugural de 1986-1987, y que también trabajó con Domingo en la Houston Grand Opera, ha declarado que ella hacía un esfuerzo para no poner al tenor a ensayar en una habitación a solas con mujeres cantantes jóvenes, incluso si él lo pedía. También intentaba asignarle siempre asistentes de vestuario masculinos. “Montábamos estrategias elaboradas para mantenerlo alejado de ciertas cantantes”, afirma. “Yo no mandaba ninguna mujer a su camerino”. Otra estrategia era invitar a la esposa de Domingo, Marta Ornelas, a las fiestas de la producción. “Si su esposa estaba presente, se comportaba”, dice Mclain. Con su prepotencia de tenor engolado, Pácido Domingo se atrevió a destruir las rancheras de José Alfredo Jiménez en un disco infame. Y por si eso fuera poco, hizo otra grabación, aún más inmunda, con tangos de Carlos Gardel. Como dice nuestro querido amigo Agustín Bancalari, cantor tanguero bonaerense: -¿Te gusta el Plácido Domingo? -¿Bueno?… mejor que el reputo lunes.

Dibujo de Castelao. (G.C. han cortado manos a un republicano)

SU EXCREMENCIA

No podemos terminar este popurrí sin hablar brevemente de un acontecimiento reciente que ha levantado mucha polvoreda: la exhumación de los restos de Su Excremencia. La polémica sobre dónde había que depositarlos resultaba absurda, su lugar natural era el vertedero de Valdemilngómez. La austera lucecita siempre encendida de El Pardo ha dejado un emporio a sus nietos, que controlan 102 millones de euros en negocios y 258 propiedades, entre ellas un palacio, 22 viviendas, 195 plazas de garaje, 29 fincas y tres prados. Pero no vamos a extendernos en eso, finalizaremos el artículo recuperando un recitado que grabó el actor José Sacristán poco después de la muerte del bicho y que se distribuyó en casettes aún de forma clandestina:

Franco, el día que te fuiste, nos bebimos el vino de unas cuantas tabernas y dimos rienda suelta a las canciones y a nuestros más queridos gritos panfletarios. Tardaste mucho, tardaste demasiado. Tienes que darte cuenta que unos cuantos, ansiosos, esperábamos tu adiós al mundo como agua de mayo. Pero pasaron los tres días convenidos y ya no lo dudamos. Estabas perfectamente muerto, aunque no demasiado, aún se palpaba el ambiente cierto hedor, cierto tufo a Franco. Fuiste la pesadilla, la mordaza, siniestro y cruel payaso, inevitable comparsa del silencio, del morderse los labios… Fantasma omnipresente y sanguinario. Absurda, mentirosa, mortífera leyenda, vampiro de la sangre de los nuestros, Herodes de las generaciones, martillo del obrero.¡Asesino del pueblo! Franco ¡Asesino del pueblo!.

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