John Locke, el filósofo esclavista / Felipe V de Borbón, el traficante de esclavos.

John Locke, filósofo y exclavista.

Repaso a la historia:

De: Eduardo Galeano

-El filósofo de la libertad

Han pasado los siglos y sigue creciendo la influencia del filósofo inglés John Locke en el pensamiento universal.

No es para menos. Gracias a Locke, sabemos que Dios otorgó el mundo a sus legítimos propietarios, los hombres industriosos y racionales, y fue Locke quien dio fundamento filosófico a la libertad humana en todas sus variantes: la libertad de empresa, la libertad de comercio, la libertad de competencia, la libertad de contratación.

Y la libertad de inversión. Mientras escribía su «Ensayo sobre el entendimiento humano», el filósofo contribuyó al entendimiento humano invirtiendo sus ahorros en la compra de un paquete de acciones de la Royal África Company.

Esta empresa, que pertenecía a la corona británica y a los hombresindustriosos y racionales, se ocupaba de atrapar esclavos en África para venderlos en América.

Según la Royal África Company, sus esfuerzos aseguraban un constante y suficiente suministro de negros a precios moderados.

Felipe V, traficante de esclavos.

-Contratos

Mientras nacía el siglo dieciocho, un rey borbón se sentó por primera vez en el trono de Madrid.

No bien estrenó la corona, Felipe V se hizo traficante de negros. Firmó contrato con la Compagnie de Guinée, francesa, y con su primo, el rey de Francia.

El contrato otorgaba a cada monarca el 25% de las ganancias por la venta de cuarenta y ocho mil esclavos en las colonias españolas de América durante los diez años siguientes, y establecía que el tráfico debía realizarse en buques católicos, con capitanes católicos y marineros católicos.

Doce años después, el rey Felipe firmó contrato con la South Sea Company, inglesa, y con la reina de Inglaterra.

El contrato otorgaba a cada monarca el 25% de las ganancias por la venta de ciento cuarenta y cuatro mil esclavos en las colonias españolas de América, durante los treinta años siguientes, y establecía que los negros no podían ser viejos ni defectuosos, que debían tener todos los dientes y llevar en lugar visible los sellos de la corona española y de la empresa británica, marcados a fuego.

Los propietarios garantizaban la calidad del producto.

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