Pluma Pincel Palabra: Las Librerías del Pueblo (y 2), que abrieron nuevos mundos a ávidos lectores.

Cartel de cine de Renau:»Chapaief, el guerrillero rojo».

Pluma Pincel Palabra. 1931-1939. Al servicio de la Cultura Popular

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Librerías del Pueblo – II

Ayuda, órgano del SRI, nº 70

agosto 1937

«Las librerías del Frente Popular y la del Partido Comunista en la calle Alcalá, están llenas de folletos. He aquí una nueva modalidad de venta. Sus portadas de colores, sus títulos sugestivos llaman a la curiosidad de las gentes. Es lo que más se vende, nos dicen. Las mujeres de nuestros obreros se interesan por la vida de sus camaradas de la URSS y compran los folletos, cuyas fotos, cuyos textos les hablan de un mundo de libertad en donde la mujer se ha convertido en la perfecta compañera del hombre con los mismos derechos y con idénticas responsabilidades.

Otros “clientes” que antes de la guerra jamás se veían por estos sitios, son los hijos de nuestros trabajadores. Aunque no tengan dinero entran con seguridad en estas librerías y piden hablar con el camarada responsable. El camarada responsable les atiende. Los niños indagan el precio de este libro, del otro: hojean los folletos, las revistas… Hay un libro por el que peguntan todos los niños: es “Chapaieff, el guerrillero rojo”.

A la librería del Partido Comunista iba un chico con el pelo rojizo y la cara llena de pecas, que dedicaba todos los días cinco, diez minutos a la contemplación de la portada de “Chapaieff”. Una vez entró en la librería y se dirigió resueltamente al camarada responsable:

-Vengo a comprar el “Chapaieff”.

-Muy bien.

Sobre el mostrador vació su bolsillo lleno de calderilla. Aquella cantidad -tres pesetas con cuarenta céntimos- la había reunido a perras chicas, privándose de pequeñas golosinas, de ir al cine con sus amigos el domingo…

-¿Hay bastante?

La verdad es que faltaba todavía dinero, pero… ¿cómo decirle…?

-Si, pequeño: todavía te sobra esta peseta para que vayas al cine…

El pelirrojo se fue loco con “su” “Chapaieff”

-¿Hay algo sobre aviación?

He aquí otra de las preguntas que hacen los chicos.

En la librería de la Puerta del Sol un vendedor de periódicos, un chico de quince años, pidió el precio de un libro sobre aviación.

-Es muy caro —le respondieron—.

-No importa; vosotros decidme el precio.

-Cuarenta y cinco pesetas.

El vendedor de periódicos se quedó pensativo.

-¿Podíais vendérmelo a plazos? Yo voy dejando dinero hasta completar las cuarenta y cinco pesetas: después me llevo el libro.

La propuesta, naturalmente, se aceptó. Aquel día dejó un duro. A los nueve días ya había sacado el libro.

En la puerta, con el libro debajo del brazo, se volvió y, sonriendo, dijo:

-Es que yo quiero ser aviador, ¿sabes?…»

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