«Acero de Madrid» Una lectura imprescindible. Pluma pincel palabra. Al servicio de la cultura popular

Foto. Ruinas tras bombardeo fascista.

1931-1939. Pluma pincel palabra. Al servicio de la cultura popular

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«Acero de Madrid» Una lectura imprescindible

La novela comienza con la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936. En la primera parte muestra como la contrarrevolución va cerrando filas, personajes como el banquero, el señorito, el aristócrata, el falangista van desfilando y uniéndose para conspirar contra la República Popular.

Frente a ellos se levanta fuerte y llena de decisión la clase obrera.

«Cuando todo eran dudas y vacilaciones apareció la solución, allá, por los barrios extremos. Cuatro Caminos, Ventas, Puente de Vallecas. De la periferia de Madrid salió una voz, una gran voz atronadora, que recorrió la ciudad, y a poco se hizo gigantesca, imperiosa, irresistible.

Era la voz de los obreros, la voz de las fábricas, de los tranvías, del Metro, de las obras, de las estaciones, de las imprentas, de los garajes, de los talleres. Era la voz que pedían ¡armas! ¡¡armas!! ¡¡¡armas!!!»

Comienza la guerra, Madrid está sitiada, se lucha en la sierra, son momentos de improvisación, de desorganización en las fuerzas populares, y así se nos descubre la idea central de la novela que no es otra que la formación del Quinto Regimiento, con sus Compañías de Acero, «Fue al olor de las balas dum-dum, de los obuses y de la falta de disciplina. Fue al olor del heroísmo desorganizado» lo que hizo necesario crear unas milicias disciplinadas, pero había que dar un paso más allá: «Llevamos un mes de lucha, un mes de organización, un mes de Quinto Regimiento. Los fascistas lo tenían todo: armas, hombres, ejército; los antifascistas no teníamos nada, más que voluntad, fe y razón. Los fascistas tenían la técnica, la disciplina, la unidad de mando; los antifascistas teníamos la ignorancia, la desorganización, la anarquía militar. Y llegó el día en que Madrid pasó al Ejército Popular; en que el Quinto Regimiento pasó al Ejército Popular».

Centenares de comandantes. Centenares de comisarios

políticos. Centenares de duros combates. Centenares de consignas. «Estamos convencidos de que para ganar la guerra es necesario el Ejército único, único de verdad, monolítico, dependiente sólo del único Gobierno».

La novela escrita en 1938 termina con un canto a los hombres y mujeres, milicianos, antifascistas protagonistas de la resistencia en Madrid.

«Pero, cantemos, últimamente, al optimismo. Al optimismo del Quinto Regimiento vivo.

Cantemos, últimamente, a los campos de batalla que rodean Madrid, donde los madrileños iban a luchar, limpios y valientes.

«Madrid, la ciudad valiente, la ciudad serena y ejemplar, con las tripas fuera, resiste y resiste. Sus calles céntricas están cuajadas de agujeros, como ojos vacíos al fondo de los canales se ve la pupila, negra y húmeda, del túnel del Metro, abierta al sol. Sus barrios extremos están desmantelados, ruinosos, humeantes».

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