José Herrera Petere, al servicio de la cultura popular.

José Herrera Petere.

1931-1939. Pluma pincel palabra. Al servicio de la cultura popular

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José Herrera Petere

Escritor, periodista, poeta y dramaturgo; nació en Guadalajara el 27 de octubre de 1909.

Fue uno de los principales poetas de la Generación del 27, combativo y comprometido. Pertenecía a la generación de novelistas que, habiendo iniciado su actividad literaria antes de 1939, realizaron sus obras más logradas durante el período de la guerra y la posguerra.

Durante 1933 y 1934 colaboró en la revista Octubre. De esta época es el relato que hace María Teresa León de su primer encuentro con él, «Cuando en 1933, al regresar de la Unión Soviética, fundamos la revista Octubre, aquel chiquillo surrealista que ya había escrito La Parturienta unió a nosotros su risa limpia. Petere era uno de esos seres con quien deseas encontrarte en las mañanas tristes. Gracias porque estás junto al proletariado español, por tu manera de reírte, por esos dibujos que estás haciendo para La Parturienta, porque luego perteneciste al Batallón de Acero, porque escribiste El acero de Madrid, porque perteneciste al batallón del talento durante nuestra resistencia loca de pueblo despertándose»

Antes del comienzo de la Guerra Civil ingresó en el PCE y durante la guerra se alistó como voluntario en las milicias populares. Su participación activa en la contienda le llevó a escribir toda una serie de obras que tienen como tema la heroica resistencia antifascista.

Durante la guerra compuso romances y canciones en favor de la causa republicana, que gozaron de gran popularidad y que fueron después recogidos en el Romancero General de la Guerra Civil. Tradujo también algunos himnos y canciones del Ejército Rojo.

Escribió, así mismo, breves obras de teatro que fueron reunidas en 1937 en el libro Teatro para combatientes.

En 1936 apareció su primer volumen de cuentos, La Parturienta, al que siguieron novelas como Puentes de sangre (1938), Acero de Madrid (1938), narración épica sobre la defensa de Madrid por el que le concedieron el Premio Nacional de Literatura, y Cumbres de Extremadura (1938), relato apasionado y realista sobre las actividades de un grupo guerrillero republicano en la retaguardia fascista, que resume en su prólogo: «En España se abrió una grieta quebrada, de fuego, por donde se derramaban raudales de heroísmo. A veces, este heroísmo pasaba de un lado a otro ‘a trabajar’; pasaba a la retaguardia del campo enemigo para volar puentes, trenes militares o fábricas. Sus miradas audaces se perdían en solitarias sierras de Extremadura y de Toledo, en ricas vegas y en aislados puentes de ferrocarril.

Recordemos al Bohemundo, al Deleitoso, al Tormenta, al Guadianote, al Salsipuedes, al Bicicleta; ellos nos darán una idea de cómo se practicaba ‘el juego de la vida’ en la Serena, en Villuercas, en los Barros de Extremadura. Ellos nos dirán por qué se retiraron un día del mundo y se metieron por las lomas de las sierras…

¡Apuesto a que vencerán!»

Al terminar la Guerra Civil emprendió el camino del exilio. Estuvo en el campo de concentración francés de Saint-Cyprien, y desde allí logró llegar a París y más tarde a México.

En México entró en contacto con otros exiliados españoles, y colaboró con ellos en los periódicos y revistas más importantes, tanto mejicanos como los editados por quienes estaban en el exilio.

Tras su periodo de exilio en México, en 1947 se trasladó a Suiza, donde murió en 1977.

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