Opiniones, sobre la paz a hostias y la revolución a sonrisas.

Viñeta Manel. (Sobre un policía armada y omnipotente, la justicia trata de pasar inadvertida).

LA PAZ SE GANA A HOSTIAS

Sendoa Jurado García – Pacifista

El pacifismo burgués se ha instalado en el subconsciente del pueblo hasta límites que serían cómicos si no fuera por lo dramático de la situación. Es ese pacifismo que dice que el hecho de que el Estado someta al pueblo a la más humillante de las violencias no puede ser nunca excusa para que el pueblo deje de ser pacífico. Es ese pacifismo de catequesis que defiende el ‘ojo por ojo’ para pedir castigo hacia quien se rebela contra el poderoso, pero que le pide al oprimido que ponga la otra mejilla para que se siga manteniendo sumiso.

En Euskal Herria llevan décadas dándonos la matraca con aquello de ‘Los Violentos vs. Los Demócratas’ y al final el mensaje acaba calando, hasta el punto de que ya preferimos que nos maten a hostias a que nos califiquen de violentos. Y mientras disfrutamos de nuestra nueva etiqueta de demócratas, se apaga la llama de la lucha al mismo ritmo que se apaga la vida de los presos enfermos, y hacemos manifestaciones masivas o pequeñas al paso del funeral que viene, al de pasear comiendo pipas los domingos, al que marca la horchata que corre por nuestras venas. Después a casa y hasta la próxima vez que una noticia nos llene de indignación y necesitemos dar otro paseo.

Durante el último mes estamos viendo también en Catalunya un claro ejemplo de esto que digo. Tuve el placer de estar en Barcelona el 1 de octubre durante el referéndum de independencia y allí pude ver resistiendo cargas policiales a gente que seguramente hasta hace poco no se había movilizado nunca, con dignidad y orgullosa de defender aquello que anhela. Como respuesta del Estado, abuso policial, entrada en medios de comunicación, ilegalizaciones, detenciones, encarcelamientos… Vamos, lo que lleva tanto tiempo pasando en Euskal Herria bajo la excusa de que nuestra violencia atentaba contra la democracia, ahora en Catalunya bajo la excusa de que poner urnas atenta contra su ley, de la que luego hablaré.

Y en ese contexto de permanente violencia de Estado, hemos escuchado en infinidad de ocasiones a los representantes de los partidos políticos independentistas que no hay que caer en provocaciones, que la llamada Comunidad Internacional se dará cuenta de que los violentos son los otros y defenderán los derechos democráticos de los catalanes. Ante todo mantener la imagen de ser ‘gent de pau’. Y mientras, esos bancos que financian las armas con las que nos abren la cabeza, esos que nos cobran millones en intereses por prestarnos el dinero que previamente les hemos ingresado, se marchan chantajeando a Catalunya con sumirla en la miseria. Y los empresarios que se hicieron millonarios a costa de la plusvalía del trabajo de otros y otras o de las herencias de sus antepasados franquistas, dicen que se marchan si la clase trabajadora no hace lo que a ellos les da la gana, porque así es su democracia, una basada en todo tipo de violencia, ya sea física, psíquica o económica, que abarca las dos anteriores.

Y como somos gente de paz, en vez de defender que en una república socialista los medios de producción quedarían en manos de la clase trabajadora y esas amenazas se quedarían en palabrería, nos empeñamos en dar argumentos estúpidos y en decir que la Unión Europea haría esto o lo otro. Hablar de república socialista nos pone irremediablemente en una situación de guerra ante el capitalismo, porque por medio de la guerra se ha resuelto históricamente esa contradicción, y nos da vértigo porque sabemos que el Estado español prefiere una Catalunya bombardeada como Donbass que una Catalunya independiente y socialista. Nosotros, que somos gente de paz, no tenemos claro si en ese caso no será mejor seguir sometidos, que igual la libertad tampoco vale tanto.

Por cierto, que en esa Catalunya que aún forma parte de la próspera UE vi por todas partes gente sin un techo bajo el que dormir, vi a un indigente minusválido que olía tan mal que las moscas no paraban de rondarle, y no porque sea mierda, sino porque como mierda le trata la Catalunya española y capitalista. También esto es violencia, y de las peores. No hace falta esperar a ninguna independencia para ver miseria.

Está claro que la violencia ha de ser siempre la última alternativa, que antes es necesario explorar el resto de vías, y el pueblo catalán lo ha hecho de manera ejemplar dejando al descubierto el carácter fascista del Estado español. Lo ha hecho gracias a su actitud pacífica, por lo que no seré yo quien diga a los catalanes lo que tienen que hacer, ya que han demostrado sobradamente que no necesitan los consejos de nadie para seguir haciendo camino. Sólo les pido que no acepten que la represión se normalice y que no olviden nunca que defenderse es su derecho, uno más entre tantos, uno más de los eternamente criminalizados.

Decía antes que hablaría de las leyes del Estado español, aunque no me extenderé porque todos sabemos que emanan de una Constitución nacida al amparo del franquismo y de la pólvora de los militares. Las leyes las hace el matón de la clase, una vez más las hace el más fuerte y encima garantiza por medio de ellas que podrá seguir abusando del resto cada vez que le dé la gana, que para eso se han inventado los artículos 2, 8, 155 y algunos otros de la Constitución española. En definitiva, que como los estados capitalistas nos imponen sus leyes a hostias, a quienes queremos crear en nuestro entorno una mentalidad revolucionaria nos toca defender que no puede haber ley que suplante a la justicia y que sin justicia no hay paz. Y donde no hay paz la justicia se gana dando a nuestros enemigos, por lo menos, tantos golpes como ellos a nosotros. Para ganar derechos siempre hay que saltarse alguna ley.

Tampoco puedo dejar de mencionar a esos pseudo pacifistas que nos echan en cara que digamos que estamos ante un sistema fascista o que se parece al franquismo. Dicen que eso es quitarle gravedad a lo que ya se ha vivido, y que lo que hay es un déficit de democracia. Parece ser que para denunciar el fascismo hay que esperar a que tiren nuestros cadáveres a las fosas comunes. Sólo quiero recordarles que el fascismo se amolda a cada coyuntura según su propio interés, y que los caciques de ahora son los hijos de los caciques del franquismo. El que quiera comprobarlo sólo tiene que indagar un poco en la estirpe de los ricos de ahora y en la mayoría de los casos encontrará una saga de franquistas. En cualquier caso, lo que determina si un estado es fascista no es su nivel de represión actual, sino la violencia que está dispuesto a usar y los fines con los que lo hace.

Quiero haceros una aclaración a quienes acabáis de descubrir que en el Estado español existen presos políticos, y es que hace más de 80 años sin interrupción que existen: los hay anarquistas, comunistas e independentistas. Algunos usaron la violencia a lo largo de su militancia (siempre defensiva ante la violencia de estado), otros no, pero todos comparten el honor de haber hecho frente al fascismo institucional y el merecimiento de la amnistía total para ellos y ellas. Sin una solución global como la amnistía en su sentido más amplio, el de solucionar de raíz las razones por las que existen los represaliados, estaremos condenados a que esta historia se repita siempre.

Para terminar quisiera volver referirme a la situación de Euskal Herria. Acabamos de saber de las peticiones de cárcel contra 48 personas por su trabajo en el ámbito de los presos políticos vascos, algunas de ellas de más de 20 años. Por encima de los desacuerdos ideológicos actuales, mi solidaridad ante la represión y la denuncia de esta nueva burrada. A continuación una afirmación que los acusados tal vez no compartan (o sí, porque no pondré yo palabras que no hayan dicho en su boca): la represión se amolda, pero por encima de coyunturas se aplica sin piedad, y es por ello que las únicas maneras de vaciar las cárceles son ceder o ganar. Entiendo que nadie pretende ceder (a mí tampoco me gusta que me acusen de decir lo que no he dicho), por lo que hago una invitación a todo el mundo a seguir luchando hasta ganar. Hace tiempo que nos metimos en este lío y ya no tiene vuelta atrás.

Tal vez algún día, esperemos que pronto, nos demos cuenta de que los que nos pisotean no lo hacen porque no sepan que nos hacen daño. Tal vez nos enteremos de que si nos reprimen es porque les da resultado a la hora de mantener sus privilegios, y que solamente el día que sientan tanto miedo como sentimos nosotros a rebelarnos, sólo entonces, querrán negociar para tratar de no perder todo y volver al punto de partida. Porque tan caprichosa es la paz que hay que ganársela a hostias.

Cartel «La revolució del soriures».

Las infiltradas

Laia M.M.

Señores y señoras de la ANC, Òmnium y otras entidades que supuestamente mueven el proceso independentista de Catalunya, así como partidos políticos pro referéndum que están detrás. El rumbo que estáis marcando para las respuestas populares es bastante vergonzoso, y uno de los principales ejemplos de ello fué el dia 3 de octubre, durante la huelga general en Catalunya.

Recordamos que ese día se convocó una huelga general (no una parada), para denunciar especialmente la brutalidad policial y las actuaciones estatales. Vosotros que os llenáis la boca de transversalidad, de inclusión y de diversidad dentro del movimiento independentista, estáis actuando como verdaderos verdugos, queriendo controlar absolutamente todas las expresiones de la gente. Pretendéis canalizar las emociones, los sentimientos y todas las maneras de hacer. Esto no seria nuevo, ya hace tiempo que lo intentáis con vuestros discursos de «democracia», «civismo», «pueblo de paz» y unas cuantas tonterias mas, apoyados por medios de comunicación, siempre al lado del Poder. Por suerte, el movimiento independentista es muy amplio y no todos son burgueses que se han sumado al carro en los últimos años. Pero lo que ha ido pasando en las ultimas semanas, y que llegó a uno de sus puntos máximos en la manifestación del 3 de octubre en Tarragona -y supongo que en muchas otras ciudades- traspasa la linea de lo aceptable. Decidisteis por vuestra cuenta imponer como tenia que ser aquella manifestación, aunque precisamente esta convocatoria no era vuestra, o como mínimo no era solo vuestra; recordamos que, una vez mas, os sumasteis a la convocatoria de huelga a ultima hora. Esta huelga general y las manifestaciones que la acompañaban las convocaron sindicatos, y sindicatos especialmente combativos, con el apoyo de movimientos sociales anticapitalistas (sí, formados por personas que vosotros tacharíais de radicales e incívicos).

Delante de la escalada inevitable y normal de indignación y cabreo que muchas personas sentían y sienten por los hechos ocurridos en los últimos meses y semanas (identificaciones en las calles, intimidaciones por parte de la policía, militarización de pueblos y ciudades, declaraciones incendiarias por parte del Estado…) y llegando a uno de sus puntos máximos el pasado 1 de octubre (robo de urnas y papeletas, agresiones verbales y físicas, brutalidad, tensión acumulada…) habéis querido apaciguar los ánimos, habéis decidido que el pueblo empezaba a estar descontrolado, que podía haber reacciones que no encajaban con vuestro discurso de paz social. Delante de esto, en vez de asumir que el pueblo es soberano (eso que tanto os gusta decir), y que las reacciones de la población han de tomar el curso que esta misma población sienta y decida, habéis querido controlarlo todo una vez más. Como si vuestro mantra de pueblo pacífico, de «hola Europa» -por cierto, una Europa asesina que nos ignora una vez más- y de no confrontación, fuera el único discurso y visión válida y aceptada para afrontar la situación actual. Los mensajes y comunicados que corrieron por las redes y móviles durante esa jornada, y que ya son la tónica en todo lo que ha venido después, diciendo que teníamos que salir pacíficamente, que el Estado busca cualquier excusa para cargar contra nosotros, que no tenemos que caer en provocaciones, han acabado inevitablemente calando entre las personas, la mayor parte de ellas como bien sabéis y con eso jugáis, poco acostumbradas a la revuelta social y la protesta. Y habéis puesto intencionadamente el miedo dentro de la gente, una gente que había estado perdiendo precisamente este miedo. Pocas veces habíamos visto imágenes de gente mayor resistiendo delante de la policía, personas fuera de grupos revolucionarios plantando cara a la represión, gente corriente cortando las calles y chillando por lo que está pasando. Pero esto parece que no podéis permitirlo, no podéis permitir que estas personas «de bien» se radicalicen, y empiecen a parecerse a aquellas que en el fondo tanto odiáis y tanto teméis. Así que hicisteis un paso mas, y empezasteis a sembrar y difundir el mensaje tóxico que cualquier persona que no acate vuestras indicaciones puede ser un «infiltrado», «un provocador». Hemos recibido decenas de mensajes repitiendo esta mierda. Mensajes sin ninguna clase de fundamento. Pasando fotos de gente cortando carreteras y diciendo que fuéramos con cuidado, que seguro que eran infiltrados; cuando eso de cortar carreteras y quemar neumáticos es el mínimo y normal en una huelga general. Criminalizando actuaciones tan normales en una manifestación como hacer piquetes activos para que los negocios bajaran las persianas, pegar carteles en cristales o pintar las puertas de un banco. Habéis conseguido que ahora esas acciones estén aun más estigmatizadas y se asocien a indeseables que quieren bombardear «El Procés». Se ha llegado al punto enfermo de decir que no se chillen consignas contra la policía porqué esto también es provocación -aunque esa policía haya mandado a gente al hospital y hasta haya sacado el ojo a una persona-. Todas las personas que muestren esas actitudes pueden ser infiltrados que quieren reventar convocatorias. Incluso hemos llegado a recibir indicaciones de como actuar si se detectan infiltrados -obviamente según los criterios que vosotros mismos habéis decidido-, y hasta se pasó un numero de teléfono para que la misma gente que asistió ese día a la manifestación pudiera denunciar a los supuestos infiltrados, igual que una caza de brujas. Todo esto trajo situaciones tan deplorables como que la misma gente de la manifestación se sintiera y se sienta con el derecho a hacerte callar si no sigues sus pautas de mani silenciosa, o vengan a recriminarte que hayas pegado carteles en la pared. Que te señalen por no seguir sus consignas y sus formas de actuar, diciéndote que no tienes respeto; ¿Pero respeto para quien? ¿Cómo se puede ser tan perverso de hacer que las mismas personas te exijan un supuesto respeto, cuando ellas no están respetando que haya diversidad de maneras de expresarse y denunciar lo que está pasando? Y para acabar de culminar el tema, ese mismo día 3 de octubre se pasaron mensajes de un supuesto toque de queda a partir de las 2http://kaosenlared.net/las-infiltradas/1’00 horas, para dejar a los infiltrados solos en la calle. Pervertir expresiones tan fuertes como toque de queda es deplorable, y aun peor utilizarlas aleatoriamente y en beneficio propio. ¿A caso ahora alguien se cree en potestad de decidir cuando la gente tiene que irse a casa?

Si hay personas que piensan que la manera de responder a la represión y la brutalidad es caminar en silencio, llevar camisetas blancas en señal de paz o repartir claveles a los mismos que nos abren la cabeza, algunas no compartiremos sus métodos, pero nunca iremos a imponer como tienen que hacer las cosas, atacarlas y señalarlas en caso de no hacerlas como nosotras pensamos, o lincharlas socialmente.

No esperéis que todas mantengamos las sonrisas delante de las porras.

Octubre 2017

http://kaosenlared.net/las-infiltradas/

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