Guerra sucia en las cárceles, y a familiares de revolucionari@s.

Foto. «Santiago Rodríguez Muñoz. Preso político GRAPO».

Cartas desde prisión

Santiago Rodríguez Muñoz

Jaén, 23 de julio de 2017

(…) Naturalmente que deseo responder a tus afectuosas letras, que además me han conmovido.
Pero el problema con nuestra correspondencia no reside en lo que queremos sino en lo que podemos. Debido a la intervención de comunicaciones que sufrimos, tenemos una limitación de dos envíos postales por semana. Sumado a que nos retienen el correo de entrada y salida por un tiempo determinado, en una práctica que en su conjunto tiene por objeto impedir que podamos comunicarnos de una forma relativamente libre y fluida. No voy a extenderme sobre esta cuestión, que es de sobra conocida. Tan solo quiero señalar que estos condicionantes operan de múltiples maneras, tanto en el terreno material como en el orden psicológico.

Los medios de la violencia del Estado terrorista de la burguesía ejercen sobre la vida de los presos políticos antifascistas una intromisión permanente, que aspira a ser omnímoda y no se manifiesta solo en la violación sistemática y abusiva de su intimidad. De ahí que se imponga en los prisioneros un cierto nivel de autocensura y una obligada cautela en la expresión de las propias emociones, una suerte de mecanismo de defensa que actúa de forma más o menos consciente, desde el conocimiento de la bajeza moral de su enemigo de clase, presto siempre a explotar cualquier flaqueza o contradicción.

Dicho lo cual, y en lo concerniente a mi madre, no considero que a estas alturas, en la recta final de su vida, se vea mucho más perjudicada a raíz de la libre efusión de mis sentimientos hacia ella, sino todo lo contrario. Por lo demás, ya nos han hecho pagar, entre otros precios, el de no habernos podido ver en los últimos 7 años, siendo lo más probable que ya no volvamos a hacerlo jamás, a cuenta de la dispersión carcelaria. Hecho que debe aceptarse sin el menor victimismo, como un producto indeseado más de la lucha política de resistencia en la que estamos comprometidos.

Finalizaré estas líneas con una anécdota reveladora, protagonizada por mi madre, a modo de ejemplo también de cómo los círculos familiares y sociales de los antifascistas se encuentran siempre en el radar de la represión:

Mientras me encontraba en la clandestinidad, un oficial de información de la Guardia Civil concertó una cita con ella para tratar sobre mí y, movida por la curiosidad, acudió a la cafetería de un céntrico hotel leonés. Allí, el pistolero a sueldo del Estado le comentó que me hallaba encuadrado en los GRAPO (algo que mi madre desconocía) y que lo mejor para todos era que prestase su colaboración con el propósito de dar con mi paradero y atenuar así mi castigo. Entonces ella le contestó que era la primera noticia que tenía al respecto (mi nombre no se había divulgado aún en los medios de intoxicación de masas) y que su hijo tan solo era un anónimo militante comunista, marxista-leninista para más señas.

El picoleto, en tono condescendiente, la reconvino: “Pues eso mismo, señora, el marxismo-leninismo está prohibido en España”. Sin duda alguna, debemos apostillar, una verdad como un templo. Desde 1939 hasta el presente, para ser más exactos. En aquella fecha fatídica lo que adquirió tintes legales fue el saqueo de los trabajadores y la corrupción material y moral de todas las instituciones del Estado fascista, encabezada por la clase social que lo dirige, hasta llegar a nuestros días. Concha puso fin a la charla diciendo que no sabía dónde me encontraba y que de saberlo tampoco se lo diría, que ya pagaba ella su propia consumición y que evitaran volver a molestarla en lo sucesivo.

Vista la anécdota, agradezco profundamente que me hayas trasladado tu experiencia en esas Jornadas antirrepresivas organizadas en León donde conociste a mi madre. Tus letras, tan llenas de afecto, son verdaderamente estimulantes.

He seguido la recomendación de renovar los abrazos y el cariño que le trasladaste a Mónica con motivo del fallecimiento de su padre.

Santi

Un comentario sobre “Guerra sucia en las cárceles, y a familiares de revolucionari@s.

  1. Gustavo Contestar

    Además de privar de la libertad, privar de la visita de los afectos constituye una perversidad que sin duda es el rasgo dominante de los facistas.
    FUERZA y toda mi solidaridad para con vos y todos los camaradas presos. HLVS

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