Reportaje al pie de la horca

Estatua a Julius Fucik.

Los imprescindibles

Julius Fucik

Del libro Reportaje al pie de la horca

Hoy es el Primero de Mayo de 1943. Y de servicio se encuentra un guardián que me permite escribir.

¡Qué suerte! Sentirse una vez más, aunque sólo sea por breves momentos, un periodista comunista y escribir la crónica sobre el desfile del Primero de Mayo de las fuerzas de combate del mundo nuevo. No esperes oírme hablar de banderas flameando al viento. No hay tal cosa. Tampoco puedo contarte de esos actos de heroísmo que son tan agradables de escuchar. Hoy todo es mucho más sencillo. Ni la impetuosa y vibrante ola de decenas de millares de camaradas que yo veía otros años irrumpir en las calles de Praga, ni el majestuoso mar de millones de otros camaradas que he visto inundando la Plaza Roja de Moscú. Aquí no puedes ver ni a millones ni a centenares. Aquí sólo distingues a algunos camaradas, hombres y mujeres. Pero aun así sientes que esto no es de menor importancia. No lo es porque el paso de revista de nuestras fuerzas consiste en la dura prueba del fuego, y que no se transforman en ceniza sino en acero. En un pase de revista en las trincheras, durante la batalla. Y en las trincheras se lleva el uniforme gris de campaña. (…)

De vuelta en la celda. Son las nueve. En este momento el reloj del Kremlin da diez campanadas y en la Plaza Roja comienza el desfile. Padre: ¡unámonos a ellos!

Allá, en este momento, cantan la Internacional; en este momento la Internacional resuena en el mundo entero.

¡Que resuene también en nuestra celda! Cantamos. Y una tras otra se suceden las canciones revolucionarias.

Pero nosotros no queremos estar solos, no estamos solos. Estamos junto a los que ahora, en libertad y luchando igual que nosotros, cantan…

(…) Diez veces, veinte veces habrás visto marchar a los ejércitos de la revolución en las manifestaciones del Primero de Mayo. Y siempre era algo solemne. Pero sólo en la lucha puedes apreciar la verdadera fuerza de este ejército y su carácter invencible. La muerte es más sencilla de lo que habías creído y el heroísmo tiene faz carente de resplandores. Pero el combate es todavía más cruel de lo que habías supuesto. Y para perseverar en él y conducirlo hasta la victoria es necesaria una fuerza inconmensurable. Diariamente la ves en movimiento, pero no siempre te das clara cuenta de ella. ¡Si todo parece tan natural, tan evidente!

Hoy la has percibido nuevamente.

Hoy, en el desfile del Primero de Mayo de 1943.”

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