Mujeres luchadoras y sabias. Seweryna Szmaglewska. De las pocas supervivientes polacas de Birkernau, y que lo escribió.

Foto. Seweryna Szmaglewska.

Mujeres luchadoras y sabias que quizás no conocías

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Seweryna Szmaglewska

Polonia 1916 – 1992

Escritora polaca, publicó sus primeros relatos a la edad de veinte años. Cuando comenzó la ocupación alemana de Polonia, trabajó en un hospital como enfermera voluntaria y se dedicó a la educación clandestina. En 1940 se unió a una organización de resistencia estudiantil que dirigía una biblioteca clandestina de literatura polaca.

Por su participación en la resistencia fue arrestada por la Gestapo en 1942 y deportada al campo de exterminio de Auschwitz. Allí permaneció tres años, periodo que abarca casi toda la existencia de ese campo de exterminio nazi; pero, en 1945, se fuga de dicho campo aprovechando la evacuación a otro campo de exterminio, ante el avance del Ejército soviético.

Poco después de su liberación, Szmaglewska escribió su libro, Una mujer en Birkernau (traducido en veinte lenguas), en el que plasma su experiencia dentro del campo de exterminio, pero también trata de representar el universo de dicho campo: la crueldad de las SS, la tortura del trabajo esclavo, las largas hileras para pasar lista, la gente hacia el camino de las cámaras de gas, la humillación constante…

Foto. Seweryna en Auschwitz.

Szmaglewska fue una de los pocos polacos supervivientes de los campos nazis; en 1946 declaró como testigo en los Procesos de Nüremberg y su libro fue admitido como prueba ante el tribunal.

«Mi prolongada estancia en Birkenau (Birkenau estaba ubicado dentro del campo de exterminio de Auschwitz) y la variedad de trabajos que me tocó hacer en el campo me permitieron adentrarme en sus numerosos misterios. Los propios prisioneros realizaban las misiones más secretas. Por sus manos, dispuestas siempre a ejecutar con diligencia cualquier orden que recibieran, pasaban los libros en los que se inscribía a los vivos y también a aquellos en los que se anotaban los nombres de quienes iban directamente del tren a la muerte sin ser censados ni tatuados.

Ante el increíble caos reinante y la imposibilidad de verificar la identidad de las miles de personas que vivían o habían muerto en el campo, las autoridades del campo decidieron identificar a los prisioneros con un tatuaje. Al adoptar esta medida, cometieron un gran error táctico. Hoy es posible comprobar de forma visible qué porcentaje tan exiguo de los prisioneros de Auschwitz quedó con vida. Aunque destruyeran los documentos y nos obligaran a arrojar al fuego carros enteros de certificados de defunción, nos basta conocer el número final de registro para calcular cuántas personas murieron en Auschwitz…»

Después de la guerra Szmaglewska se convirtió en una escritora popular, inicialmente se centró en sus experiencias durante los tiempos de guerra; con el tiempo se especializó en publicar novelas para adolescentes.

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