«Gallego», de Miguel Barnet. La entrega antifascista y muerte del brigadista cubano Alberto Sánchez en Brunete.

Portada. ‘Gallego’, de Miguel Barnet.

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Gallego

Miguel Barnet

(Cuba 1940)

“En Brunete fue que cayó el cubano Alberto Sánchez, jefe de la primera brigada de la oncena división. El comandante Sánchez era muy joven, tendría unos veintitrés o veinticuatro años. Recuerdo que cayó en el treinta y siete, ya en el verano. Lo conocí bien porque me lo presentaron. Era alto, de ojos claros y muy simpático, como cubano al fin.

Me dijo:

-¡Caray, con que un gallego cubano en la tropa!

Yo me reía a pesar de todo. En la guerra no puede uno perder el humor. Hablamos de La Habana y tal. Él iba en su caballo, un caballo gris muy grande, en que lo mataron. Así fue:

Brunete era un punto codiciado, y el enemigo no se conformó con la pérdida de la Prenda, así que arremetió con aviones Savoia y Mesefschmidt, italianos y alemanes. Lo echaron todo por la boca. Hasta que nuestras brigadas tuvieron que salir en desbandada. Y perdimos Brunete de nuevo. Alberto Sánchez no se resignó, y en su caballo les iba dando voces a las tropas para que regresaran al combate. Era un guapo de armas tomar. Los hombres que estaban a su lado siguieron su ejemplo y pujaban para atrás. Querían volver a Brunete. Sánchez daba vueltas en el caballo, estaba desesperado porque la tropa se había desmantelado casi. La gente daba gritos como locos. No podían volver a la metralla, era inútil. El Estado Mayor, discutía los partes y no sabía a ciencia cierta qué hacer. Yo siempre al lado de mi coche, tratando de camuflagearlo bien. Entonces veo un avión de reconocimiento alemán que descubre la caseta de los enlaces, donde estaban todas las municiones. El avión empezó describiendo círculos, después bajó en picado y lanzó una bomba como a unos cien metros de altura. La bomba cayó en la caseta y abrió un hueco donde cabía un edificio. Todos murieron, enlaces y tropa. La dinamita empezó a reventar. Yo me eché a correr y me lancé a una zanja cercana. Me metí en el fondo. Cuando salí parecía un trastornado. Vi aquel desastre ante mí y me quise morir también yo. Habían caído seis de mis compañeros. Lo único que quedaba era el Estado Mayor, en otra caseta, sacando cuentas de lo que había ocurrido. Llegué allí mojado de pies a cabeza y sordo. Desde aquel estallido nunca más bien oí. Todas las bombas de mano estallaron, toda la metralla, todo. Alberto Sánchez quedó allí cerca del puesto de mando. Yo no llegué a ver su cadáver, pero si vi el caballo patas arriba, con la barriga abierta y las tripas afuera.”

Foto. Miguel Barnet.

Sobre el autor:

Escritor cubano. Desde 1959 se dedicó, primero como estudiante y luego como profesor, a los estudios folklóricos y etnográficos. Fue presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba desde 2007. Miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y del Consejo de Estado. Entre sus obras más conocidas se encuentran Canción de Rachel, Gallego y, sobre todo, Biografía de un cimarrón, que ha sido traducida a varios idiomas.

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