Repasando la historia obrera: La vida de los trabajadores del viaducto Martín Gil, en Zamora; y su organización / «Emancipación», órgano de UGT en 1936, consejos de Lenin.

Postal del viaducto.

Repasando la historia obrera:

-LOS JORNALEROS DEL VIADUCTO

El viaducto para el ferrocarril de “Los Cabriles” que unió Zamora con Orense, cruzando el embalse del Esla entre Palacios del Pan y Manzanal del Barco, fue en sus primeros años el mayor puente de hormigón del mundo, siendo así una de las grandes construcciones de la historia de la provincia de Zamora. La exposición que conmemoró los 75 años de la inauguración del viaducto “Martín Gil”, recogió aspectos del día a día de los cientos de trabajadores que participaron en sus obras entre 1934 y 1942. Titulada: “Aniversario 75 años del Viaducto Martín Gil”, fue organizada por la Asociación Ferroviaria Zamorana, inaugurándose a finales del año 2018 en la ciudad de Zamora para posteriormente visitar otras localidades.

(I): La vida de los trabajadores del viaducto Martín Gil, en Zamora.

https://serhistorico.net/2021/08/16/los-jornaleros-del-viaducto-i-la-vida-de-los-trabajadores-del-viaducto-martin-gil/

Postal. Obras del viaducto.

*(II): Los trabajadores del viaducto Martín Gil, aspectos del asociacionismo obrero durante su construcción.

La Asociación Ferroviaria Zamorana, realizó una fantástica labor compiladora y solicitó información sobre el asociacionismo laboral existente en la década de los años 30, recogiéndolo en diferentes paneles explicativos.

https://serhistorico.net/2021/08/19/los-jornaleros-del-viaducto-ii-los-trabajadores-del-viaducto-martin-gil-zamora-aspectos-del-asociacionismo-obrero-durante-su-construccion/

Portada del «Emancipación», de la UGT.

-Periódico Emancipación. Enero 1936.

Órgano de la FS de UGT y portavoz de las ideas socialistas.

Sección: Cuestiones de táctica.

Consejos al militante:

Escrito de Lenin en el ‘Emancipación’.

*Entre camaradas

Establecer como principio que en la acción ilegal un militante sólo debe saber lo que es útil que sepa, y que es con frecuencia peligroso conocer o hacer conocer más.

Cuando menos es conocido un trabajo, mayores seguridades y probabilidades de éxito ofrece.

*Saber callarse

Callarse es un deber para con el Partido, un deber para con la Revolución.

Saber ignorar voluntariamente lo que no debe conocerse.

Es una falta que puede resultar grave confiar al amigo más íntimo, a la compañera, al camarada más seguro, un secreto del Partido, cuyo conocimiento no le sea indispensable. En ocasiones es un peligro para ellos; son responsables de lo que saben, y esa responsabilidad puede ser grave.

No sentirse herido ni molestado por el silencio de un camarada. No es esto indicio de falta de confianza, sino más bien estima fraternal y de una consciencia que debe ser común; del deber del revolucionario.

*En caso de detención

Guardar absolutamente toda su sangre fría. No dejarse intimidar ni provocar, No responder a ningún interrogatorio sin ser asistido por un defensor y antes de haberse entrevistado con éste, que, a ser posible, debe ser camarada del Partido. O, a falta de esto, sin haber

reflexionado maduramente. Todos los periódicos revolucionarios rusos llevaban en otros tiempos, en gruesos caracteres, esta invariable recomendación: “¡Camaradas, no hacer declaraciones!

¡No decir nada!

Es peligroso explicarse: se está en manos de profesionales diestros en sacar partido de la menor palabra. Toda explicación les proporciona una rica documentación.

Mentir es extremadamente peligroso, puesto que es muy difícil imaginar un plan sin faltas muy visibles. Es casi imposible de improvisar.

No intentar jugar al más sagaz; la desproporción de fuerza es muy grande.

Los reincidentes escriben sobre los muros de las prisiones esta enérgica recomendación de la que pueden sacar provecho los revolucionarios: «¡No declarar jamás!»

Cuando se niega, negar inquebrantablemente, Saber que el adversario es capaz de todo.

No dejarse sorprender ni desconcertar por: «Lo sabemos todos”

Esto jamás es cierto. Es un medio innoble, usado por todos los policías y jueces instructores frente a los culpados.

No dejarse intimidar por la sempiterna amenaza: «Esto os costará caro”.

Las declaraciones, las explicaciones torpes, las caídas en trampas, los momentos de pánico, efectivamente, pueden costar caros, pero sea cual sea la situación de un acusado, una defensa firme y cerrada hecha con mucho silencio y pocas negaciones y afirmaciones inquebrantables, no puede sino mejorarla.

No creer nada, es también un argumento clásico, si os afirman: «Lo sabemos todo por vuestro camarada Fulano». No creer nada aunque traten de probarlo. Con algunos indicios hábilmente reunidos es fácil al enemigo fingir un profundo conocimiento de las cosas. Y aun si un Fulano hubiese «dicho todo» no sería sino razón demás para redoblar la circunspección.

No conocer nada, o conocer lo menos posible sobre el objeto del interrogatorio. En los careos, guardar su sangre fría. No manifestar extrañeza. Más aún: no decir nada. No firmar nunca un documento sin haberlo leído atentamente y comprendido. A la menor duda, rehusar el firmarlo. Si la acusación está basada en un hecho falso -lo que es frecuente- no indignarse; es preferible confundir al enemigo antes de reducirlo a la nada. Fuera de esto no hacer nada sin el concurso de un defensor, que debe ser un camarada.

(Del libro «Lenin en 1917. Petrogrado en peligro. La Oerana» Ediciones Ulises. Madrid).

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