El Poeta y el Pueblo. “Dictadura del proletariado, ¿por qué nos asustan tanto las palabras? Si el barco necesita nueva tripulación y capitanes, ¿por qué no reclutarlos en el mundo del trabajo, cuando el del capital es el de las viejas ratas que corroen la nave?”

Foto. Soldados de la República.

Pluma Pincel Palabra. 1931-1939. Al servicio de la Cultura Popular

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Sobre la defensa y difusión de la Cultura. El Poeta y el Pueblo

Discurso de Antonio Machado pronunciado en Valencia en la sesión de clausura del Congreso Internacional de Escritores -Extractos-

«Cuando alguien me preguntó, hace ya muchos años ¿piensa usted que el poeta debe escribir para el pueblo, o permanecer encerrado en su torre de marfil –era el tópico al uso de aquellos días– consagrado a una actividad aristocrática en esferas de la cultura sólo accesibles a unaminoría selecta?, yo contesté con estas palabras, que a muchos parecieron un tanto ingenuas: Escribir para el pueblo –decía un maestro– ¡qué más quisiera yo! Deseoso de escribir para el pueblo, aprendí de él cuanto pude, mucho menos –claro está– de lo que él sabe. Escribir para el pueblo es, por de pronto, escribir para el hombre de nuestra raza, de nuestra tierra, de nuestra habla, tres cosas de inagotable contenido que no acabamos nunca de conocer. Y es mucho más, porque escribir para el pueblo nos obliga a rebasar las fronteras de nuestra patria, escribir para los hombres de otras razas, de otras tierras y de otras lenguas. Escribir para el pueblo es llamarse Cervantes, en España; Shakespeare, en Inglaterra; Tolstoi, en Rusia. Es el milagro de los genios de la palabra. Tal vez alguno de ellos lo realizó sin saberlo, sin haberlo deseado siquiera. Día llegará en que sea la suprema aspiración del poeta. En cuanto a mí… no creo haber pasado de folklorista, aprendiz, a mi modo, de saber popular.

Foto. Miliciano. 1936.

Mi respuesta era la de un español consciente de su hispanidad, que sabe, que necesita saber cómo en España casi todo lo grande es obra del pueblo o para el pueblo, cómo en España lo esencialmente aristocrático, en cierto modo, es lo popular. En los primeros meses de la guerra que hoy ensangrienta a España, cuando la contienda no había aún perdido su aspecto de mera guerra civil, yo escribí estas palabras que pretenden justificar mi fe democrática, mi creencia en la superioridad del pueblo sobre las clases privilegiadas.

Los milicianos de 1936.

Después de puesta su vida / tantas veces por su ley / al tablero…

¿Por qué recuerdo yo esta frase de don Jorge Manrique, siempre que veo, hojeando, diarios y revistas, los retratos de nuestros milicianos? Tal vez será, porque estos hombres (…) tienen en sus rostros el grave ceño y la expresión concentrada o absorta en lo invisible, de quienes, como dice el poeta, “ponen al tablero su vida por su ley”, se juegan esa moneda única –si se pierde, no hay otra– por una causa hondamente sentida. La verdad es que todos estos milicianos parecen capitanes, tanto es el noble señorío de sus rostros…»

“En cuanto a la dictadura del proletariado, ¿por qué nos asustan tanto las palabras? Si el barco necesita nueva tripulación y nuevos capitanes, ¿por qué no reclutarlos en el mundo del trabajo, cuando el del capital es ─por definición aceptada─ el de las viejas ratas que corroen la nave?”

Antonio Machado

Dibujo de Castelao. (Guardias civiles con un republicano al que han cortado las manos).

En Galicia no hubo Guerra Civil, pero si una represión masiva de antifascistas:

En tres años fueron asesinados 4.609, ejecutados en “paseillos” falangistas 3.233 y sentenciados a muerte 1.466.

(Castelao, “Pra que ergan o puño!”…)

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