Pluma Pincel Palabra. 1931-1939. Al servicio de la Cultura Popular: Las olvidadas y borradas por el régimen.

Pintura de Manuela Ballester. (Mujeres de luto y llenas de horror, en torno a un asesinado)

Pluma Pincel Palabra. 1931-1939. Al servicio de la Cultura Popular

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Las Olvidadas – I

Si muchos intelectuales fueron borrados de la memoria popular, a otros, aquellos más conocidos, a los que no podían hacerles desaparecer, se manipuló sus biografías y su obra para despojarles de todo republicanismo o militancia antifascista. El caso de las mujeres fue aún más sangrante, simplemente desaparecieron. Es como si nunca hubiesen existido y sin embargo fue una época que dio un número importante de mujeres que se dedicaban a la política pero también de mujeres intelectuales, pintoras, escritoras…

A través de unas brevísimas notas biográficas de algunas de ellas queremos dar a conocer su labor; no solo desarrollaron un trabajo intelectual y artístico sino que también rompieron los moldes que la iglesia católica y el fascismo tenía reservados para las mujeres y por ello pagaron un alto precio: el exilio y el olvido.

Cartel de Francisca Rubio «Mayo 37. Conferencia de la muchachas de Madrid».

Francisca Rubio (Paquita)

Fue una de las dos mujeres cartelistas. Fue una extraordinaria dibujante e ilustradora de gran personalidad y rica fantasía. Era pintora, al igual que su compañero José Bardasano, pero al comenzar la guerra “pusimos nuestro arte al servicio de una causa que nos parecía justa”. Ambos trabajaron en el taller de impresión La Gallofa de las Juventudes Socialistas Unificadas. Al finalizar la guerra consiguieron exiliarse a México donde ella continuó su trabajo como pintora e ilustradora.

María Teresa León

Escritora española integrante de la Generación del 27. María Teresa León estudió en la Institución Libre de Enseñanza y se licenció en Filosofía y Letras.

Escribió en el Diario de Burgos bajo el seudónimo de la heroína de D’annunzio, Isabel Inghirami. Consiguió una beca para estudiar el movimiento teatral europeo; comenzó a viajar por Berlín, la Unión Soviética, Dinamarca, Noruega, Bélgica y Holanda. Participó en la fundación de la revista Octubre, en la que publicó su obra Huelga en el puerto (1933). En 1934 volvió a la Unión Soviética para asistir al Primer Congreso de Escritores Soviéticos. Tras el estallido de la Revolución de Asturias se fue a EEUU para recaudar fondos para los obreros represaliados. Fue secretaria de la Alianza de Escritores Antifascistas, y fundó la revista El Mono Azul; participó en la Junta de Defensa y Protección del Tesoro Artístico Nacional que trasladó las obras de arte del Museo del Prado y de El Escorial. Tras la derrota republicana se exilió a Francia, Argentina e Italia.

María Moliner.

María Moliner

Bibliotecaria valenciana. Coordinadora de las Misiones Pedagógicas de 1931 a 1939. Desde ese momento dedicó todas sus energías a “socializar la cultura”: crear bibliotecas en barrios y pueblos de su tierra, en las que además organizaba ciclos de conferencias, sesiones de cine, música, etc. De las bibliotecas solían encargarse maestras y maestros, pero cuando éstos faltaron, María recurrió a las mujeres: “He descubierto -escribía- un filón con las madres de familia. Muestran generalmente un interés superior al de los hombres por las cosas de la cultura y pienso utilizarlas como las auxiliares más eficaces”.

Depurada por los fascistas pasó grandes fatigas para sostener a sus hijos y, a pesar de ello, durante las noches de quince largos años, logró confeccionar el mejor diccionario usual de la Lengua Castellana. En 1972 la Real Academia de la Lengua rechazó su candidatura, presentada por un grupo de académicos.

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